AUN MIS RESBALONES
Todo es gracia de Dios, como este libro. Torre de la Horadada. |
-Hay días que, al despertar, damos gracias por la vida, por la luz, por el aire que respiramos. Mis primeros pasos son un hermoso acontecimiento: parpadeo, contemplo el mundo, me asombro. Con emoción en los labios, digo: «¡Gracias!». Pero, no obstante, olvidamos otras cosas, humildes, insignificantes, pero preciosas, como el candil que sostiene la llama que produce la luz. Decía Rabindranath Tagore, poeta y filósofo bengalí: «Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que, constante y paciente, la sostiene en la sombra». El pie del candil, las alpargatas, la cuchilla de afeitar, el silencio que te cerca al rezar. Dios está en todo: también en la biblioteca donde espera el libro que te dispones a leer o en el mocho de escoba con el que aseas el suelo, y aun en aquello que barres. Mirar con amor las cosas que tiras a la papelera: el papel emborronado o el boli acabado. Yo, personalmente, tengo la costumbre de dar gracias por la palabra que escribo y por las que deshecho. Y es que, Diario, todo es bondad y gracia de Dios, aun mis resbalones son gracia y perdón, amor (13:16:05).