martes, 25 de enero de 2022

25 de enero de 2022. Martes.
DENTRO DE UN ABRAZO

El sol abriendo nubes, en mañana de lluvia. Casa sacerdotal. F: FotVi

-La noche ha roto su cristal y ha llovido. «Agua y noche: todo cristal fluyendo», me he dicho. Luego el sol ha ido rompiendo la madeja de las nubes, y ha salido susurrándose, sin decirse del todo. Como un pincel que dudara en el trazo. Luego ha ido dando saltos de nube en nube, dejándose ver sólo al saltar, como el pájaro que vuela de rama en rama, y canta. Leo un verso de José María Álvarez, poeta cartagenero: «Llueven gotas de enero tras la ventana», haciéndome añorar el tiempo aquel de niño en el que oía caer la lluvia en la calle y en el tejado, y en la gotera de la casa, tan cerca estaba todo de mí; o dentro de mí; todo en mi interior: la tierra, el viento, el rumor de la savia del árbol, el pájaro y sus melodías, los silencios que rezaban. Yo miraba y oía, y todo era en mí asombro, enseñanza, aprendizaje. Y era feliz, recuerdo; aunque alguna vez llorara, o muchas, no sé, siempre había alguien a mi lado que, dentro de su abrazo, me consolaba. Recuerdo haber leído a un Nobel judío decir esto tan hermoso y agradecido: «Cuando rezo, yo hablo a Dios; cuando estudio, Dios me habla a mí». Escuchar, mirar, sentir la naturaleza, su terrible belleza a veces, su modo de decir, es una manera de escuchar el lenguaje de Dios, que se dice en el sol, en la lluvia, en la partícula, en la garza, en el mar, en la mirada inquieta y aplicada del niño. La acacia florecida también me habla de Dios; en todo, Diario, si prestas atención, verás escritos, como en un pergamino, los silencios –tan excitantes de Dios (17:44:48).

lunes, 24 de enero de 2022

 24 de enero de 2022. Lunes.
LOS PIES VOLANDO

Beerhoven componiendo, iluminando el día. F: Wikipedia

-Lunes otra vez, como una flor marchita. ¿O es el primer brote del rosal que florecerá el fin de semana? Yo sé que los lunes abunda la tristeza, sobre todo en los niños que han de ir al colegio, y, además, con mascarilla. ¿Y las risas dónde están? El lunes y el viernes –gemelos de una misma familia, la semana– se diferencian en que uno amarga como morder un limón y el otro es baile de vals en un salón iluminado, con destellos de giros y risas, y la alegría de los pies volando. Es sencillamente una imagen y metáfora de la vida. La vida se va haciendo a golpe de heridas, y el regocijo –deleite inmenso– por la recuperación. Caer, y en vez de permanecer caído, levantarse. Desperezarse, y abrir los ojos, y decir: «¡Allá voy!», como el atleta, y empezar a correr, sin miedo a perder, vislumbrando sólo la victoria. Sin sombras en los ojos. Pensar que cada lunes da comienzo una nueva aventura, un nuevo compás en la sinfonía de la vida. Como dijo alguien, si consigues un trabajo que te cautive, que te sorba, no te importaría que la semana tuviera varios lunes, todos los días serían una fiesta. Se trata de dejarte fascinar por lo que haces, por la nota musical de tu sinfonía, y que sólo te importe el tiempo que tardes en llenar el pentagrama de notas que den alcance a la belleza; como Beethoven, sordo, y, sin embargo, escribiendo la 9ª sinfonía, para acabarla con un himno a la alegría. «¿Por qué llorar si puedes reír?», diría el músico, llenando de luz sus notas, de esplendor su fe; y felizmente, Diario, acabó su sinfonía, asombrando al mundo (16:58:50).

domingo, 23 de enero de 2022

23 de enero de 2022. Domingo.
INSENSATEZ, O CORDURA

Lo que queda, después de una guerra. Varsovia. Polonia. F: FotVi

-Hay palabras que aletean en la boca al decirlas, como paz, amor, aceite, melodía, compasión…, y, para el creyente, Dios; y hay otras, que al decirlas la enturbian, como guerra, odio, persecución, abismo…, infierno. Con la pandemia dilatándose en los días, y aullando contagios y muertes, nos llega otra preocupación: Ucrania. Tensiones –dice la prensa– entre Rusia y Estados Unidos, por Ucrania. El mundo enmudece y observa, atónito. ¿Guerra? ¿A qué empresa de armamento bélico quieren ayudar estos colosos, guiados por dos fervientes defensores de la irracionalidad y el despotismo? En la guerra todos somos perdedores, salvo el que la piensa y enciende la mecha, y el que pone la mano y le llueven millones por la venta de armas y otras flechas de indio americano o machete de cosaco bárbaro. En casos como éste, San Agustín nos invita a rezar como si todo dependiera de Dios; pero a trabajar, dice, como si todo dependiera de nosotros. En este caso de intereses desaprensivos y excitados, beligerantes, el dialogar es, sin embargo, un bello trabajo. Pero un diálogo calmado y serio, constructivo, con deseos de avanzar, no quebradizo y humillante. Es decir, acabar con la guerra mediante la palabra; la palabra, ese don innumerable y limpio –«pero tan frágil: es sólo un soplo», dijo Homero–, e implantar la paz, la paz por la palabra. La paz preserva, la guerra destruye. Hay palabras, Diario, que aletean en la boca, como paz; y otras, tristes, dañinas, que infectan, como guerra. Yo voy a seguir el consejo de San Agustín: rezar a Dios, como si todo dependiera de él, aunque luego, decidan –a causa de ser hermosa y tenazmente libres la insensatez, ¡o la cordura!, de los humanos (12:20:38).

sábado, 22 de enero de 2022

 22 de enero de 2022. Sábado.
SAN VICENTE, MARTIR

San Vicente en Molina, su patrón. Parroquia Asunción. F: DotVi

-Una vez más, san Vicente, diácono de la iglesia de Zaragoza y mártir. Mi santo protector. Desde mi bautismo –aquel día del agua en mi cabeza como lluvia celeste, riego de Dios–, san Vicente es mi santo. Me llaman: « ¡Vicente!», y vuelvo la cabeza, porque en este nombre me reconozco y soy reconocido. La Iglesia me vistió con un nombre (seguido por el que me relagan mis padres, García y Hernández), para decirme: eres persona única, distinta, inconfundible, y, en el nombre, andas investido de dignidad. ¡Bella conclusión! Vicente fue diácono –servidor– en Zaragoza, y mártir –testigo– en Valencia; en tiempos de Diocleciano. Diocleciano fue un déspota; Vicente, un santo. Atado a su cargo, el déspota perseguía y hacía mártires; el santo servía y era libre. El déspota era esclavo de su despotismo; Vicente era libre en su amor a Dios. Diocleciano fue emperador, y sanguinario; Vicente fue ciudadano de Roma, y persona generosa. De Vicente dijo san Agustín: «Hemos contemplado un gran espectáculo con los ojos de la fe: al mártir san Vicente, vencedor en todo.» (Vicente significa vencedor). Y sigue: «Venció en las palabras y venció en los tormentos, venció en la confesión y venció en la tribulación, venció abrasado por el fuego y venció al ser arrojado a las olas, venció, finalmente, al ser atormentado y venció al morir por la fe.» Y añade que, mientras todo esto sucedía, Vicente decía calladamente con san Pablo: «Nos derriban, pero no nos rematan.» Y es que el redimido por la sangre de Cristo, Diario, no puede perecer; la fe no muere, y menos la del testigo, que permanece, hasta dar con Dios, en el Amor (12:14:09).

viernes, 21 de enero de 2022

21 de enero de 2022. Viernes.
-ANTOLÓGICO, O CON DIOS Y LAS PALABRAS EN LA BOCA

Recordándome, en la selva de una Antología. Biblioteca.

-Un día me vi señalado, elegido en una antología: Nuevo Mester de Clerecía se llamaba. La había preparado Florencio Martínez Ruiz, un poeta crítico. Era una antología de curas que hacían poesía, y bella y buena poesía, además, decía el prólogo. Es decir, me dije a mí mismo (o dijeron de mí): tú eres un tío antológico, y no me lo creí (o sí me lo creí un poco, somos así, y más cuando los años son florecimiento y no huida hacia delante y declive). «Aquí hay nombres excelsos, y yo», me dije, tontamente eufórico. Juan Bautista Bertrán estaba en mi libro de texto que yo estudié, era importante. Se decía de él que era un poeta latréutico (el que adora) que se arrodillaba con unción ante Dios y ante las cosas, como obras de Dios. Era el patriarca. También estaban: Jorge Blasot, o la inmersión en el misterio; Jesús Tomé, o el hombre en la “noche oscura”; Pedro M. Casaldáliga, o el don de la profecía; Antonio Castro, o la integración en lo absoluto; Carlos de la Rica, o la tentación del delirio; Rafael Alfaro, o la confidencia de sí mismo; José Luis Martín Descalzo, o el asombro ante el mundo (y el más televisivo); Jacinto Herrero Esteban, o entre la ciudad celeste y teresiana; y Vicente García Hernández, o el niño perdido y hallado en la selva. Yo, casi niño aún, perdido y hallado en la selva de un libro titulado Introducción a una selva incipiente. Los libros tienen esto, que, en ellos, en donde andan la palabra y Dios, hay veces que te encuentras a ti mismo, tal vez como una lucecita de candil o de vela, que, sin embargo, ilumina. En uno de los poemas digo: «Yo no grito. Tan sólo digo buenos / días, buen pan, mejor cosecha». Y con esas palabras tan sencillas, tan de ir por casa, tan cercanas al amor –a Dios–, hallo el camino para dar conmigo, y con mi pequeña y frágil historia todavía escribiéndose, dándose, ¡todavía! (11:28:32).

jueves, 20 de enero de 2022

20 de enero de 2022. Jueves.
DON Y DÁDIVA

Don, dádiva de Dios. Priene. Capadocia. Turquía. F: FotVi

-Hoy ha sido un día de esos en que a uno no le apetece otra cosa que decir «¡qué frío hace!», y subirse el cuello del abrigo hasta las orejas, que suele ser donde las comadrejas de la frialdad acostumbran a dar su primer mordisco. Pero, al poco, caigo en la cuenta que también el frío es un don, una hermosa dádiva: es el paso previo del invierno a la primavera y al esplendor del verano. Es como la vida, que siempre –lo mismo en la niñez que en la vejez, en el dolor o en la risa– es don. Y no sé por qué cada vez que voy a decir o a escribir don, me sale Dios. Rondándome la boca, las palabras. Y aun el pensamiento. Como si se atrajeran, la palabra don me lleva –no lo puedo evitar– a la palabra Dios. A veces me resisto; pero el don, como la lluvia al arco iris o el humo al fuego, siempre lleva a Dios. Digo don y de inmediato en los labios, en la oquedad de la boca –como en la ostra la perla– me sale Dios, el que da y se da. El que no tiene pereza en dar y en darse. Dios, pues, en el don; como la idea en la palabra que la dice, Dios en el «pobre y aterido cuerpo humano» que soy yo. Soy, Diario, dádiva de Dios, soy don, soy yo... (11:13:53).

miércoles, 19 de enero de 2022

19 de enero de 2022. Miércoles.
EL DECIR DE LOS OJOS

Oleaje vegetal, la sencillez de una hoja. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Hace años escribí (y publiqué en Monteagudo, revista de la Universidad de Murcia, año 1981) una pequeña comedia en un acto, titulada El pez pescado. En ella, el humor era surrealista, cínico; una humor combativo, pero sentimental; en consecuencia, poético. Reflejaba una modesta lucha de clases, con clase. Personajes: Don Julio, el señor, y Antonio, el criado. Ambos están en la orilla de un río pescando; el señor tiene la caña, y el criado, si el pez no pica, la obligación de poner una pieza en el anzuelo de la caña del señor, que luego, con ampulosa zafiedad, exhibirá en el bar. Y ambos, don Julio y Antonio, hablan y hablan, y así, envuelto en jocosa palabrería, matan el tiempo y la espera, y, de paso, le ponen una guinda de sinceridad a la monotonía. El pez hace su danza alrededor del anzuelo; va y viene, pica (sin entregarse), hace como que se ceba en el cebo, y con risa de pez –fría– da marro al aristócrata y al plebeyo, y huye. En una de éstas, don Julio, como el que no quiere la cosa, pregunta: «Antonio, ¿me has odiado alguna vez?» «Sí señor, siempre le he odiado…» «¿Y cómo no me he dado yo cuenta?», insiste don Julio. «Porque usted nunca se digna mirarme a la cara. En la cara, sobre todo en los ojos, es donde se refleja el odio que una persona siente por otra; o el amor. Los que me miran, lo notan enseguida. Es como un disfraz del que no puedo librarme. Cuando me ve Crescencia, la cocinera, me dice: «Antonio, ¡cómo odias al señor!». Y yo le digo: «Sí, Crescencia, sí». Y ella me dice: «Lo cantan tus ojos». «Lo cantan» dice, don Antonio; es poeta Crescencia. Ah, mirarse a los ojos, Diario, donde el alma, a veces, se asoma y suena, y hasta se la ve arder (11:27:08).

martes, 18 de enero de 2022

 18 de enero de 2022. Martes.
LA SOBERBIA ES HINCHAZÓN

El Chico, la ternura se abraza. F: El Chico, film.

-Djokovic, el tenista, número uno, caído en Australia; un diosecillo en el suelo, como las antiguas estatuas de los dioses paganos. Lo he visto caminar con la mirada baja, el paso lento, como de pausa y cansancio, tal vez pisando su soberbia. Los pies le deben doler mucho, tras pisar tamaña altanería. Y el dolor de los pies, aunque lejanos de la mente, debe punzar en la cabeza, que es donde se originan la arrogancia y la terquedad del fatuo. La soberbia es el más grande acto de fe –templo de humo–, por el que alguien se da culto a sí mismo, sin importarle lo que digan las leyes o los demás. «Yo soy rey», piensa; exento, por tanto, de mirar a su alrededor, salvo para recibir aplausos. La ley, si es injusta, no debe cumplirse; pero si busca un bien común, y se advierte que lo va consiguiendo, hay que acatarla. Dijo San Agustín: «La soberbia es hinchazón, y lo que está hinchado parece grande, pero no: es enfermedad». O como el globo en el aire, que vuela solemne y pleno pluma de luz, hermosa esfera que vuela–, hasta que se pincha y, arrugado, se desploma, convirtiéndose en un montoncito de nada, en una mancha de color, humillada, en el suelo. Admiro a los grandes; pero más su humildad, su llaneza, su forma sencilla y atrayente de mirar. Estoy con aquel que dijo: «Nadie ha muerto asfixiado por tragarse su orgullo». Ayer, en la 2 tv, Diario, vi El Chico, primer largometraje de Charlot –1921–, en el que triunfan el candor, la ternura, la piedad, la maternidad, el humor sin rabia; el humor que es descanso y que, con alguna que otra lagrima melódica y una sonrisa apaciguadora, hace soñar; es decir, una obra de arte irrepetible, insuperable, en la que la acción exuberante y sencilla sencilla, Diario te hace ser feliz (11:57:57).

lunes, 17 de enero de 2022

17 de enero de 2022. Lunes.
PEDREGALES INFINITOS

Monasterio de Santa Catalina, desierto del Sinaí. F: Googel.

-El desierto, que es lejanía, dunas doradas, ondulaciones y pedregales infinitos, y aullidos, viene hoy a hablarnos de Dios. San Antón, el santo con el que finaliza –dicen– la Navidad, halla no obstante el desierto, y lo convierte en lugar de silencios largos y contemplativos: en tienda donde habita la oración. Ahí, en el desierto, busca poder escuchar, entre otros, el silencio de Dios. ¿Será silencio de aullidos o de suave brisa, como la de Elías, en la que descubrió, cuando pasaba ante su cueva, la espalda de Dios? San Antón nació en Menfis, Egipto, y, tras la muerte de sus padres, sigue el consejo de Jesús: «Si quieres ser perfecto, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y ven y sígueme». Y es lo que hizo: cambió sus bienes por el otro Bien de Dios. Y se hizo eremita; se rodeó de soledad y de animales irracionales, primitivos, a los que protegía. Luchó contra las herejías y ayudó a los cristianos que perseguía Diocleciano. Y fundó monasterios, donde se oraba y se trabajaba, y se atrapaban silencios para poder hablar con Dios. Hablar a Dios, sin palabras, como hacía San Juan de la Cruz –vía contemplativa– debe ser como hallar agua en una roca en el desierto. San Antón, Diario, iluminó el desierto, lo hizo gracia de Dios, oasis de oración y de paz, y en la arena calcinada hizo brotar fuentes de agua viva –santidad iridiscente–, que llevan, si te dejas, a la vida eterna (13:12:17).

domingo, 16 de enero de 2022

 16 de enero de 2022. Domingo.
LA JOYA Y LA ESCARCHA

Cáliz de belleza en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Menos un grado (-1º) en Murcia. Esta mañana. No hay pájaros; se han escondido las palomas. El silencio ensordece la ciudad, siempre alegre y bulliciosa. Aunque despierta un sol festivo y lúdico, vestido con sus ropas de domingo. Hoy, en la liturgia de la misa, se habla de una boda, en la que se anuncian alegrías y contrariedades: o el vino y su escasez, la joya y la escarcha. De pronto, hay alguien, una mujer invitada, María, que se da cuenta de que falta el vino, y de que se va a desvanecer la alegría. Es el instinto de mujer –detector de contrariedades–, el que pone los sentidos en alerta. R. L. Stevenson, poeta, dijo: «El vino es poesía en una botella». Con María están Jesús y sus discípulos. María alerta: «No les queda vino», y Jesús, carne de su carne encarnado Dios-con-nosotros–, que puede remediar la falta, contesta: «No ha llegado mi hora». (Cuando llegue su hora, con un poco de pan y algo de vino, instituirá la eucaristía, el convite de los que comparten el gozo –místico– de poder masticar y alimentarse de Dios). María es la intuición; Jesús, la aparente dureza. Pero María, que conoce a su hijo, les dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Y Jesús convierte seis tinajas de agua en vino, o en antologías del gozo y la alegría. Bullicio en las tinajas. Sigue viva la fiesta. Y señala San Juan que, con este signo, Jesús: «Manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él». A Dios, Diario, le va la alegría, le divierte la diversión de los suyos, no es un Dios triste; de igual modo, echa una mano al desvalido y se hace lamento con el que se lamenta. Es cruz en la cruz y resurrección, siempre; es decir, Fiesta (12:42:24).

sábado, 15 de enero de 2022

15 de enero de 2022. Sábado.
LÍNEAS DE FE (AMOR), Y QUEJA

Belleza en la Luz, Mar Menor. Lo Pagán. F: P. Pardo

-No sé de qué escribir. Hay días que se esconden las ideas, se visten de no estoy, y no dejan que vengan las palabras. «¿De qué escribo?», me pregunto. Y con la barbilla apoyada en la mano, pienso; hasta que me viene una idea, obvia, aunque parpadeante. Iba a escribir: «Hoy ni he hecho ni me ha ocurrido nada significativo». En lo de no hacer quizá tenga razón; no he hecho un lápiz, ni un poema, ni he escrito una página brillante. Ni siquiera he hecho el Quijote, ni una rosa. Y, aunque he rezado, no he tenido un éxtasis; ni Dios me ha llamado por mi nombre. Una vez más. A veces se reza a oscuras, y ni el nombre de Dios produce la chispa que te haga ver. Cuando Dios calla, todo enmudece, hasta la belleza de las cosas, esos himnos que descorren su velo y nos permiten presentirlo. En el silencio de Dios incluso San Francisco de Asís sufriría ausencia de Él en las cosas, su inspiración mística. Hay días de mucha noche oscura, y ni el grito más interior puede agrietar y romper ese muro de insensibilidad húmeda que es el silencio –los silencios– de Dios. Y grito: «¿Por qué callas? ¡Dios!». Y al de Asís no le dirían nada ni el sol, ni el agua, ni el viento, ni la hermana madre tierra…, porque Dios ha entrado en sus silencios, y, en el silencio de Dios, se silencian –callan– las cosas innumerables. Hoy digo: «Ni he hecho ni me ha ocurrido nada importante». Hay veces, Diario, que, en la duda, se tambalea el alma. Pero no es cierto que no me haya ocurrido algo importante. ¿No es importante que viva y pueda pergeñar estas líneas de fe (amor), y queja? Amorosamente me quejo de Dios, cuando, sonriendo, hace como que me olvida, y se me presenta como silencio, que, sin embargo, habla, habitándome (12:49:52).

viernes, 14 de enero de 2022

14 de enero de 2022. Viernes.
HUMOR Y SENTIDO

El humor denuncia y salva. F: ABC

-«Si me bajo del humor, apenas queda algo de mí», dijo el sabio. Tener sentido del humor es librar el corazón de musarañas y de diablillos malignos, que tanto incordian y entristecen. No es el chiste, es el humor. El Diccionario define el humor con dos palabras: «Jovialidad y agudeza». Quien hace o ríe con humor se supone que es apacible y sosegado, clarividente y sagaz, lúcido, y aun lírico; es decir, poeta. El poeta es quien dice a veces cosas inabarcables, que sin embargo caen bien y liberan el espíritu. El humor es inteligencia, pocas palabras y algún que otro gesto desorbitado que te saca de lo cotidiano y te hace reír, o soñar. Ejemplo: El cine mudo era mudez, diversión, risa. Cuando el cine mudo dejó de ser lenguaje –cinematográfico–, se convirtió en verbosidad. El cine mudo era la sombra y el gesto, y la expresión, o los movimientos atropellados. Su lenguaje era el del niño o el del sordomudo, y se entendía. El andar trastabillado de Charlot tenía más vis cómica que toda la palabrería decidora y ocurrente alguna vez– de Woody Allen. Santa Teresa de Jesús solía decir: «Un santo triste es un triste santo»; y San Tomás Moro: «Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir». El buen humor, Diario, no está reñido con la santidad; al contrario, la humaniza, la hace más festiva y atractiva, menos ceremonial y más cercana al Dios que dijo aquello de: «Dejar que los niños se acerquen a Mí»…, y rio (11:38:20).

jueves, 13 de enero de 2022

 

13 de enero de 2022. Jueves.
MIEDOS

La fragilidad se dispoe a volar, esperanzada. T. de la Horadada. F: FotVi

-En Ezequiel, profeta –el que habla en nombre de Dios–, se leen cosas admirables y sorprendentes como ésta: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros». El pueblo, entonces, se sentía sepultado –esclavizado–, como hoy en día, quizá. Hay veces que el pueblo se ve sepultado en sus miedos, y queda cercado y a oscuras, sin esperanza, y sin libertad para soñar, para perderse en vuelos. Vuelos de altura como el de la fe o la esperanza, que acaben por posarse en el amor. Descansar en el amor es el fin de las otras virtudes. A finales del siglo VI antes de Cristo, el profeta anima a su pueblo, que ha perdido su tierra y su identidad. El salmo 137 es un cántico –agradecido– que recuerda aquellos tiempos de destierro y expatriación. «Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión», canta el salmista. En Babilonia, Ezequiel se hace palabra esperanzada para su pueblo, abre un haz de expectativas, le trae alivios. En estos tiempos de deterioro social, político, económico, humanitario, de zozobra y decadencia, de inseguridades y falacias, yo echo de menos, Diario, una palabra libre y luminosa que aligere miedos y libere esperanzas. Alguien que prometa abrir nuestros sepulcros, y, reavivando nuestros sueños, nos deje revestirnos de utopías, ¡y soñar! ¿Quizá el Papa Francisco y todos aquellos que luchan por la justicia? Quizá. Tal vez… (12:06:23).

miércoles, 12 de enero de 2022

12 de enero de 2022. Miércoles.
LA CAMPANILLA DE VICENTICO

Julián, dándome la paz, en mi 1ª Misa. F: Mi colección

-Perder a un amigo es como perder una moneda de gran valor en el mar, la recuerdas aunque no la tienes. Se te cayó y la pierdes, pero queda el recuerdo, vivo tras los ojos, donde siempre surge lo recordado. Ayer, en Molina, murió mi gran amigo Julián Chicano Peñaranda, sacerdote y poeta. Es decir, hombre de Dios y portador de palabras hermosas. Como sacerdote llevó a Dios en sus manos; y en su boca, como poeta, las palabras. Yo canté misa un 20 de junio de 1957, y Julián, sacerdote algunos años antes, compuso como recordación un hermoso poema, que tituló La campanilla de Vicentico. Entre risueño y tierno, travieso y bullicioso, el poema dice así:

Vicente, la campanilla
 déjala ya descansar.
¡Sólo se toca al alzar
de una manera sencilla…!
¿A qué tanto repicar?
 
Eras un niño travieso
con una negra sotana.
Pero que cada mañana
despertabas con el beso
que te daba la campana.
 
Cuando llegues al altar
a celebrar tú la Misa,
acuérdate del sonar
que volando entre la brisa
no cesaba de cantar:
¡la voz tan leve y sencilla
de tu vieja campanilla!
 
Ahora no podrás tocar
cuando celebres tú Misa.
Pero temblando en la lisa
mesa blanca del altar,
se quedará la sonrisa
de un son que nos maravilla:
¿Será el de tu campanilla?
 
Que siempre su claro son
te despierte en el altar.
Y que a la hora de alzar
en tu joven corazón
nunca deje de sonar
la voz tan leve y sencilla
¡de tu vieja campanilla!
 
Este es el poema; entonces yo con la luz y la alegría de los pocos años: ahora ya casi vencido, todavía con luz y alegría, pero de lámpara vieja que va apagándose, lenta, e inexorablemente. Dios me espera, Diario, estoy dispuesto (...o eso creo) (12:07:59).

martes, 11 de enero de 2022

11 de enero de 2022. Martes.
EL GRAN MUSICAL DE DIOS

Stradibarius en el cocierto de Dios. F: Googel

-Dios me ha oído y ha mandado la lluvia. Y me he dicho con fe en los labios: «¡Dios oye!» Yo os invito hoy a oír el latido de las cosas. El latido del mar, del ave, de un árbol; el latido de la tierra en una roca, en el trigal. Si pones el oído atento cuidadoso, vigilante en el pecho de un ave, quizá oigas más allá de la vida del ave, quizá oigas la vida del mundo. E incluso el propio latir de tu vida. Creo que intentar oír el latir de las cosas es un modo de acercarse al cómo sonaría el soplo –la palabra– de Dios en el principio de los tiempos, cuando el Big Bang o creación primera, cuando las cosas no eran ni esto ni aquello, sin color y sin forma, sino palabras que se decían y empezaban a latir, con vida. ¡Los latidos primeros del mundo, con los que daban comienzo los sueños! Oír latir las cosas, es un modo de amarlas. Si oyes música, la música te invade, te puebla, y acabas por amarla, dándole unos latidos de tu corazón. Si oyéramos el latir, el tañer de la tierra, no la maltrataríamos, ni al resto de cosas que alientan y viven a nuestro alrededor. Dice Rilke, poeta: «En la obra que hago soy verdaderamente yo»; glosando a Rilke, yo añadiría: «En la cosa que oigo latir, oigo mi propio latido». Recuerdo haber leído en la prensa hace algún tiempo: «El Tribunal Federal de Texas ha ratificado una ley “pro-vida” que exige a las madres que vayan a abortar, escuchar antes latir el corazón del feto por ultrasonidos». Se trata de oír –sólo oír– aquello que con el aborto va dejar de ser, de estar, de vivir. Suprimir un latido de feto debe ser como silenciar una bella e insustituible nota vital en el concierto de las cosas del mundo; como romper en el gran musical de Dios, Diario, un Stradivarius –quizá bellísmo e irrepetible– de vida humana (12:13:48)

lunes, 10 de enero de 2022

10 de enero de 2022. Lunes.
INVIERNO SIN BAUTISMO

Lluvia en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Suelo decirme, en mi soledad creativa y añosa, que un invierno sin lluvias es un invierno sin bautismo. Y no bautizar el invierno es como dejar esta estación del año sin fiesta, y sin padrino. Vivo en un rincón de España, bello, pero donde apenas llueve: o la España seca. Y pienso que sin bautismo no hay gracia, y sin padrino no hay cumpleaños dichoso: no hay regalo. Sin lluvia, se presenta una primavera menos feliz, seguida de un verano ampuloso y terco, ruidoso de sol y vientos. Si yo, además de hombre, tuviera que ser otra cosa, me gustaría ser lluvia. O algo que celebre y alabe la lluvia, como la tierra o el arco iris, o el pájaro que bebe en el charco tras el chaparrón amable. ¡Es tan hermoso ser algo útil y alegre, algo que invite a la vida! Me gustaría ser lluvia, pero no diluvio, que hiere tierras y causa muertes, y destroza ilusiones. Y aun escribe páginas negras en la Biblia, como el aluvión de Noé y su familia, que entristecen. Decía el escritor venezolano Juan Ortiz: «Dios se desnuda en la lluvia como una caricia innumerable». Es una bella metáfora que pretende decir cómo Dios, sin serlo, está, Diario, en todo, trascendiendo. Como el autor está en sus libros, Dios está en todo lo creado, como el aliento, o palabra, que todo lo inspiró (12:41:36). 

domingo, 9 de enero de 2022

9 de enero de 2022. Domingo.
TRES EPIFANÍAS, EN NAVIDAD

Tercera epifanía: Juan bautiza a Jesús en el Jordán. 

-Cuando llega la Navidad, me apunto como creyente a las varias y bellas epifanías (tres) que se van sucediendo a lo largo de los días litúrgicos, y las vivo con el afán de abrir mucho los ojos y maravillarme. Epifanía es manifestación, revelación. En su interior siempre está Dios, y, en ocasiones, se deja ver: se revela Dios. Y nos asombra. El primer asombro que nos regala, y apenas como un punto de luz, como un relámpago de niñez indefensa en brazos de su madre, niñez que lloriquea y se agita, es su nacimiento en Belén. Nace Dios, pero con atavíos de hombre y pañales, y un puchero de llanto en su pobreza. Cuando nace todo es noche, pero ese punto de Luz que él es, repliega las tinieblas, y se deja ver niño indefenso, levedad infantil. Luego esa Luz de Belén prende en una estrella en oriente, y mueve la docta curiosidad de unos magos, que se ponen en camino y gozan así de la segunda epifanía, la de la manifestación del nacido a los gentiles. Los magos de oriente se arrodillan y adoran al hijo de María. Adoran y le dejan oro, incienso y mirra. Que la escritora Ángela Vallvey interpreta así: le regalan oro, no como a rey, dice, sino para «solventar su pobreza», que sería mucha y con telarañas. Y yo, asombrado, lo veo más lógico. ¿Y el incienso? Para «aliviar el mal olor del establo», que entre la mula y el buey, y pastores y ovejas, estaría para una asepsia. Y la mirra –el detalle más tierno de la Ángela Vallvey–: «Para vigorizar –escribe– los bracitos y las piernas del Niño, y preservarlo de los parásitos del establo». La poesía aquí se hace pañal, que, con el Niño, envuelve también el misterio. Y queda la tercera epifanía. Jesús, formando cola con los pecadores, es bautizado por Juan el Bautista en el Jordán. Y como dice San Hipólito: «La fuente inalcanzable que nunca se agota, se sumerge en aguas pequeñas y temporales». Y se abren los cielos y se oye la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el amado», y el Espíritu Santo lo crisma, y quedo confirmado como Ungido y Mesías. Es decir, enviado, Diario, para salvar; y salvando está, dando gratis, al que lo quiera, el Amor de Dios (12:43:39)

sábado, 8 de enero de 2022

8 de enero de 2022. Sábado.
HUMILDE LEVEDAD

Pequeño brote: el árbol vive. Murcia. F: FotVi

-Cada día me veo más sensible a la belleza; y sobre todo a la belleza de lo apenas perceptible, de lo pequeño y volátil, de lo que casi no aparece por ser humilde levedad: la flor del naranjo, o la abeja que la poliniza. La levedad noble me explaya el ánimo. No sólo las grandes cosas, sino el esplendor de lo más escondido por recatado y casi huidizo, lo solapado. Y es que para expresarse, escribe Manuel Rivas, poeta: «La verdad suele escoger el pequeño tamaño». El gigantismo no me impresiona ni en un paisaje; tampoco en arquitectura o en la resolución de un cuadro. ¿El Guernica? Me fatiga el oído por tanto grito y rasgadura –pido perdón, por huir de lo políticamente correcto y, en este caso, ser incorrecto–; me impresiona más –ejemplo– un Fray Juan Bautista Maíno, s. XVI, que, en un 34 X 28 cm., mete la Resurrección de Cristo, y, como diría un filósofo alemán, se «hace digno de verse». Porque debido al resplandor de la forma –San Alberto Magno–, la belleza de un objeto nos asombra y nos conmueve y hace que nuestro espíritu se eleve hasta sentir el placer de lo excelso e inexplicable. De la cruz de Cristo me estremece, sobre todo, el desgarro de la mano de Cristo causado por el clavo; y, con la sangre que mana, el ruido de la carne al romperse, su pequeño clamor abierto, su dolor rasgado (10:54:56).

viernes, 7 de enero de 2022

7 de enero de 2022. Viernes. 
SILENCIOS DOMÉSTICOS Y CREATIVOS

Silencio del adorno en casa. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi

-Esta mañana el cielo ha ido cambiando de tonalidades según se le acercaba el sol. Primero, unas nubecillas deshilachadas se han vestido de gris carbón, crudo, le ha seguido un violeta azulado, más tarde un rojo cereza, de caramelo, hasta que se han abierto para dejar paso al sol, con clamor de un himno de claridad. Lo he visto. Es el privilegio de dedicarle unos instantes a la contemplación de lo que nos rodea y deleita. Y luego, desde la altura –5º piso–, he sentido el silencio que emana de las cosas. Después del estruendo divino de la Navidad –los villancicos, el alboroto de los ángeles, los «nos ha nacido el Salvador», con pandereta y zambomba–, queda el silencio de Dios y el de las cosas que nos sirven, las que usamos, para que agradezcamos y celebremos su disponibilidad, la grandeza de servirnos; es decir, quedan los otros silencios, los domésticos, los que cada día nos hacen reír y llorar, y vivir, como el silencio del pan que masticamos, el del agua que bebemos, el de la pluma de escribir o la tecla del ordenador que usamos para dar salida a lo que nos inspira y libera, y llena los libros; también el de las palabras que te vienen a la boca y callas o por prudencia o en oración, el silencio armonioso y lúcido de lo que lees, y que tanto te dice; o el mismo callar del silencio cuando contemplas la belleza. ¡Hay tanto amor y tanto grito amoroso en esos silencios! Estas son, Diario, las que yo llamo «mis verdades del lápiz», que redacto y medito solo cuando ellas, en silencio, me las dictan para ser dichas. Con razón dijo Borges: «No hables a menos que puedas mejorar el silencio». Gran parte de nuestra vida, Diario, la vivimos entre silencios, silencios maravillados, extasiados, creativos (12:22:13).

jueves, 6 de enero de 2022

6 de enero de 2022. Jueves.
REGALO DE REYES

Los Reyes Magos, buscan al Niño Dios en Belén. Murcia. F: FotVi.

-Como ya he dicho alguna vez, sigo creyendo en los Reyes Magos, en los del Espíritu del Evangelio. Hoy han venido y me han dejado un día soleado, una misa que celebrar y rezar en Laudes aquello de: «Reyes que venís por ellas, / no busquéis estrellas ya, / porque donde el sol está / no tienen luz las estrellas». Lope de Vega era así de brillante y malabarista de las palabras; de la chistera del idioma sacaba palabras como palomas y las hacía poema, zureo de versos, villancico o diadema de canción. Él jugaba con la fe a hacer villancicos, y le salían tratados plenos de teología; el Sol –Cristo– barriendo con su Luz estrellas, como el viento hojas. Los Reyes, guiados por estrellas –como pisando en ellas para no hundirse en el mar celeste de la duda, de estrella en estrella– llegan hasta el Niño, y Lope les advierte: «Donde el Sol está…», no hay estrellas que mirar, las tapa el Niño-Dios. Las estrella están, pero celadas, como tachadas por un pincel de claridad. «El niño que ahí veis», les dice con el evangelista San Lucas, es: «El Sol que nace de lo alto», y, advertidos los Magos y sin fijarse en otras estrellas, caen de rodillas y adoran a este otro Sol, que nace de María en Belén. Es éste el Sol que ha recorrido un largo y tortuoso camino por profetas y signos desde el Ser de Dios hasta el seno de María, donde, sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre. Tiemblan las palabras en la teología –Dios encarnado, velado Emmanuel– y en la poesía. En otra canción o letrilla Lope también dice: «No se deja mirar / envuelto en nubes y velos; ahora, en pajas y hielos, / se deja ver y tocar». Comprenderás ahora, Diario, por qué creo en los Reyes Magos; ellos, de estrella en estrella, cada año, me llevan al Sol que, sin velos, se deja ver y tocar… en el Amor (12:11:40).