miércoles, 14 de abril de 2021

14 de abril de 2021. Miércoles.
EL ERIAL DEL ODIO

Lluvia y olivo, en el jardín. T. de la Horadada. F: FotVi

-Miro caer la lluvia y me imagino el trigal colmado, y al segador agavillando la cosecha, para que no se le vaya con el pájaro y vuele. Miguel Hernández, en su poema Diario de Junio, escribe: «Día uno. Cae un agua sobre el huerto / justa como un anillo». Así es esta lluvia de abril, ajustada, escueta, tan piadosa. A veces, siento envidia del agua de lluvia que fecunda y florece en río, en árbol, y que corre hasta llegar al mar, donde se hace extensión y reflejo, y cielo invertido. Libertad azul. Envidio la lluvia, pero en absoluto la política última, la de ahora mismo, la que se asienta en el erial del odio y la mentira sin pudor, audaz, como con sonrisa de perro que babea y ladra. Y que no solo enseña los dientes; si puede, muerde. Con Sánchez a la cabeza, esta perturbación que él mismo es, mastica ficciones y fábulas, y, en vez de tragarlas, las echa fuera, como el que muerde granos de uva y escupe los huesos sin mirar adónde van. Es un mal prestidigitador al que se le ven todas las trampas, un mago del trágala y el fraude. Es el mentiroso que, enseñando su mano, dice: «¿Veis? Esto no es mi mano, son cinco pájaros volando», los dedos, y miramos, y hay quien no le cree, unos pocos; pero otros le creen y luchan por hacer verdad tal desvarío. Dice el salmo: «Líbrame, oh Dios, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta». Le pido a Dios, Diario, que acabe esta magia y nos visite la verdad, la que, como decía Cervantes, «siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua». Que suceda así, amén (17:34:01).

martes, 13 de abril de 2021

13 de abril de 2021. Martes.
FELICITACIONES

San Vicente Ferrer, relicario. Catedral de Vannes. Francia. F: FotVi

-Ayer, lunes segundo de Pascua hubo lluvia de felicitaciones. Con algún vencejo en el cielo. Una felicitación es una misiva de recuerdos –festivos unos, otros líricos– que alguien te envía con cariño: abrazos y besos incluidos. Te felicitan, y la vida empieza a correr hacia atrás; y como en una excavación, vas sacando cosas de aquí y de allá; vivencias que vibran: como una sonrisa, aquella palabra, aquel gesto, un viaje, alguna lágrima, este desliz –mariposas en el aire–, todo ocurre como si rebobinaras un rollo de película vieja. Como al niño Salvatore en la película Paradiso, todo te parece magia, y, mientras recuerdas, revives tu pasado, casi siempre sin ira, pero con frutal melancolía. Guinda en la boca. Aunque la iglesia católica celebra el 5 de abril su onomástica, en la Comunidad Valenciana la fiesta de San Vicente Ferrer se celebra el segundo lunes de Pascua. San Vicente fue un dominico predicador, taumaturgo, filósofo, y viajero por Europa. Está enterrado en la ciudad francesa de Vannes, en la que murió un 5 de abril de 1419. Cuando estuve allí, besé sus reliquias protegidas tras una reja, y sentí el escalofrío del que sabe que besa algo distinto, algo que fue espíritu y palabra evangélica, algo perturbador. Entonces predicaban el Apocalipsis más extremo, el de las postrimerías, el del fuego y el azufre. Apenas se predicaba el amor. Aunque siempre impactaba la visión de Jesús en la cruz y el posterior silencio al resucitar. «Tanto espectáculo al morir, y tan discreto florecer», me he dicho alguna vez. En aquel cuerpo que volvía a la vida, se percibía la luz desligándose de las tinieblas, con el dolor en los ojos por tanta luz deslumbrante, cegadora, que invitaba a la fe. Ayer, me felicitaron personas muy estimadas de Valencia y de Murcia, y respiré, con placer, recordando. Hay lugares, Diario, en los que, al parecer, dejas raíces, y después, con la gracia de Dios, florecen en el «olmo seco…, y en su mitad podrido» de la vida. (Machado). Es Pascua. ¡Alegrémonos! (12:33:04).

lunes, 12 de abril de 2021

12 de abril de 2021. Lunes.
PARPADEOS DE CANDIL


-Hoy, al rezar, pedía a Dios: «Ilumina, Señor, nuestras mentes», como un libro de claridad que se abra lúcido y nos señale el camino a seguir. Es decir, sin parpadeos de candil, con la fuerza del fuego del Espíritu de Dios sobre las cabezas de los apóstoles, incendiando juicios y palabras, y acelerando pasos, para poder llegar así a los lugares más legibles y templados del corazón humano, donde se hacen la santidad o el oprobio, el sí a la gracia o el no a la compañía –intimidad, trato– con Dios. Ilumina, pues, nuestras mentes; da reflejos, brillo, a ese lugar donde nacen las ideas que indican el camino de aquello que incita al bien y que hace vuelos en el entorno de Dios. Ideas que se revisten en las palabras, y se dicen luego, como cápsulas de la mente. Mente en la que se crean los pensamientos y se instala la razón, por la que se percibe el espíritu del ser humano. Si Dios, en la mañana, ilumina nuestras mentes, luego las ideas serán pequeñas chispas o gotas de su claridad –titilaciones– con las que se vayan forjando nuestras vidas, y que expresaremos en las palabras. Y entonces, Diario, podremos decir con Antonio Machado: «No desdeñéis la palabra: / el mundo es ruidoso y mudo, / poetas: sólo Dios habla» (13:05:19).

domingo, 11 de abril de 2021

11 de abril de 2021. Domingo.
ALELUYA Y BAUTISMO

Paloma descansando del vuelo, en el jardín. Murcia. F: FotVi

-Decir bautismo y aleluya, es recordar la resurrección. El bautismo es la luz de Cristo en forma de agua que cae sobre quien se bautiza; el aleluya es su amor que está siempre presente en los avatares de la vida. El bautismo es muerte y es resurrección; pero una muerte, que dura un instante: mientras corre el agua por la cabeza de quien recibe el bautismo; y resurrección es toda la vida. La resurrección –luz, antorcha– existe en las miradas y en el caminar de los pies, y en el quehacer de las manos. Las miradas, ven; al tiempo que las manos y los pies realizan la obra de amor en la que Dios, como en una eucaristía, se hace presente, está. Y arde. Y comunica claridad, ilustra. El bautismo es un poco de agua y numerosa abundancia de Dios: o el aleluya perpetuo, siempre exultante de la alegría. Hoy, segundo domingo de pascua, celebramos los cristianos el día de la misericordia. Celebramos a Dios que multiplica los panes en los pies de quien camina y en las manos que se abren y se dan, para acallar, un tanto, el drama de la pobreza. Quien mastica el pan que se logra de la misericordia, es como si comiera a Cristo en la eucaristía, pues tiene el sabor y el aroma del amor. La riqueza, la fertilidad inmensa del bautismo, está en que nos ha purificado, que nos ha hecho renacer por el Espíritu, y que nos ha redimido por la sangre. Aleluya y bautismo, Diario: resurrección. Mientras, las palomas escriben, con renglones torcidos –sus vuelos imprevisibles–, bellos y lineales mensajes de paz en el cielo (12:47:43).

sábado, 10 de abril de 2021

10 de abril de 2021. Sábado.
PRIMERAS PALABRAS

Violín Stradivarius con vida, si hay vida, humana. F: Google

-Vuelvo a despertar con lluvia en el asfalto y palomas en el cielo: las primeras palabras de mi rezo. O la emoción de las palabras. Despertar diciendo luz, vuelo, agua, plegaria, Dios, es llevar a tus labios el asombro –la fascinación– de las palabras: su carne y su clamor en la boca, y la plenitud de masticarlas. Luego queda la esencial: «Vivir»: otra exclamación de claridad, de luminiscencia; y la que le sigue: «Libertad»: la bella expresión del vuelo, con aroma de ensoñación. Vivir volando, aunque los años y la política traten de cortar tus alas, es una aventura de columna tallada que permanece y sostiene el bello edificio de la persistencia, de la tenacidad, de la sabiduría. La ley de la eutanasia se da de bruces contra este templo de la vida, que es la ancianidad. Sin embargo, estos bárbaros de la utilidad y del lucro, del dividendo, carecen de fe en el arraigo y la categoría de la vejez. La poesía de la ancianidad sigue palpitando aún como un Stradivarius, que, no por viejo, suena peor. Leo esto de los Stradivarius: «Las características sonoras e individuales de estas obras de arte son únicas». Y lo único es contrario a lo vario, a lo heterogéneo, a lo diverso. Aunque con lo vario, con lo otro –la orquesta– haga música celeste, de vibración de río, de pulsaciones del alma. «Ah, quién fuera Stradivarius para que te valoraran», me he dicho; pero, de inmediato, he dado marcha atrás: los cínicos y agoreros, los insensibles, nunca darían su brazo a torcer: dejarían morir al anciano y salvarían al Stradivarius. Terrible. Yo, Diario, vivo en Dios y en las palabras, y en los silencios que dejan las palabras, que tanto me dicen de Aquel y de éstas; y lo hago, llevando mi vejez con la alegría del que, por la bondad de Dios –el siempre optimista–, ha vivido y puede cantarlo, asido, cosido siempre a la esperanza (13:23:32).

viernes, 9 de abril de 2021

9 de abril de 2021. Viernes.
TRIGAL FLORECIDO

Capilla de la celebración, Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Sigue cayendo la lluvia, débil y pausada, o la serena bendición del cielo sobre la tierra. Con la lluvia, la tierra se esponja y abre sus carnes para recibir la semilla. Murcia, la siempre necesitada de agua, bendice –con una mirada agradecida al cielo– esta otra bendición de la lluvia. Así, las dos bendiciones se encuentran: la una que sube en forma de palabra y la otra que baja como agua, y que, llegado el tiempo, se juntarán en el abrazo del trigal florecido, y lleno. Cuando el trigal se incline por el peso de las espigas, estará reverenciando este encuentro: lo que fue lluvia bendecida y labios bendiciendo, y que, en la tierra, se harán fiesta y gavilla, y pan, o cosecha horneada. Ahora este pan lo comemos en la mesa familiar y en el altar: o en la mesa del hombre y en la de Dios. En la mesa del hombre es alimento que sustenta el cuerpo, y en la de Dios, y como diría San Juan de la Cruz, «vivo pan, que da la vida», y que llega al «manantial primero del amor trinitario». El agua que cae es bendición derramada, e hisopo que nos bautiza y limpia de nuestras miserias, de nuestros harapos espirítales; y es pan que comeremos luego como cuerpo de Cristo; cuerpo que estará conformado de divinidad, de carne humana, de lluvia, de tierra, de trigal. Y que será consagrado con el aliento del Espíritu de Dios. Yo, Diario, cuando comulgo, pienso en todo esto; pienso que saboreo carne, lluvia, tierra, trigal, divinidad, y, entonces, me doy a la celebración de la Creación, como obra conmovida y amorosa de Dios, que, en Cristo, se hace redención y rescate, eucaristía (12:31:51).

jueves, 8 de abril de 2021

8 de abril de 2021. Jueves.
¡AYUDA!

Solo en el desierto, muerte. F: Prensa

-Día gris de llovizna leve, como de llanto pausado. Se impone la pausa en nuestro modo de vivir. Vivimos a golpe de pandemia, con susto, pero aún libres. Aparentemente vivimos sin horizontes, sin planes, pero pensamos y, en las noches sin luna, sentimos las estrellas. Sabemos que, en el universo, todo se mueve. También el mal. Me ha sacudido –hasta el llanto, perdón–, la historia del niño de 10 años, caminando solo y sin rumbo por el desierto, al este de Río Grande, en Texas. Es uno de tantos niños abandonados en la frontera entre México y Estados Unidos. Lo encontró un agente –¿un ángel?– de la Patrulla Fronteriza. El niño se dirigió al agente, y, llorando, pidió que le auxiliara, iba –contó– con un grupo de personas, que le abandonó a su suerte, sin dejarle agua ni comida. «¡Ayuda! ¡Tengo miedo!», dijo el niño. Vestía una chamarra –pelliza– para protegerse del frío que suele agudizarse por la noche en el desierto. Otro día son dos niñas de 5 y 2 años arrojadas por un traficante desde los cuatro metros del muro de la indignidad construido por Trump, auxiliadas también por agentes de la Patrulla Fronteriza, y así una y mil veces. Es el drama de la frontera y del mar, y, en general, del pavoroso drama de nuestro tiempo, el de la migración ilegal, alimentada por mafiosos con alma de perros, voraces. Es el grito de la pobreza que clama en el desierto. «Es un crimen contra la humanidad», dice el Papa Francisco; y sigue: «constituye una violación injustificable a la libertad y dignidad de las víctimas, constitutivas del ser humano, querido y creado por Dios». Podríamos lamentarnos con Francisco Umbral ante la muerte de su hijo: «Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en luz. Y nosotros aquí, enardecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote». Que Dios proteja a los niños de la soledad y del ser humano, Diario, egoísta en ocasiones, terrible a veces, insensible a la piedad, casi siempre (17:19:29).

miércoles, 7 de abril de 2021

7 de abril de 2021. Miércoles.
ASOMBRO POR TODO

Árbol asombrado ante el blanco de la paloma, en el jardín. C. Sacerdotal. F: FotVi

-Atardecer de acuarela: suavidad en el paisaje. Ayer. Antes del rezo de vísperas, salgo al balcón, levanto la vista al cielo, y allí estaban los vencejos, acelerando sus piruetas, sus emotivas y arriesgadas contorsiones. Seis vencejos conté. Luego recé con sus vuelos, y la alegría de sus acrobacias me acercaron a Dios. He vuelto a la niñez: me asombro de todo: del abrirse de la rosa en el jardín, al acontecimiento –no reflejado en los periódicos– de la llegada de los vencejos a la ciudad. Me asombra la lluvia que está cayendo, y el olor que sube de la tierra. Tal vez el asombro sea el libro de cabecera de los niños, y la razón por la que ríen cuando duermen. Una anciana pitonisa, en mi pueblo, decía que, al dormir, los niños soñaban con los ángeles; tal vez sea así; pero yo no lo recuerdo. Y hablando de adivinadores: ¿Qué me dicen del gran vidente Sánchez? ¿Estaremos a finales de julio vacunados el 70%, como ha revelado en rueda de prensa? Ya no me asusta el pastor que grita que viene el lobo. Un vencejo se lanza hacia abajo y, con las alas recogidas en picado, me dice que no, que el vidente Sánchez se equivoca, de buen grado. Es decir, miente. Hay elecciones en Madrid, y Madrid es la espina dorada que se le ha atragantado y que no puede hacer pasar, a pesar de sus sudores fríos, y sus arcadas. Lo que le lleva a mentir y a mentirse, sin compasión. Y es que como dijo alguien: «El asombro nos espera en cada esquina». Yo me quedo, Diario, con el asombro ante Dios y ante su obra; admiración ante todo lo que me rodea –también ante el vencejo–, imitando así al Creador que, según dice el Génesis, al contemplar acabada su obra, miró, se extasió, y «vio que todo era bueno» (17:47:56).

martes, 6 de abril de 2021

6 de abril de 2021. Martes.
EL VUELO DE LA MARIPOSA

Sabio lector, en gran biblioteca. B. del Vaticano.  F: Prensa

-Ayer me anunciaban desde Madrid, que mi libro Me detuve, y toqué el silencio, había salido de la imprenta, y que pronto estaría en las librerías. Y, al punto, tras la noticia, el día nublado se abrió al sol; y ahí sigue, como una joya dorada, luciendo, alumbrando palomas: «Es el aleluya festivo por mi alegría», he pensado. El libro se inaugura con una cita de Stéphane Mallarmé. Dice: «El mundo existe, para llegar a un libro». El libro es, pues, el testamento del mundo. Es su memoria y su dote, su legado. En la biblioteca se resume todo lo que es el mundo: desde Dios, al átomo más ínfimo; desde la verdad más excelsa, al error más nauseabundo, y todo es sabiduría. La sabiduría no se detiene en la moral o ética de las cosas, sino en que existan o que tengan la posibilidad de existir. Se trata de ser y de estar. El vuelo de la mariposa también es sabiduría. «Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín, ya no os faltará nada», decía emocionado, estremecido, Cicerón. Desde la Biblia, libro que recoge con reverencia de la escritura, la palabra y la obra de Dios, hasta el libro más imperfecto, todo merece el respeto y la lectura atenta y considerada del investigador más exhaustivo al más trivial consumidor de tebeos. Decía Jorge Luis Borges, con voz de síntesis y euforia de sabio: «Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca». Yo, sin embargo, Diario –y con permiso de Borges–, imagino el paraíso con Dios, que es donde descansa y florece el verdadero conocimiento, el que te hace eterno degustador en la fuente, que siempre mana, de su Sabiduría (13:28:53).

lunes, 5 de abril de 2021

5 de abril de 2021. Lunes.
CONTIENE SUEÑOS

Día hidroalcohólico, en Murcia. C. Sacerdotal. F: FotVi

-Día con nubes, hidroalcohólico, para recordarnos que aún sigue la pandemia. Así. La carcoma roedora recuerda que el mueble en el que se instala está viejo. La carcoma nos habla de la vulnerabilidad del mueble, aunque sea un bello retablo gótico o un sillón del Señor de los Anillos. Con su morder continuo e irreverente, anuncia un final caótico a la pieza de la que se nutre. Después de la alegría –resurrección, luz, día de sentimientos nuevos–, nos llega, de inmediato, el miserere, donde se canta lo triste y se celebra la ortiga, la que, si la miras sin cautela, te pincha en los ojos. Rezo y, cuando me desperezo del todo, caigo en la cuenta de que estamos sobreviviendo a varias pandemias: la del virus, eléctrica, destructiva, endemoniada, tanta muerte; la de la política, falsaria, de trileros, escamoteadora, de idólatras de la mentira; la económica, mortífera, nociva, la que lleva a las largas colas del paro y del hambre, la que afecta a las clases medias y bajas, no a los políticos, que, para el mitin y viviendo en palacios, se visten de sudadera, y echan hormigas voraces por la boca, hormigas que viven y se nutren de la selva. Destruyéndola. He de decir que apenas entiendo de estas cosas; pero oigo los lamentos de los que lloran, y de esto, ya desde niño, sí que sé. Me aterran las lágrimas de los niños que, sin culpa, pagan las injusticias, las pifias de los mayores, sus desmanes. Decía Mirko Badiale, filósofo italiano y escritor de aforismos: «En cada niño se debería poner un cartel que dijera: “Tratar con cuidado, contiene sueños”». Por algo, Dios, antes de que crezcamos, nos hace niños, para que nos acostumbremos al asombro, y en cada cosa que nos fascine, hallemos su presencia, la huella de su bendición, con la que poder soñar (13:28:40).

domingo, 4 de abril de 2021

4 de abril de 2021. Domingo.
LAS NUEVAS COSAS

Cosa nueva con rocío, en el jardín. C. Sacerdotal. F: FotVi

-La novedad se ha de mirar con ojos novedosos. Y hoy es el día de las cosas nuevas. Y de las nuevas miradas. Miradas que nacen en el interior, en el lado del espíritu, y afloran en los ojos, para decirse en las palabras y hacerse realidad en las manos. Obra gozosa. Lo que miran los ojos y dicen las palabras, lo acaban por hacer las manos –«como el sol que hace las frutas»–, y todo se ha de conjugar, uniéndolo, en una misma dirección, la del amor. Jesús ama, y muere por amor; y, en el silencio de la noche, resucita, también por amor. Hoy, domingo de Resurrección, todo es claridad, porque todo es amor. Es amor en María Magdalena y en la de las otras mujeres, y en Pedro y Juan, que corren al sepulcro para saber quién ha robado el cuerpo de Jesús; miran, y, lo que buscan, no está, y es entonces cuando creen, ahora que el amor se ha hecho fe. Cuando no ven, creen. No todo lo que ves es verdad, sino aquello que crees tener; y el amor, que es intangible, si crees poseerlo, lo tienes. «Él venía de no estar / y en aquella estancia estaba, / que sin ruido de su pie, / se notaba su pisada. // El oído no lo oía / y el silencio lo ocultaba, / mas, si se habla de amor, / en las palabras estaba», dice el poeta. Mirar las cosas con ojos nuevos, es mirarlas, Diario, con ojos de fe y amor, dejando que, en la fe, vaya creciendo el amor, hasta dar con el germen de ese amor, que se halla en Dios, donde todo descansa y reverdece, haciéndose más y más amor, como una epifanía inabarcable, infinita, sin horizontes (12:46:02).

sábado, 3 de abril de 2021

3 de abril de 2021. Sábado.
CON NIÑOS-VÍA CRUCIS

 
Niño curioso, con el Papa Francisco.  Roma. F: Prensa

-Jesús y los niños. «Dejad que los niños se acerquen a mí»; «dejadlos», dijo Jesús, y los niños fueron a él, y él les abrazó. Los unió a su ruta de salvación. En el Vía Crucis de Viernes Santo, en Roma, se ha oído la voz del Papa Francisco decir: «Dejad que los niños se acerquen a nosotros, y nos cuenten sus miedos, sus esperanzas, su fe sencilla y su amor purísimo», porque el que no se haga como niño –unidos a su redención–, no podrá formar parte del reino. Ha sido un Vía Crucis de niños hablando de sus cosas, tristes y alegres cosas, con Jesús; ha sido el evangelio –siempre ha estado ahí– de la inocencia y la sencillez, del candor y la verdad. La verdad dibujada con el encanto de la línea mal trazada y el color abigarrado de la casita pintada con el humo que sale por la chimenea. El humo de la plegaria, quizá, que sube como el incienso, hasta tocar a Dios. Frente a la grandeza del escenario, la pequeñez sublime de los niños enseñando sus corazones. Con alas. El dolor de un niño por el abuelo que fallecía solo en un hospital; contó el niño como argumento de una estación del Vía Crucis: «Bajaron de la ambulancia unos hombres que parecían astronautas, con guantes, mascarillas y viseras y se llevaron al abuelo…», y allí murió, no lo volvió a ver más. Tristeza que desgarra. Angustia de niño que es evangelio: los niños fueron a Jesús y él les abrazó. O el evangelio de los niños –franqueza, claridad, irradiación– que fueron abrazados por Jesús. Dice el Papa Francisco: «También en esta época, como en el pasado, la iglesia pone su maternidad al servicio de los niños y sus familias». Su maternidad; es decir, su seno de crecimiento y defensa, de ternura. Hasta ser luz en la luz de la vida. En una noche triste y desolada, Roma, Diario, se iluminó con la luz clarísima y libre, abierta, del evangelio de los niños que abrazó Jesús, y que, en ese abrazo, se sintieron rescatados, salvados; y, como palabras en el aire, liberados (11:00:40).

viernes, 2 de abril de 2021

2 de abril de 2021. Viernes.
LA CRUZ UNIVERSAL

La cruz de la humanidad crucificada, Szestochowa, Croacia. Polonia. F: FotVi

-Abro los ojos y me veo bendecido. Me santiguo y acude a mí la bendición: quedo consagrado. «Dios me habita», digo, y miro la cruz universal que preside el día. Día de dolores absortos y gritos de los silenciados: «¡Padre, ¿por qué me has abandonado?!». Viernes santo, y, en Cristo, toda la humanidad crucificada. Hoy la cruz se ensancha y abarca los cinco continentes, tiene miles de caras y un solo crucificado: la humanidad, que sangra hecha crucifijo en Cristo. Los crucificados no tienen nombre, pero sí clavos, y espinas, y soledad: cristos rotos, sin nombre, pero con identidad. Son los anónimos, y sin embargo santos, de la cruz. Hay tantas cruces «en las víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos…; en las personas, familias y poblaciones ya probadas por la pobreza, calamidades y conflictos»: dice el Papa Francisco. La cruz sangra por muchos sitios, pero es una sola cruz: o el gran acorde desafinado, chirriante, y sin embargo salvífico, del dolor. El dolor salva porque nos hace más humildes, y permite que alguien nos ame ayudándonos. El dolor es luz que cierra las heridas del desamor. Una mano que acaricia el dolor, es una mano santa que está creando amor: en la herida y en quien sufre la herida. «He encontrado la paradoja –dice la Madre Teresa– de que si amas hasta que te duela, no puede haber más dolor, sino más amor». Esta mañana, Diario, y como es mi costumbre, me he santiguado, y he tenido la sensación de que lo hacía con todo el sufrimiento del mundo, con el de Cristo y los otros, y me he sentido fortalecido, purificado, elevado: he deseado amar más (12:09:48

jueves, 1 de abril de 2021

1 de abril de 2021. Jueves.
TESTAMENTO INABARCABLE

Humilde cáliz vegetal, en el jardín. R. de la Horadada. F. FotVi

-Jueves, y santo. La santidad nos habita, como una nevada de gracia caída del cielo. Dios, desde arriba, mira y protege, y nos regala días de luz y de indulto, de amistad. Este es uno de esos días de claridad y amnistía, de perdón para el hijo: hijo que entra en la caricia –abrazo, lazo amoroso– de la piedad del Padre. Hoy todo es evocación, recuerdo, memoria. Una cena, la última de Jesús con los suyos. Las miradas, los gestos, la tensión, las palabras, todo se hace sacramento, signo de salvación; y es que la palabra, al ser pronunciada, crea lo que dice. La negación de Pedro a que Jesús le lave los pies: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo», es la enseñanza del servicio, del auxilio, de la mirada redentora al pobre. Enseñanza que recogió el Papa Francisco y que renovó, con perturbación y sorpresa de las altas estancias del Vaticano, en el Centro de Detención Juvenil, en la cárcel Casal del Marmo, en Roma. Fue y lavó los pies a doce jóvenes presos, allí, donde las rejas y las aprensiones, donde las lágrimas y las sospechas, y a los que les dijo: «Lavar los pies quiere decir que estoy a vuestro servicio». Las Palabras de Jesús se decían y creaban costumbre, sacramento. Salvación. Y al pan y al vino, y pensando en su muerte y resurrección, estremecido, los hace signos de la fe: «Esto es mi cuerpo», dice, y: «Este es el cáliz de la nueva alianza», y, desde entonces, y como ocurriera el primer día de la creación con el «Hágase la luz», el pan será su Cuerpo y el vino, su Sangre: testamento inabarcable, Diario, de paternidad y filiación, de dádiva, de ministerio que salva (12:44:20).

miércoles, 31 de marzo de 2021

31 de marzo de 2021. Miércoles.
¡VIVA EL SOL!

Bignonia sin máscara, en el jardín. T. de la Horadada. F: FotVi

-En la gran página del día, el sol rubrica su firma de luz y suelta de palomas, y, con ellas, la alegría de vivir. Es un día de primavera cálido y sereno, río de paz, con paisaje de ánades y cisnes. Los árboles ya sueñan con nidos, y las bibliotecas, con libros nuevos y lectores que los lean con el afán del que mastica. Con hambre. Hambre de leer y asombrarse. En su poema Viva el sol de la mañana, Rafael Alberti canta: «Toda la tierra es un ¡Viva! / El mundo todo, una selva: / ¡Viva el sol!» Alberti, gran poeta, al que a veces le sale en los versos el niño que le inspira el poema. Aunque no todo es luz y claridad en este miércoles santo; también hay sombras; sombras negras y de perfil hosco como el del ministro Ábalos. Perfil como de asco el suyo. ¿Alguna vez habrá degustado el mal encarado ministro un langostino del Mar Menor? Yo diría que el Gobierno –este que nos desgobierna–, da palos de ciego, y el agua infectada del charco le salpica la cara y le tapa la visión. Ahora dice que mascarillas siempre y en todo lugar, aunque vivas en Sierra Espuña y respires naturaleza: puedes contagiar tú o que la naturaleza te contagie a ti. Es la penúltima gran sinfonía sanchista en re menor, al estilo de la 9ª de Beethoven. Pero, ay, es esta una sinfonía desafinada: el saxofonista, por obedecer, tocaba con mascarilla. Menos mal, Diario, que Dios escucha y entiende a quien le habla con y sin mascarilla; pero más, si se le habla con la mascarilla de lo humilde, de lo abatido, lenguaje este que, ante él, siempre florece en gracia y bendición, en consagración (13:34:47).

martes, 30 de marzo de 2021

 30 de marzo de 2021. Martes.
SEGUNDA DOSIS

Con la vacuna, huyendo de la quema. T. de la Horadada. F: FotVi

-A punto de hacer frente a la cuarta ola –anuncian los datos aguafiestas que nos adelantan los expertos–, toca vacunarme. Hoy. A las 10:36. Ni un minuto más, ni un minuto menos. La segunda dosis. Vacuna Pfizer. Pienso en la mano de la enfermera o enfermero, tan llena de paz y precisión, dando el golpecito en el brazo e inoculando el líquido salvador, que, con algodón humedecido en alcohol, más tarde purifica. Y lo hacen, como si te rozara la ternura, o con el dedo acariciador y sin peso de una madre. Dan el pinchazo, limpian, y espere 15 minutos en la puerta. Por si el vahído o la reacción adversa. Por si acaso. Después de un año largo –lo que dura la pandemia– he visto a mi enfermera, Susana Muñoz, la que medía mi tensión, me controlaba el peso y me decía cómo iba mi azúcar, la que me da la energía para poder seguir tirando de los años. Tantos ya. Juntando los codos, nos hemos dicho el gozo por el encuentro inesperado. He salido del Centro de Salud y he vuelto a respirar el día, con mascarilla, pero feliz. He visto a unas muchachas fumar y reír, y a una anciana ser vacunada dentro del coche. En la enfermera que la ha vacunado, me ha parecido advertir una sonrisa en sus ojos: una sonrisa de intimidad, como si le viniera, no de los labios, sino del alma: o de un verso –paisaje, lago, arboleda– salido de los ojos. «Todo, en el día a día, no es morir –he pensado–, también es vida, y vida que ríe y se dice en la mirada». Estoy a punto de decir, Diario –tal vez no sea así, pero yo lo siento– que esta vez Dios ha reído conmigo en la segunda dosis de mi vacunación, así como en la mano del enfermero, que tan pequeño golpe ha dado –sin ruido– en mi brazo y que apenas he notado, tan hoja de acacia ha sido, con caridad tan silenciosa lo ha hecho (12:32:18).

lunes, 29 de marzo de 2021

29 de marzo de 2021. Lunes.
FIRMA DE DIOS

«Señor, tú sabes que te amo», lago de Genasaret. Israel. F: FotVi

-Hoy es lunes, dicen, y yo me pongo a vivir en lunes, pero perdido. Apenas sé si es lunes, o domingo, o jueves, tanto es el tiempo encerrado y sin referencias. O solo las referencias del sol y de las pequeñas cosas que suceden en mi rededor, como rezar y escribir, o meditar sueños, o mirar palomas, y la pandemia que, a cada instante, y desde cualquier medio de comunicación, te sale al encuentro y te amarga la paz del alma, te humilla el día. Te lo unta de tristeza. Cada vez que me asomo al balcón, veo el hospital enfrente, y pienso en el dolor que en él convive, cohabita con la vida. Y pienso en los ojos y en las manos –ternura de nieve–  de médicos y enfermeras, y demás personal sanitario. Y, aunque rezo, me estremezco. Y es la hora en que intento entender, leer con un espíritu nuevo, algo que San Juan Pablo II dijo del dolor de la humanidad herida: «El sufrimiento humano –dijo– ha alcanzado su cumbre en la pasión de Cristo»; dolor que ahora –con Tomás, el discípulo incrédulo y minucioso– intento tocar, y hurgar en él, y venerar. Y lo intento hacer, Diario, en las heridas del Cristo rememorado e invocado, para que una vez desliado de sus vendas de muerte, y con la rúbrica de Dios escrita en la fe, pueda yo decir: «Ha resucitado, ¡aleluya!, en mí» (13:27:28).

domingo, 28 de marzo de 2021

28 de marzo de 2021. Domingo.
HUMILDAD ENJOYADA

La palma y el olivo, en manos de los niños: ¡Hosanna!. Lo Pagán. F: FotVi

-Hoy, con Jesús, el olivo y la palmera celebran su día grande: en las manos de los niños, y en sus voces, serán hosanna y bendición, grito festivo, esplendor vegetal. Jesús entra a lomos de un borriquillo en Jerusalén; es decir, a lomos de la humildad. Así la humildad se viste de solemnidad, se engalana; pero sin dejar de ser humildad, aunque sea humildad ataviada. O como la novia del salmo: humildad enjoyada. Jesús, pues, montado en el borriquillo de la profecía de Zacarías, que anunció: «Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila». Jesús, que viene a salvar lo perdido, lo apartado, lo dejado de lado, lo primero que salva es la humildad, y la pone en lo alto de la columna del templo de sus bienaventuranzas. Como capitel de las mismas, donde descansa el edificio todo, inamovible y liberador, del evangelio. Y desde entones es bienaventurado el pobre, la niña de 2 años, Nabody, muerta al llegar en patera a Canarias, el leproso, el calumniado, el ciego, la mujer que va a ser apedreada, el ladrón que le mira desde su cruz y le pide ser acogido, el que se niega a sí mismo y le sigue, eligiendo el camino de la misericordia, de la piedad, del amor... Ahí está, como dice la profecía, el rey, que, humilde, viene montado en un asno, salvando lo condenado por la soberbia y la falsedad: la hipocresía del mundo. Hoy, el olivo y la palma, con el niño que las hace vibrar, salen al encuentro de Cristo, que viene a librar la batalla definitiva entre la vida –la luz–, y la más pavorosa debilidad –la muerte–. Pero sabemos, Diario, que vencerá le Vida; lo sabemos y se nos llena la boca –ya desde ahora–, de ¡aleluyas!, que son el ¡hosanna! –«¡portones alzad los dinteles!»– de la resurrección (17:52:07).

sábado, 27 de marzo de 2021

 27 de marzo de 2021. Sábado.
ALFABETO DE LA VIDA

El sol, esta mañana, apareciendo. C. Sacerdotal. Murcia. 

-El sol sale: como expuesto –reservado– en una custodia de oro, y bendice la tierra; y lo hace desde la bóveda del cielo, para que su bendición sea amplia, más abrazo universal, más lluvia solar. La pequeña brizna de césped en el jardín o la luna en el cielo, pueden quedar tranquilas: tendrán luz suficiente para fascinar al poeta o al pintor. Ellas serán objeto del pincel y causa del poema; es decir, raíz de la sorpresa, de esa sacudida interior luminosa, celebrativa, que precede a la obra de arte. En ellas, silabeará la gracia. Esta mañana rezaba yo en Laudes: «Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio»; pero Dios se me ha anticipado y me ha dado el sol, que ha abierto su racimo de luz –palmera frondosa, con dátiles– y me ha llenado de vida, con un poco más de amor por todo. Conviene rezar; pues, de pronto, se te pueden abrir los ojos y llenártelos de cosas fascinantes, bellas, que hasta ese momento, por ser cosas cotidianas, monótonas, repetidas, quizá te podrían haber pasado desapercibidas, como distraídas, con luz de candil. Y es que como decía San Agustín: «Es muy difícil en la vida que uno aprenda lo que cree ya saber». Puede ser este un modo de oración humilde, rendido, que te disponga cada mañana a ser discípulo de todo, para poder aprender de todo, como el niño, Diario, que empieza a deletrear –a gustar– con perplejidad, el alfabeto de la vida; de este modo: ¡la a, alabanza!; ¡la be, bendición!; ¡la ce, comunión!; y así todo lo demás, como un verso amable de Dios, que te abra el día (11:31:24).

viernes, 26 de marzo de 2021

26 de marzo de 2021. Viernes.
MADRE DOLOROSA

Virgen de la Caridad, catedral de Liubliana. Eslovenia. F: FotVi

-El sol rompe la niebla como el que abre la noche con una cerilla, con la lentitud y la cautela de un felino, sin grandes aspavientos, pero seguro y libre, hasta darse todo él en luz y bondad. En este día de paz y pandemia, celebramos la fiesta del Dolor de María. María, que, como madre, es pureza –manantial– y dolor. María es la mejor discípula de Jesús. Como dice San Lucas, María apenas hablaba, pero todo lo que oía a su Hijo lo guardaba –y crecía – en su corazón. María es la recopilación más exhaustiva y sensible de las enseñanzas de Jesús, su teología más cercana e íntima. El corazón de María, pues, lleno de palabras y acciones de Jesús. Al final, junto a la cruz, María llora todo su dolor: el de ser madre y el de ser discípula que ve al maestro clavado a un madero y coronada de espinas su cabeza. Jesús, al verla, se conmueve, y le encomienda ser madre de su dolor y el de toda la humanidad. «Madre, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre», dice, y, en Juan, Jesús le confía el dolor del mundo, que, incorporado al de Cristo, será sufrimiento redentor. Y desde entonces, cualquier dolencia del mundo, cualquier punzada, es cruz de Jesús: cruz, que a María, como una espada, le llega al corazón. Todo dolor –el del pobre de agua y techo, el del niño que le niegan el nacer, el del perseguido por buscar la justicia, el del que llora de abandono en su ancianidad, el del que vive en el desprecio…–, es dolor, que, como clavos entrando en la carne, entra en el dolor de Jesús; al tiempo, que en el corazón de María, y así se cumplirá lo profetizado por Simeón: que una espada traspasaría su alma. Hoy celebramos esta verdad: que María es Madre del dolor del Hijo y también madre del dolor del mundo, por lo que es llamada, Diario, la Madre Dolorosa (17:53:26).

jueves, 25 de marzo de 2021

25 de marzo de 2021. Jueves.
ANUNCIACIÓN

La Anunciación de Fra Angelico, Museo del Prado. Madrid. F: Prensa

-Con la humildad y el rumor de Dios apenas audible, sin aspavientos, como una suave corriente de brisa, nos dice San Juan: «La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros». Pero antes tuvo que ser Palabra de Dios que entra en la carne, y como el sol por el cristal, entra sin manchar y sin romper, sin desgarros: la pureza queda intacta, nada se ha quebrado, la gracia sigue virgen. Hoy la iglesia celebra el anuncio del Ángel a María, por el que Dios pide permiso a la doncella para instalar su Palabra en aquel vientre lleno de gracia, y tan cerrado; y la Claridad de Dios, tras el Sí de María, pone su tienda, su casa, en esa otra claridad sin sombras y llena de certezas que es la sangre y el cuerpo de María. Desde entonces la poesía –García Lorca– podrá saludarla así: «Dios te salve, Anunciación, / morena de maravilla, / tendrás un Hijo más bello / que los tallos de la brisa». Y la teología –san León Magno–, la canta de este otro modo: «La majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad». Es un intercambio entre Dios que se abaja y la naturaleza humana que asciende, y en el que Uno y otro se encuentran y se hacen abrazo –se ciñen– en el vientre de María. Abrazo por el que Dios será llamado Hijo del Hombre, y el hombre Hijo de Dios. Y, así, ambos podrán dirigirse a Dios con la misma palabra tan cordial y tan llena de hermosos centelleos; ambos podrán decir: «Abba», «Padre»; y será ésta, palabra de verdad y comunión, de alivio y incesante claridad, perdurable..., eterna (11:44:16).

miércoles, 24 de marzo de 2021

 

24 de marzo de 2021. Miércoles.
EN LA CALLE

Viernes Santo, Dolorosa de Salzillo. Murcia. F: FotVi

-Dios, a veces, va rasgando la oscuridad y se hace presente en detalles de luz y predicción. Sutilmente, sin estruendo ni espectáculo de cohetería. Como quien, desde la humildad, alarga la mano de pobre y pide una oportunidad. Con la pandemia golpeándonos, Murcia, en sus calles y plazas, se viste de imágenes, de banderolas, en las que el dolor de Cristo expresa la dignidad y grandeza de quien sufre en soledad y sin aparente consuelo de nadie. Cristo, su Madre, los discípulos, el dolor y el Calvario, y la esperanza de la resurrección, hechos poster y pantalla que hablan en la calle, que piden piedad. En la calle, pues, la pasión de Cristo, inamovible, terrible, pidiendo indulgencia, un poco de amor. Es éste un modo de vivir la Semana Santa desde otra perspectiva, desde la intimidad, y desde la contemplación. La Semana Santa de este año, se vivirá de dentro a afuera, con el espíritu latiendo en las palabras y en los ojos, sin liturgias quizá, pero con la fe supliendo la representación, elevándose en oración y en comunión, en el tacto íntimo –místico– del crucificado. Lo tocamos con los ojos y lo amamos con el corazón: latidos de fuego. Y en cualquier lugar. Y en todo caso, como dijo San Pablo en su Carta a los de Corinto: «¿Por ventura no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros…? Glorificad, pues, a Dios, y llevadle siempre en vuestro cuerpo». En la calle o en el cuerpo, Cristo en nosotros, como llaga sagrada que nos limpia y nos eleva, y nos purifica, librándonos del error que somos, del pecado que nos enluta; pero siempre, Diario, por esas llagas, «perdonados» (11:55:19).

martes, 23 de marzo de 2021

23 de marzo de 2021. Martes.
MOCIÓN DE CENSURA AL SOL

Moción de censura al sol, apunto de apagarse. C. Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-¿Y si cualquier día se le ocurriera a alguien poner una moción de censura al sol para que solo alumbrara a los de un lado; es decir, a los que muerden la manzana con los dientes de la izquierda y negara su luz a los que mastican con todos los dientes y se relamen después de haber mordido el fruto? ¡Ah, cómo oigo –y paladeo – el crujido sensual y tierno del mordisco a la manzana, su alto sabor a dignidad, a libertad, a vuelo! En esta mañana de luz y paisaje abierto, de claridad y azul, y la pincelada de la paloma que vuela, me pregunto qué sería del mundo si estuviera en nuestras manos dar o quitar la luz del sol según nuestros intereses o caprichos. ¿Lo imaginan? Media esfera iluminada y la otra a oscuras, sin hogar y sin calor, a tientas. En el lado oscuro, ¿tendrían luz las luciérnagas, o también se apagarían? ¿Y el mirar de los niños, donde se refleja el candor de su alma? ¿Se apagarían las manos que hacen caridad? ¿O todo serían borrón y tedio, y diluidos horizontes, sin un más allá en el que poder soñar? O el terror de Allan Poe, que estaba, no en «contemplar cosas horribles» en la oscuridad, sino en «la idea de no ver nada». Las mociones de censura son zarpazos violentos, legítimos, pero inmorales, de la democracia a la misma democracia. Zarpazos de fuego entre las uñas, y de desaliento para quien ha quedado herido de un modo directo o indirecto, colateral, por el zarpazo. Pero yo, Diario, digo con el salmo: «Aunque pase por el valle de sombra de muerte, / no temeré mal alguno, porque Tú, Señor, vas conmigo; / tu vara y tu cayado me infunden aliento». ¡Respiro! (11:34:28).

lunes, 22 de marzo de 2021

 22 de marzo de 2021. Lunes.
RECORDARÉ

Mirando al cielo, donde el misterio. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Recordaré. Cuando todo esto pase, recordaré los aplausos desde los balcones, y los cánticos, y las guitarras, y los ojos con mariposas de los niños –miradas absortas–, dando gracias a los profesionales de la medicina. Esos aplausos, en lo más crudo de la pandemia, sellados y bendecidos con alguna lágrima, celebraban la alegría de vivir, de seguir ahí cada tarde, a las 20:00 horas, como un ritual hermosamente fascinante y gozoso de esperanza. Daban las gracias a los profesionales de medicina que hacían posible el milagro de la vida, esta claridad de servicio. Pero también recordaré otros aplausos negros, tristes como el cauce de un río sin agua, malsano, infectado de moscas: los aplausos de hace unos días en el Congreso celebrando la muerte, la expiración de la dignidad, el silencio de las cosas; fue este un día trágico, día que rompía y deterioraba la alegría de vivir el hoy y de soñar el mañana, como una aventura irrepetible y única, celeste. No hay cuidados paliativos, solo hay muerte, y subvencionada. «Muerte digna» llaman a este fracaso programado y alentado desde el mal llamado progresismo. La muerte nunca es digna, ni amable, es el signo visible y terco de nuestra debilidad; debilidad, que sin el aliento –soplo revitalizador– de Dios, sería solo finitud y sombría morada de gusanos, claustro interminable de soledad, glacial gélido de la nada. Dios nos salva de esta decrepitud y erial, y nos eleva a la categoría de hijos que, en él, Diario, somos salvados, dignificados. Él es la posada donde habitaremos, con la eternidad como dádiva y diálogo, como redención concluyente y feliz, definitiva (12:06:16).

domingo, 21 de marzo de 2021

21 de marzo de 2021. Domingo.
PRIMAVERA LÍRICA

Primavera abierta, en el jardín. T. de la Horadada. F: FotVi

-Cada amanecer me alegra contemplar la salida del sol, su acontecimiento puntual y luminoso, lírico, abierto. Como el girasol, el sol es sentimental y alegre, y liberal. Se da a todo ser, sin reservas, pleno, celoso de darse. Y no es arrogante, sino servicial, como hecho con rumores de caridad. Yo lo llamo el calentador de la pobreza. En uno de sus poemas Machado dijo: «Dios no es el mar, está en el mar». Y yo digo que Dios no es el sol, pero anda, descalzo, por el sol, iluminando su luz prístina, su armonía encantada. Ayer, 20 de marzo, a las 10:37, con alambres de frío y chubascos, llegó la primavera, que se dejó ver en el poema de la florecilla y en la melancolía del poeta, por cantar a esa florecilla. «Todo lo que mis manos tocan, vuela, / está lleno de pájaros el mundo», digo yo con Octavio Paz, el poeta de la fe en la palabra, y en el poema. Cantar cosas es enriquecer la primavera, dar salida a su belleza en las palabras, donde ella se repite sin descanso, como el gusano en la crisálida, una y otra vez, renovándose mariposa. Vuelo y libertad. O Dios en las cosas, Diario, liberándolas de sus limitaciones, haciéndolas cosas con luz y equilibrio, cosas con belleza, en su Sabiduría (12:55:35).

sábado, 20 de marzo de 2021

20 de marzo de 2021. Sábado.
EL PERRITO CANICHE

Lluvia en el jardín, y sueños. Torre de la Horadada. F: FotVi 

-Noche lluviosa, con abundancia de gotas y dulces sueños. He comprobado que, cuando no oigo las noticias de la noche en la tele, duermo mejor, uniendo así mi sueño a la paz de la sábana que me cubre. Es un sueño de zureo de paloma, de vuelo de gorrión. Alegre y acompasado, casi frutal. (Ah, el recuerdo del hueso del melocotón en la boca). Porque ver a Pablo Iglesias antes de acostarme, subido al decibelio y echando odio por el colmillo –le gotea–, es deprimente. E irritante, no solo por lo que me da, sino por lo que me quita. Me quita la paz y, al tiempo, me afila los bajos instintos de la rabia, que he de calmar tocando la cruz, imitando de este modo –tan bello– las costumbres de mi madre. Mi madre, que vivió la guerra, y al final, en su corazón, hizo la paz para siempre «con unos y con otros», decía. Pablo Iglesias, entre otras cosas, ha acusado de «delincuentes» y «criminales» a media España, enrabietado como el perrito caniche, con moña, que, desde la correa de su dueña, ladra a todo lo que se mueve a su alrededor. Prefiero ver, oír o leer al papa Francisco, que en Irak ha dicho esto tan justo y grato, tan alentador: «La fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza más fuerte que la muerte». Y de su encuentro con el gran ayatolá chiita Alí Al Sistani, con la sencillez de un discípulo, dijo: «Es un hombre humilde y sabio, a mí me hizo bien al alma su encuentro…Es una luz». Desde la humildad, Diario, se llega antes al abrazo que desde la arrogancia; arrogancia que siempre es estupidez, pisada en el barro, decadencia espiritual (12:14:21).

viernes, 19 de marzo de 2021

19 de marzo de 2021. Viernes.
HABLABAN LOS SILENCIOS

María, el Niño y José, el que escuchaba. Catedral. Las Palmas. F: FotVi

-San José es el silencio fructuoso, torrencial, transparente, que queda tras escuchar la palabra de Dios. El silencio de Dios habitaba en él. Él entendía el lenguaje sin palabras, sellado, de Dios. José era un hombre de tan crecida fe, que, en su fe, hablaban los silencios: porque sabía que sólo en el silencio se oye a Dios. A José, el padre adoptivo de Jesús, no se le oye decir una sola palabra en los evangelios. Los evangelistas sólo hablan de él cuando, desde la fe, tiene que actuar: en el Nacimiento de Jesús, en la huida a Egipto, en el taller de carpintero. Y siempre con el oído atento, esperando que Dios hable, para poder escucharle y actuar. No oye ruidos, sólo a Dios, a María, a Jesús. Cuando le habla Dios, siempre escucha, y enseguida se pone a hacer, obedece como una hoja movida por el viento. Dice San Juan de la Cruz: «Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma». Y Santa Teresa de Jesús: «En este templo de Dios, en esta morada suya, sólo él y el alma se gozan con grandísimo silencio». Habla del alma, como lugar donde Dios se refugia y toma abrigo. En San José, Diario, el alma era la pequeña mansión innumerable donde Dios siempre habitaba, y hablaba, y se complacía (13:48:01).