28 de octubre de 2022. Viernes.
EL SOL,
PISAPAPELES
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Río Segura, reflejando a Murcia. Pasarela Vistabella. |
-El sol entra por la ventana y hace, sobre la mesa, de pisapapeles. Días
de mucho sol y poco otoño. Los papeles de la mesa, inmovilizados, aplastados
por el sol. El otoño es apenas unas hojas caídas del árbol, cuyas raíces
piensan en ser ya raíces monacales, enclaustradas, vegetales en dormición, para
despertar en primavera, pero que no se lo permite el anticiclón de las Azores.
Las Azores son unas islas que montan anticiclones como el circo su carpa, en un
santiamén meteorológico. Al anticiclón acompañan el desierto, y dunas, y bellos
cuentos de las mil y una noches; pero con ríos raquíticos, apenas ríos de
Belén, como de papel de plata, que entristecen los cuentos. El río Segura, en
Murcia, es un río de Belén, sin apenas agua, pero con huerta que fuera ubérrima.
Huerta que se va muriendo de sed, y de cansancio, y de exterminio urbanístico.
La col y el calabacín, y la lechuga, y la acequia, y el brazal, y la aceña, y
el azahar, el azur de la Contraparada, y el rumor del
agua, y el sudor del huertano, sus manos callosas, los aros color hueso del
gusano de la seda, la morera, el capullo y su geometría de artilugio
aerostático, todo empieza a ser estampa antigua o triste objeto de museo. El
Bando de la Huerta, en Murcia, es una representación inicua de la mentira. Ya
no hay huerta, sólo intereses creados regionales y especulativos, obscenidad
bursátil. Por eso el sol, el que preside este otoño, me aterra: engaña al árbol
y agosta la tierra, y empieza a alentar el desierto, que se viste de duna y de
reptil, y de suaves declives, y de espejismos de oasis rojos, pero que son, Diario,
muerte emboscada, o infinita soledad de tuareg, desierto, con Dios –al que no
oímos–, llamando a nuestras conciencias, sordas (12:41:06).