jueves, 8 de abril de 2021

8 de abril de 2021. Jueves.
¡AYUDA!

Solo en el desierto, muerte. F: Prensa

-Día gris de llovizna leve, como de llanto pausado. Se impone la pausa en nuestro modo de vivir. Vivimos a golpe de pandemia, con susto, pero aún libres. Aparentemente vivimos sin horizontes, sin planes, pero pensamos y, en las noches sin luna, sentimos las estrellas. Sabemos que, en el universo, todo se mueve. También el mal. Me ha sacudido –hasta el llanto, perdón–, la historia del niño de 10 años, caminando solo y sin rumbo por el desierto, al este de Río Grande, en Texas. Es uno de tantos niños abandonados en la frontera entre México y Estados Unidos. Lo encontró un agente –¿un ángel?– de la Patrulla Fronteriza. El niño se dirigió al agente, y, llorando, pidió que le auxiliara, iba –contó– con un grupo de personas, que le abandonó a su suerte, sin dejarle agua ni comida. «¡Ayuda! ¡Tengo miedo!», dijo el niño. Vestía una chamarra –pelliza– para protegerse del frío que suele agudizarse por la noche en el desierto. Otro día son dos niñas de 5 y 2 años arrojadas por un traficante desde los cuatro metros del muro de la indignidad construido por Trump, auxiliadas también por agentes de la Patrulla Fronteriza, y así una y mil veces. Es el drama de la frontera y del mar, y, en general, del pavoroso drama de nuestro tiempo, el de la migración ilegal, alimentada por mafiosos con alma de perros, voraces. Es el grito de la pobreza que clama en el desierto. «Es un crimen contra la humanidad», dice el Papa Francisco; y sigue: «constituye una violación injustificable a la libertad y dignidad de las víctimas, constitutivas del ser humano, querido y creado por Dios». Podríamos lamentarnos con Francisco Umbral ante la muerte de su hijo: «Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en luz. Y nosotros aquí, enardecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote». Que Dios proteja a los niños de la soledad y del ser humano, Diario, egoísta en ocasiones, terrible a veces, insensible a la piedad, casi siempre (17:19:29).

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