7 de abril de 2021. Miércoles.
ASOMBRO POR TODO
ASOMBRO POR TODO
-Atardecer de acuarela: suavidad en el paisaje. Ayer. Antes del rezo de
vísperas, salgo al balcón, levanto la vista al cielo, y allí estaban los
vencejos, acelerando sus piruetas, sus emotivas y arriesgadas contorsiones.
Seis vencejos conté. Luego recé con sus vuelos, y la alegría de sus acrobacias
me acercaron a Dios. He vuelto a la niñez: me asombro de todo: del abrirse de la
rosa en el jardín, al acontecimiento –no reflejado en los periódicos– de la
llegada de los vencejos a la ciudad. Me asombra la lluvia que está cayendo, y
el olor que sube de la tierra. Tal vez el asombro sea el libro de cabecera de los
niños, y la razón por la que ríen cuando duermen. Una anciana pitonisa, en mi
pueblo, decía que, al dormir, los niños soñaban con los ángeles; tal vez sea así; pero yo
no lo recuerdo. Y hablando de adivinadores: ¿Qué me dicen del gran vidente
Sánchez? ¿Estaremos a finales de julio vacunados el 70%, como ha revelado en
rueda de prensa? Ya no me asusta el pastor que grita que viene el lobo. Un
vencejo se lanza hacia abajo y, con las alas recogidas en picado, me dice que
no, que el vidente Sánchez se equivoca, de buen grado. Es decir, miente. Hay
elecciones en Madrid, y Madrid es la espina dorada que se le ha atragantado y
que no puede hacer pasar, a pesar de sus sudores fríos, y sus arcadas. Lo que le lleva a mentir y a mentirse, sin compasión. Y es que
como dijo alguien: «El asombro nos espera en cada esquina». Yo me quedo,
Diario, con el asombro ante Dios y ante su obra; admiración ante todo lo que me
rodea –también ante el vencejo–, imitando así al Creador que, según dice el Génesis,
al contemplar acabada su obra, miró, se extasió, y «vio que todo era bueno» (17:47:56).
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