6 de abril de 2021. Martes.
EL VUELO DE LA MARIPOSA
EL VUELO DE LA MARIPOSA
-Ayer me anunciaban desde Madrid, que mi libro Me detuve, y toqué el silencio, había salido de la imprenta, y que
pronto estaría en las librerías. Y, al punto, tras la noticia, el día nublado
se abrió al sol; y ahí sigue, como una joya dorada, luciendo, alumbrando
palomas: «Es el aleluya festivo por mi alegría», he pensado. El libro se inaugura
con una cita de Stéphane Mallarmé. Dice: «El mundo existe, para llegar a un
libro». El libro es, pues, el testamento del mundo. Es su memoria y su dote, su
legado. En la biblioteca se resume todo lo que es el mundo: desde Dios, al
átomo más ínfimo; desde la verdad más excelsa, al error más nauseabundo, y todo
es sabiduría. La sabiduría no se detiene en la moral o ética de las cosas, sino
en que existan o que tengan la posibilidad de existir. Se trata de ser y de estar.
El vuelo de la mariposa también es sabiduría. «Si cerca de la biblioteca tenéis
un jardín, ya no os faltará nada», decía emocionado, estremecido, Cicerón. Desde
la Biblia, libro que recoge con reverencia de la escritura, la palabra y la
obra de Dios, hasta el libro más imperfecto, todo merece el respeto y la lectura
atenta y considerada del investigador más exhaustivo al más trivial consumidor
de tebeos. Decía Jorge Luis Borges, con voz de síntesis y euforia de sabio:
«Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca». Yo, sin
embargo, Diario –y con permiso de Borges–, imagino el paraíso con Dios, que es donde
descansa y florece el verdadero conocimiento, el que te hace eterno degustador en la
fuente, que siempre mana, de su Sabiduría (13:28:53).
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