5 de mayo de 2023. Viernes.
LA BIBLIA
LA BIBLIA
-A veces pienso –con algo de insensatez, quizá– que la Biblia podría constar de esta sola línea: «En el principio, dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz». Es decir, la Palabra –Dios– crea la luz, y, con la luz, se hacen las sombras: los tres elementos en los que se basa la Biblia. La Palabra, Dios que habla y redime; la luz, el bien que buscamos, y las sombras, el mal que nos busca. Las sombras no son creación de Dios, son una deducción lógica de la luz. Se enciende una luz y acuden las sombras, como polillas. Toda la Biblia es un relato sobre Dios –Palabra–, que crea y redime, sobre el bien –luz–, y sobre el pecado –las sombras–. Desde un primer momento se dan estos tres elementos: el relato de Dios, el de Adán y Eva, y el de la serpiente. Dios: «Pero del árbol del bien y del mal no comerás», la Palabra, que crea y redime; Adán y Eva, o la luz, limpios de cualquier sombra o mancha; y la serpiente, la sombra, la que engaña. Y así toda la Biblia: Dios que habla y redime, el ser humano que escucha, y la sombra –el mal, el pecado–, que acecha. Pero es verdad que de no haberse escrito la Biblia como es no conoceríamos todos los detalles proféticos, sentimentales, amorosos y redentores –los destellos del amor de Dos– de que hace gala, instuyendo, el gran texto de la Biblia que nos ha legado la historia, y la que manejamos con asombro y gratitud por lo que dice y educa, y reconforta. Gracias, oh Dios, por la Biblia, en la que tú hablas y te haces Palabra, y salmo, y redención, y porfecía, y belleza, y, Diario, hermoso diálogo de Amor (19:10:10).