22 de marzo de 2022. Martes.
EN UN BÚNKER, SE OYE CANTAR A UNA NIÑA
EN UN BÚNKER, SE OYE CANTAR A UNA NIÑA
En un búnker, canta una niña, vuelve la esperanza. Kiev. Ucrania |
-Hay llanto, desolación, pérdida de fe, tristeza infinita. Estáis en un
búnker, huyendo de la barbarie, de las bombas. Con miedo en los ojos y una orfandad
tristísima en el corazón y, tal vez con un hijo en tu regazo, lloras. De pronto
una voz dulce, tierna, como una caricia que viniera a animar tu desgracia, canta
Let it go (“Libre soy”), película Frozen (“Congelada”), de Walt Disney. Oyes,
y no crees; sin embargo, la luz de la música va poniendo gozo donde antes lloraba
tu tristeza. La soledad se va alejando de ti y el nudo del llanto que ahogaba
tu garganta se deslía y deja que rías: te devuelve la esperanza. De la voz de
Amelia –la niña que canta a cappella, pequeña joya rubia–, ha brotado un frondoso
árbol de fe, que anima a la ilusión, y que desembocará en el amor: el mar de
las cercanías y la paz, el de la fraternidad. Dios, a veces, se deja oír en la
leve brisa de Elías, en el monte Horeb, o en la boca de una niña que canta a la
libertad desde un búnker cercado por el miedo y la angustia. Me hubiera gustado
estar allí y haber oído, no solo las notas, como diría Mozart, sino los
silencios que hay entre ellas. En Ucrania, y en un búnker, Diario, Dios estuvo
curando, en la voz de la niña Amelia,
los miedos de los que la oían, su pesimismo; fue la oración más bella escuchada
en tiempo de quebranto espiritual, de guerra injusta, de abatimiento infinito (12:18:06).
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