14 de marzo de 2023. Martes.
INCLINAR EL OÍDO
INCLINAR EL OÍDO
-Las
palabras necesitan tiempo para ser un vocablo con un significado propio. Cuando
se han hecho, las palabras hablan, dicen, expresan. Con podas y pulidos, y
otros desbroces, las palabras acaban por ser lo que son, algo que expresa una
realidad latente, sugeridora, entrañable. La palabra Dios empezó siendo
indoeuropea: dyeu, el que brilla e
ilumina; luego fue griega: Zeus, día,
luz, el señor del cielo; más tarde romana: Deus,
deidad, señor. Todas estas formas de llamar al Hacedor del Universo, al Señor,
han culminado en la palabra Dios, que encierra en sí todo lo que es luz, día,
deidad, hacedor, vida, temblor, misterio, gracia, donación, el que escucha, ¡el
que ama!. Una vez que una palabra atrapa un significado, ya no lo libera, vive
hasta el fin de sus días con él. El diccionario define a Dios como «el ser
supremo»; pero llega San Juan, e inspirado en Jesús de Nazaret, lo llama Amor:
«Dios es Amor», dice, y enciende todas las luces de la piedad, la ternura, la
cercanía, la misericordia, la caricia; es decir, la paternidad. Hay un salmo,
el 114, que expresa la satisfacción de un corazón agradecido, jubiloso: «Amo al
Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí, el
día que lo invoco». Inclinar el oído, Diario, o tener intención de escuchar,
para actuar. Dios es así (17:07:03).