29 de octubre de 2020. Jueves.
LLUVIA DE REVÉS
LLUVIA DE REVÉS
-Me levanto, miro al cielo y se me escapa una lágrima
–¡de alegría!– que asciende y llueve el cielo. «Bendita lluvia del revés»–digo–.
Lluvia de acción de gracias. Lluvia desde la tierra que moja a Dios. En su
intimidad; en su Amor. La mañana es toda claridad, como un libro abierto. Aunque
después de rezar y desayunar y leer la prensa, se me hiela la sonrisa. Leo:
«Seis meses de estado de alarma». Me santiguo y digo: «¡Alarma, Estado!» Y esta
vez lloro lágrimas de tristeza, y la impotencia me hace bajar los brazos y pedir
al cielo que –como dice la Escritura–, «llueva sobre nosotros su Justicia». «Destilad,
oh cielos, desde lo alto, y derramen justicia las nubes», clamaba Isaías. Y
añade: «Ábrase la tierra y dé fruto la salvación, y brote la justicia con
ella». La justicia –que baja del cielo, pero tiene que fructificar en la tierra–
es la llave que abre la salvación, ya que es base de todo amor. Y el que ama, hace
el Reino. En el Reino, Dios es Amor que atrae todo lo que es amor, y destila la
justicia. Sigo leyendo y sigue mi tristeza y mi susto: Sánchez, el de la deriva
despótica, socializa el despotismo. «Donde teníamos a un aspirante a autócrata,
ahora tendremos a 17»: los presidentes de las comunidades autónomas, dice Jorge
Bustos, con la ironía del que conoce la deriva sablista del personaje. Y me
digo: «¡Tanta claridad en el cielo, y tanta niebla en la tierra!» Y miro al Cielo,
Diario, por ver si se apiada y abre las nubes y nos llueve la Justicia, la de
la equidad y libertad, la de la Verdad (12:12:46).