26 de octubre de 2020. Lunes.
LA SEDE DEL VIRUS
LA SEDE DEL VIRUS
-El covid 19 es el rey que se ha hecho con todos
los poderes del mundo, y con sus miedos. Ya no hay angustia, cualquier terror,
que no pase por la sede del virus, por su temible despotismo. Temo toda
dictadura, pero a esta, más. Es invisible, no habla, no mira, solo actúa, y clava
su aguijón sin aviso, muchas veces mortal. Y no podemos gritar, porque todo
lamento es inútil, sólo rezar para que no nos toque su maldad, su volcán de muerte.
Su saliva hecha de veneno. El coronavirus es un tirano que inspira a otros dictadorzuelos,
a aquellos que toman al bicho como excusa para sus desmanes: sus estados de
alarma o sus toques de queda. Que llaman eufemísticamente «restricciones
nocturnas a la movilidad». Suavizan el lenguaje, lo difuminan, para no herirse
ellos. Visten de blanco a un «suave y peludo animal» de enormes orejas, que,
por su cadencia y andar, llaman –y es– burro. Dice el salmo 119: «Rescátame de
la opresión del hombre, Señor, para que yo pueda guardar tus preceptos». Líbrame
del hombre malo, perverso, del que solo con mirar, ensucia el cielo; líbrame del hedor del insolente dictador. Es mi oración, de la que con los ojos en el
cielo, y apoyado en Dios, me voy librando de mis pesadillas. Se trata de mi
vida, Diario; pero también de mi libertad, el otro don que alienta mi existencia,
y me hace digno de ti (12:09:24).
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