21 de octubre de 2020. Miércoles.
ESTOY. RESPIRO
ESTOY. RESPIRO
-Esta mañana, el sol se veía triste, como los ojos
de un buey paciendo en el prado. Pero, al poco, se ha tornado vivo e
irradiaba felicidad, claridad. Ha calentado la pandemia, ha llenado el día de
júbilo. Aunque un júbilo enmascarado. ¿Nos querrá decir el sol que, a pesar de
todo, merece la pena vivir, silabear la existencia, celebrarla como una
eucaristía festiva y liberadora? La eucaristía siempre es una fiesta en la que Dios
habla y se da pan, se acerca a la debilidad, a la pobreza, y ofrece misericordia. Y si te
detienes y contemplas, verás que hay un momento en que te mira a los ojos y te
anima a seguir, con la esperanza puesta en tocar el más allá. Dios, en la
eucaristía, respira con el hombre, actúa en el hombre, está con el hombre.
Jorge Guillen, poeta de la luz y del aire, decía: «Soy, más, estoy. Respiro. /
Lo profundo es el aire». En la eucaristía lo profundo es Dios, que respira
contigo, que está contigo, que canta y reza contigo. Está en tus ojos, en tus
manos, en tus pasos, cuando te das por amor. En un artículo sobre Jorge
Guillen, Rafael Durán dice: «Respirar es ser compañero del aire y del espacio,
es la amistad, el diálogo, la compañía del hombre con las cosas, con el
ambiente que le rodea». Qué manera más cabal, más justa, de decir, sin
pretenderlo quizá, Diario, lo que es una eucaristía: es amistad, diálogo,
compañía, es ambiente propicio a la amistad, a la paz, a la mirada limpia, a la
verdad de las palabras, al vuelo de palomas en el corazón, es, en un mundo tan
cabizbajo, la redención de la esperanza (11:41:52).
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