1 de junio de 2022. Miércoles.
NIÑOS ROTOS
NIÑOS ROTOS
-Leo en la prensa –se me hiela la sangre– que en la guerra de Putin han muerto más de 260 niños y 415 han sido heridos en los casi 100 días de conflicto bélico en Ucrania. Matar niños es como cortar lirios y ponerlos a los pies de los cerdos para que los pisoteen sin pudor y hociquen en ellos. Los niños que sueñan paz y juegos, y alfabetos y números, y rayuelas y caballitos de madera voladores, mueren antes siquiera de vislumbrar mundos nuevos en un mundo tan viejo y tan agrio como el nuestro. La guerra no los ha dejado explayarse en sus sueños, y mueren con el único sueño del miedo en los ojos. Cuando abrían los ojos del ensueño se los ha cerrado el balar de rebaño de los obuses y las bombas, la muerte prematura les ha cerrado los ojos con un estruendo en su cabeza de espejos rotos. Oíd cómo suenan los cristales rotos en la noche de la muerte de los niños. Los llantos de los niños muertos en las guerras en África, en Asia, en América, en Ucrania, sonarán siempre en las cabezas de los líderes que provocaron las conflagraciones, como una lluvia de granizo y graznidos de aves carroñeras. Estos líderes como Putin jamás descansarán, Dios les pondrá delante del espejo de sus desastres, de sus ambiciones, de su barbarie interior. Los que hacen la guerra dejarán en la historia un reguero de ignominia; serán, Diario, como animales salvajes, nada ni nadie los consolará, serán maldecidos por generaciones (12:29:48).