25 de octubre de 2019.
EL JÚBILO DE LA
JUBILACIÓN
No mariposa, pero sí hormiga voladora. En Murcia. F: FotVi |
-Dicen que, si una
mariposa te roza o pasa por tu lado, es señal de buena suerte: así, en
abstracto, sin señalar, sin deletrear qué suerte es. La suerte, o esa fuerza
misteriosa que determina que ciertos hechos y circunstancias imprevisibles se
desarrollen de una manera positiva o negativa. En este caso, parece que positivo.
Pues esta mañana, una mariposa, o esa levedad que vuela, que silabea su
presencia en el aire como si dudara, se ha posado en el cristal de la ventana
de mi estudio. Pero, al instante, cuando iba a fotografiarla, ha levantado
vuelo y se ha marchado. Como ha llegado se ha ido: sin hacer ruido, con la discreción
de lo humilde. Y he vuelto a mis asuntos: escribir, leer, tratar de que me oiga
Dios; es decir, rezar, y, de paso, estudiar. Todavía sigo en estos menesteres,
como un colegial más. Estudio, como remedio contra la vejez y la soledad, y contra
la pérdida de claridad al pensar. Ejercito mi cerebro, como hago con el cuerpo.
Si ando todos los días unos kilómetro –el 2 es un número vario–, ¿por qué no
hacerlo con el cerebro? Y me pongo e hinco los codos, y así, Diario, toco el júbilo
de la jubilación, no me quedo vacío y seco, como un árbol sin savia; es decir, intento
vivir una segunda, o tercera, o cuarta juventud, que –jubiloso– ya voy por ahí
(18:39:34).