10 de enero de 2022. Lunes.
INVIERNO SIN BAUTISMO
INVIERNO SIN BAUTISMO
-Suelo decirme, en mi soledad creativa y añosa, que un invierno sin
lluvias es un invierno sin bautismo. Y no bautizar el invierno es como dejar esta
estación del año sin fiesta, y sin padrino. Vivo en un rincón de España, bello,
pero donde apenas llueve: o la España seca. Y pienso que sin bautismo no hay
gracia, y sin padrino no hay cumpleaños dichoso: no hay regalo. Sin lluvia, se
presenta una primavera menos feliz, seguida de un verano ampuloso y terco,
ruidoso de sol y vientos. Si yo, además de hombre, tuviera que ser otra cosa,
me gustaría ser lluvia. O algo que celebre y alabe la lluvia, como la tierra o
el arco iris, o el pájaro que bebe en el charco tras el chaparrón amable. ¡Es
tan hermoso ser algo útil y alegre, algo que invite a la vida! Me gustaría ser
lluvia, pero no diluvio, que hiere tierras y causa muertes, y destroza
ilusiones. Y aun escribe páginas negras en la Biblia, como el aluvión de Noé y
su familia, que entristecen. Decía el escritor venezolano Juan Ortiz: «Dios se
desnuda en la lluvia como una caricia innumerable». Es una bella metáfora que
pretende decir cómo Dios, sin serlo, está, Diario, en todo, trascendiendo. Como
el autor está en sus libros, Dios está en todo lo creado, como el aliento, o
palabra, que todo lo inspiró (12:41:36).
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