jueves, 22 de octubre de 2020

22 de octubre de 2020. Jueves.
EL QUE AMA

Así pasa la gloria del mundo. Ruinas. Teatro romano. Mileto. Turquía.

-Ceniza en el cielo, ceniza en la tierra, ceniza en la lengua de nuestros políticos. Todo, ceniza, bosque abrasado, devastación. Día de cenizas en el cielo y en el Congreso. Me aterra ver cómo se divierte el Congreso: sus peroratas desiertas, sus aplausos cerrados –a derecha e izquierda, según la bancada–, sus mentiras, alguna verdad, sus arrebatos de culebras en la boca, sus arias envenenadas, sus sueldos intactos, mientras llegamos al millón de contagiados por el virus, y la gente muere sin saber por qué, o sabiéndolo, pero maniatada a la desgracia, a los grilletes que nos imponen. Como en la opereta del mismo nombre de los años 30 del pasado siglo, el Congreso se divierte: con el cinismo del alacrán y la insensatez de la mosca cojonera. Todo se desvanece a su alrededor y ellos siguen con la orquesta encendida, mientras el Titanic –la sociedad, la nuestra, tú, yo– se hunde. Estamos como el que nada sin cesar sin una tabla de salvación a la que agarrarse y sobrevivir. Sin embargo, y a pesar de mi pesimismo, yo he rezado esta mañana. Rezaba esto: «Dios mío […], me refugio a la sombra de tus alas, / mientras pasa la calamidad». No bajo tus alas –demasiado–, sino a su sombra, y sentir ahí el alivio; a la paz de tu sombra. Albert Camus –ateo él, y, sin embargo, sensible a la voz de su conciencia–, dijo de Jesús: «Le amo, porque le mataron por amar». Él –Jesús– es, Diario, mi tabla de salvación, mi guía segura. Porque me amó, le sigo yo amando, y esperando, como el barco de vela espera el viento. Él me sacará de la quietud y la deriva, de la miseria de no avanzar. El amor es el viento favorable que nos eleva, sin obstáculos, hasta Dios, el Amante que más Ama (11:51:50).

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