miércoles, 3 de febrero de 2021

3 de febrero de 2021. Miércoles.
SAN BLAS, MÉDICO Y OBISPO

San Blas en procesión. Santiago de la Ribera. F: Charo

-Busco en el baúl de los recuerdos y hoy, día 3 de febrero, me viene a la mente la fiesta de San Blas. San Blas fue el santo, cuya fama llegó, desde la ciudad de Sebaste, Armenia, a los confines del mundo, entonces conocido. Fue médico y eremita, y obispo, sin palacio episcopal. Y quizá también sin mitra. Solo se vestía de santidad y daba consejos prácticos y bíblicos, que encendían y hacían fuerte la fe de los que le oían. Su sede episcopal fue una cueva en el monte Argeus, Turquía, donde acudían sus fieles a verle y consultarle. Curaba enfermedades del alma y del cuerpo, como Jesús. Fue testigo –mártir– de Jesucristo; es decir, tras predicar y ser evangelio hecho obra de misericordia, amor, fue torturado y ejecutado. Es patrono y protector de las enfermedades de garganta, y de los otorrinolaringólogos; o sea, de los titulares de esta palabra sin fin. En el Barrio de San Blas, en Santiago de La Ribera, se celebra todos los años, con fe y espíritu bullicioso, la fiesta del obispo médico, que curaba a humanos y a animales; era –este, sí– médico de medicina general y universal, con Dios diagnosticando y curando a su lado. Yo viví, durante 9 años, esta fiesta entrañable y lúdica. Tiempos aquellos en los que vivía la fe, el evangelio, y la fiesta: tiempos de felicidad humana y celeste. Después de la misa, siempre cantada y con predicador distinto, solemne, salíamos a dar un paseo –sacerdotes, amigos, monaguillos y monaguillas– por el recinto del jolgorio y la humareda, del vaso de vino y la panceta a la brasa. Después de lo divino, Diario, vivíamos el evangelio del acercamiento a la gente, y, como Jesús en las bodas de Caná, compartíamos el pan y bebíamos el vino de sus alegrías, y así el santo iba saludando, con nuestro saludo, a los que acudían, en tiempos, a su cueva en los bosques del monte Argeus, y, en este día, a la ermita de San Blas, en Santiago de La Ribera, al lado oeste del Mar Menor, con el deseo de ver prodigios; entre otros, el de compartir en el amor (13:06:20).

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