COMO SI FUERA A LLORAR EL DÍA
-Hoy, nublado: como si fuera a llorar el día, igual que la montaña llora manantiales y el cirio pascual, lágrimas de cera. Llantos, sin embargo, con risas y cantares: aleluyas que se disimulan en lágrimas. Pues aleluya es el agua que corre o el cirio que, mientras se da, se consume: Para gloria de Dios y luz en la oscuridad. Hoy, miro y todo está nublado, en Ucrania, en Nigeria, en Nicaragua; es decir, en Europa, en África, en América. El mundo es un escenario de espadachines, un corral de gallos, donde todos cacarean y se pelean. El mundo parece que vuelve al tiempo en que todo era un caos, menos mal que el Espíritu siempre anda cerniéndose sobre las aguas tumultuosas, difíciles. Y ese Espíritu a veces habla; y en esta ocasión, desde la cátedra de un balcón, el papa Francisco ha hablado al mundo y ha pedido a un tal ególatra llamado Putin, «que detenga esta espiral de violencia y muerte, por amor a su pueblo» en Ucrania. Y todo porque «la guerra en sí misma es un error y un horror». Al tiempo que también se dirigía al presidente de Ucrania «para estar abierto a propuestas de paz serias». El Espíritu del bien se cernía sobre el caos de la tiranía y el despotismo del mal, que obnubila y oscurece las mentes. La guerra es fealdad, banalidad, destrucción absurda. La paz, por el contrario, es vida, pues como dijo Albert Einstein: «Cuando me preguntaron sobre qué arma podría contrarrestar el poder de la bomba atómica, yo sugerí la mejor de todas: La paz» Vida, en la paz (17:52:32).