1 de diciembre de 2022. Jueves.
MELANCOLÍA
MELANCOLÍA
Sombras melancólicas de otoño, en el jardín. Torre de la Horadada. |
-El tiempo se viste con tinte otoñal y me invade la melancolía. La melancolía es un don del que sólo dispone el melancólico; es decir, aquél que, al ir a beber un vaso de agua, termina por no hacerlo, porque se imagina que en el fondo del vaso hay un tipo ahogado, y se lo cree; melancólico o hipocondríaco (¡caray!) es el que ve todo “negro”, con el añadido de una secreción de “bilis” de un hígado destrozado. El melancólico es el que se viste de abatimiento y, por algo tan insustancial como un desamor mal digerido, termina por abatirse con un tiro, como Larra. Los hay que digieren un desamor (o mal trago amoroso) con güisqui y un poco de melancolía; Larra no supo, y prefirió la melancolía y un tiro (era lo romántico) a un güisqui. El romanticismo era así: dispuesto a verlo todo negro y a excretar bilis, a revolucionarlo todo, desde las letras a las artes; excita tanto la imaginación con respecto al modo de morir que prefiere la muerte del tiro en la sien, a la muerte en cama, con el llanto de los deudos y el unte del aceite de la extremaunción en los ojos, la frente y las extremidades: el consuelo espiritual. Larra, pasional y emotivo, características del romanticismo, desecha para su último tránsito la cama y la cruz y se embarca en las alas de un tiro en la sien por el que irse al otro mundo, tan derecho y tan volando. Tal vez Rousseau y Goethe, precursores del romanticismo, no lo hubieran visto bien; ni yo que, aunque envuelto por el otoño en lo negro y lo triste de la melancolía, opto por el güisqui con soda (es un decir, no bebo güisqui), antes que por el tiro en la sien. En todo caso, Diario, es mejor (es mi recomendación) beber el bálsamo de la paz de Dios y dormirse en su amor, mucho mejor (13:09:12).