19 de octubre de 2020. Lunes.
LIBERTAD NUEVA
LIBERTAD NUEVA
-Me santiguo y el sol me da en la cruz que hago. Y
la difunde, la extiende por los cuatro puntos cardinales: frente, sur, este y
oeste. En la frente –norte–, Dios, donde luce la inteligencia, los
conocimientos, la inspiración, el soplo; al sur, el mundo, en el que habitan el
hombre y las cosas que usa y canta: el agua, los bosques, el aire, el fuego, la
vida. Al este y oeste, los amaneceres y los ocasos, donde se nace y se muere, donde
se sueña y se descansa, donde –con el descanso– empieza la eternidad. Eternidad
que abre la esperanza, como un aletear, azul, de palomas. Santiguarse es
santificar el día, ponerlo, sin complejos, en la órbita del bien, de arriba a
abajo, y a los lados, donde la vida nace y se construye, y en la que puedes
creer –o no– que la cruz redime, que te hace respirar aire no contaminado, libre
de partículas infecciosas. Cada vez que hago la cruz, noto que me hace más redimido,
más liberado de mí y mis demonios, más parecido a un hijo de Dios, que con
libertad, ama. Entonces no odio, pacifico mis creencias, miro con más amor al
que creo equivocado, me lastima más la injusticia, ardo más en caridad. Y veo
que se hizo realidad lo escrito por San Agustín: «En la cruz, ¿fue Cristo quien
murió…, o fue la muerte la que murió en Él?» Y Exulta: «¡Oh, qué muerte…, que
mató a la muerte!» En la mañana, Diario, me santiguo, y no oigo al virus, ni al
gobierno, ni a sus palmeros, ni doy oídos a la desgracia, miro la bendición que
se llueve de la cruz y en ella me instalo, con lucha y fe, y con una libertad
nueva, distinta, la que me rescata de cualquier atadura, también de cualquier
miedo, de cualquier infierno, por muy mío que sea (12:38:15).
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