12 de septiembre de 2022. Lunes.
DESPOJARSE
-Luego de verse
abandonado incluso por su última compañía, su soledad, dijo un sabio: «Voy a
dejar de salir contigo, amistad». Su soledad, su última y única compañía,
parecía hacerlo feliz. La soledad acompaña, tanto como la fe o el silencio, o
el lenguaje de un libro que se deja leer. La fe de un monje y el silencio de un
claustro, y un libro entre las manos; o la soledad acompañada, que a su vez
acompaña al solitario. Aquel sabio, glosando a Ortega, podría haber dicho: «Yo
y mi soledad». La soledad de un autor es causa de libros, y de sueños
imposibles, que a la larga, como las utopías, pueden hacerse posibles. (Las utopías
también son sueños, que quitan a veces el sueño hasta hacerse realidad). Aquel
sabio buscaba la total liberación interior, la total pureza, y dejó toda
amistad, también la amistad de sí mismo. Es decir, se despojó de todo egoísmo,
o de todo amor a sí. «Voy a dejar de salir contigo, amistad», dijo, y dejó de
salir consigo, con su vanidad, con su yo, con su apego más próximo, amistad
esta que le había absorbido desde siempre, esclavizándolo. Yo, Diario, como
aquel sabio, voy a ver si logro dejar de salir con mi amistad. O sea:
despojarme de mí mismo y llegar a ser de este modo totalmente libre, con solo
Dios como guía y luz, para no tropezar, y así poder volar, sin fin (12:57:33).
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