2 de noviembre de 2020. Lunes.
PLENITUD
PLENITUD
-Ayer,
al anochecer, vi salir la luna llena por el horizonte, roja y amplia, incandescente.
«Un inmenso girasol celeste», pensé. La fotografíe y la guardé en mi Libro de las Horas, donde archivo mi
alabanza a Dios. Y, agradecido, la recé en vísperas, con los demás salmos y
antífonas, como un himno al Creador. Ya San Francisco hacía alabanza a Dios
«por la hermana luna y las estrellas […] claras, y preciosas y bellas». «Loado
mi Señor», decía: todo exultaba de gozo en sus labios, en sus ojos, llenos de
lo invisible, abiertos a la Inmensidad. Leer y amar a Dios, celebrarlo «en un
amanecer, en un paisaje, en la mirada de un amigo, en los ojos de un niño»,
como nos invitaba a hacer Spinoza. Nunca a Dios nos ha de llevar el miedo, la
turbación, el horror. Dios no es sombra, sino Luz esplendente. Como dice San
Juan, «Dios es Amor», que ama, que anda dentro de ti, que escucha, que habla, que
camina a tu lado. Dios no es el que da miedo, sino el que da Vida. Hoy, día de
los Fieles Difuntos, todo nos habla de Esperanza, de Expectación, de un
Adviento nuevo. En los silencios de nuestra alma, Diario, todo nos habla de cercanía,
de amistad, de abrazo de Padre, de descanso en Dios, de Plenitud (12:42:35)