5 de abril de 2021. Lunes.
CONTIENE SUEÑOS
-Día con nubes, hidroalcohólico, para recordarnos que aún sigue la
pandemia. Así. La carcoma roedora recuerda que el mueble en el que se instala está
viejo. La carcoma nos habla de la vulnerabilidad del mueble, aunque sea un
bello retablo gótico o un sillón del Señor de los Anillos. Con su morder
continuo e irreverente, anuncia un final caótico a la pieza de la que se nutre.
Después de la alegría –resurrección, luz, día de sentimientos nuevos–, nos
llega, de inmediato, el miserere, donde se canta lo triste y se celebra la
ortiga, la que, si la miras sin cautela, te pincha en los ojos. Rezo y, cuando
me desperezo del todo, caigo en la cuenta de que estamos sobreviviendo a varias
pandemias: la del virus, eléctrica, destructiva, endemoniada, tanta muerte; la
de la política, falsaria, de trileros, escamoteadora, de idólatras de la
mentira; la económica, mortífera, nociva, la que lleva a las largas colas del
paro y del hambre, la que afecta a las clases medias y bajas, no a los
políticos, que, para el mitin y viviendo en palacios, se visten de sudadera, y
echan hormigas voraces por la boca, hormigas que viven y se nutren de la selva.
Destruyéndola. He de decir que apenas entiendo de estas cosas; pero oigo los
lamentos de los que lloran, y de esto, ya desde niño, sí que sé. Me aterran las
lágrimas de los niños que, sin culpa, pagan las injusticias, las pifias de los
mayores, sus desmanes. Decía Mirko Badiale, filósofo italiano y escritor de
aforismos: «En cada niño se debería poner un cartel que dijera: “Tratar con
cuidado, contiene sueños”». Por algo, Dios, antes de que crezcamos, nos hace
niños, para que nos acostumbremos al asombro, y en cada cosa que nos
fascine, hallemos su presencia, la huella de su bendición, con la que poder soñar (13:28:40).
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