12 de abril de 2021. Lunes.
PARPADEOS DE CANDIL
PARPADEOS DE CANDIL
-Hoy, al rezar, pedía a Dios: «Ilumina, Señor, nuestras mentes», como un
libro de claridad que se abra lúcido y nos señale el camino a seguir. Es decir,
sin parpadeos de candil, con la fuerza del fuego del Espíritu de Dios sobre las cabezas de los apóstoles, incendiando juicios y palabras, y acelerando pasos, para poder
llegar así a los lugares más legibles y templados del corazón humano, donde se
hacen la santidad o el oprobio, el sí a la gracia o el no a la compañía –intimidad,
trato– con Dios. Ilumina, pues, nuestras mentes; da reflejos, brillo, a ese lugar donde
nacen las ideas que indican el camino de aquello que incita al bien y que hace
vuelos en el entorno de Dios. Ideas que se revisten en las palabras, y se dicen
luego, como cápsulas de la mente. Mente en la que se crean los pensamientos y
se instala la razón, por la que se percibe el espíritu del ser humano. Si Dios, en la mañana,
ilumina nuestras mentes, luego las ideas serán pequeñas chispas o gotas de su claridad
–titilaciones– con las que se vayan forjando nuestras vidas, y que expresaremos en las
palabras. Y entonces, Diario, podremos decir con Antonio Machado: «No desdeñéis la
palabra: / el mundo es ruidoso y mudo, / poetas: sólo Dios habla» (13:05:19).
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