13 de febrero de 2021. Sábado.
CONTAGIAR
CONTAGIAR
-Lo primero que huye y se esconde de la luz es la sombra, que, sin
embargo, nace de la luz. Tanto le horroriza la luz a la sombra, que, ante el modesto
destello de la luciérnaga, se repliega despavorida. El candil encendido se ríe de la sombra,
que en su presencia, marcha a los rincones más apartados a ocultarse. Si
parpadea el candil, parpadea la sombra, y se hace pequeño oleaje inquieto en su
escondrijo. La oscuridad es la otra parte manchada, emborronada, de la
claridad. Donde hay luz, tea, halo, algo encendido, en el lado opuesto siempre
hay opacidad, tiniebla, tenebrosidad. Ocurre en nuestras vidas. Aunque hay
veces que de lo oscuro nace el arte, la pincelada hermosa: en Velázquez, en
Caravaggio. Se avienen la luz y las sombras y la sombra salva a la luz, y ésta,
a la oscuridad, hasta hacerla belleza y emoción estéticas en un Cristo crucificado o en un Muchacho que pela frutas. Es la
sublimación del barroco: la manzana perfecta en el árbol. Hay una palabra que
nos aterra: contagio. Contagiar, en tiempo de pandemia, es palabra maldita,
navaja clavada en la espalda. No obstante, leo: «Contagia solidaridad», es
la sombra y la luz, el lápiz que hace de las palabras un bello y atractivo romance
de amor. Y más, si añade: «Para acabar con el hambre». Es la iglesia, que
bendice a los pobres, pero que no quiere que se ahoguen en la pobreza, en la
desventura. Es un clamor universal contra la injusticia. Manos Unidas este año
nos pide, Diario, que «contagiemos solidaridad», para erradicar, extirpar, suprimir
«la pobreza, la exclusión, la violencia, la explotación». Que abramos el
corazón al evangelio, y sea en el mundo el evangelio, palabra de liberación, de amor, de
ternura, de fraternidad. De nueva claridad (13:00:34).
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