9 de febrero de 2021. Martes.
UNA LÁGRIMA EN EL CAFÉ
UNA LÁGRIMA EN EL CAFÉ
-Todas las mañanas, al levantarme, lo primero que hago es mirar y ver
cómo amanece. Si amanece lírico, nostálgico, me pongo lírico y entro en
melancolía; si nublado, me entristezco: pongo una lágrima en el café, y escribo;
si con sol, desato la alegría y el poema: suelto la palomas del corazón y
vuelan hasta el árbol, en el que, como el que muerde los gajos de una naranja, zurea
la belleza. Por las comisuras me brotan sus deleites, y escribo. En el mundo
todo es belleza, salvo la acciones del hombre malvado, que rompe la armonía.
Sánchez, Iglesias, Abascal, Casado, los políticos: todo en manos de estos grillos
que grillan, que raspan palabras: cantares vacuos e irritantes que dicen
sandeces y que ellos no creen; pero las dicen y otros, muchos, las creen. Yo
no soy los otros. Soy el que escribe palabras; palabras que a veces van derechas contra la mentira y
dan en sus huesos, y, al dar en la dureza, son rechazadas. Como la bala en la
roca. Pero ahí quedan las señales, como luciérnagas, iluminando, dando un
poco de calor a la oscuridad de esta sociedad tan fría, tan tísica, tan aterida, tan maltratada.
Escribo. Hoy ha amanecido nublado, y la tristeza se ha me ha escondido tras de
los ojos, para decirme que solo mire a la pureza, que afiance mi dignidad, que
logre mi libertad. «Pero hay tan poca pureza», le he dicho; y me ha respondido:
«Insiste; sigue mirando: llegará el día de la liberación». Y en eso estoy,
Diario. Con el poeta Adonis, aludiendo a la guerra siria, digo: «Las ciudades se
deshacen / y la tierra es una locomotora de polvo. / Sólo el poeta sabe casar
este espacio». Y redimirlo, sueño yo (11:45:35).
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