9 de abril de 2021. Viernes.
TRIGAL FLORECIDO
TRIGAL FLORECIDO
-Sigue cayendo la lluvia, débil y pausada, o la serena bendición del cielo
sobre la tierra. Con la lluvia, la tierra se esponja y abre sus carnes para recibir
la semilla. Murcia, la siempre necesitada de agua, bendice –con una mirada agradecida
al cielo– esta otra bendición de la lluvia. Así, las dos bendiciones se encuentran:
la una que sube en forma de palabra y la otra que baja como agua, y que, llegado
el tiempo, se juntarán en el abrazo del trigal florecido, y lleno. Cuando el
trigal se incline por el peso de las espigas, estará reverenciando este encuentro:
lo que fue lluvia bendecida y labios bendiciendo, y que, en la tierra, se harán
fiesta y gavilla, y pan, o cosecha horneada. Ahora este pan lo comemos en la
mesa familiar y en el altar: o en la mesa del hombre y en la de Dios. En la
mesa del hombre es alimento que sustenta el cuerpo, y en la de Dios, y como
diría San Juan de la Cruz, «vivo pan, que da la vida», y que llega al
«manantial primero del amor trinitario». El agua que cae es bendición derramada, e hisopo que nos bautiza y limpia de nuestras miserias, de nuestros harapos
espirítales; y es pan que comeremos luego como cuerpo de Cristo; cuerpo que estará
conformado de divinidad, de carne humana, de lluvia, de tierra, de trigal. Y
que será consagrado con el aliento del Espíritu de Dios. Yo, Diario, cuando
comulgo, pienso en todo esto; pienso que saboreo carne, lluvia, tierra, trigal, divinidad,
y, entonces, me doy a la celebración de la Creación, como obra conmovida y amorosa
de Dios, que, en Cristo, se hace redención y rescate, eucaristía (12:31:51).
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