24 de enero de 2022. Lunes.
LOS PIES VOLANDO
LOS PIES VOLANDO
-Lunes otra vez, como una flor marchita. ¿O es el
primer brote del rosal que florecerá el fin de semana? Yo sé que los lunes
abunda la tristeza, sobre todo en los niños que han de ir al colegio, y,
además, con mascarilla. ¿Y las risas dónde están? El lunes y el viernes –gemelos de una
misma familia, la semana– se diferencian en que uno amarga como morder un limón
y el otro es baile de vals en un salón iluminado, con destellos de giros y
risas, y la alegría de los pies volando. Es sencillamente una imagen y metáfora
de la vida. La vida se va haciendo a golpe de heridas, y el regocijo –deleite
inmenso– por la recuperación. Caer, y en vez de permanecer caído, levantarse. Desperezarse,
y abrir los ojos, y decir: «¡Allá voy!», como el atleta, y empezar a correr, sin
miedo a perder, vislumbrando sólo la victoria. Sin sombras en los ojos. Pensar que
cada lunes da comienzo una nueva aventura, un nuevo compás en la sinfonía de la
vida. Como dijo alguien, si consigues un trabajo que te cautive, que te sorba, no
te importaría que la semana tuviera varios lunes, todos los días serían una
fiesta. Se trata de dejarte fascinar por lo que haces, por la nota musical de
tu sinfonía, y que sólo te importe el tiempo que tardes en llenar el pentagrama
de notas que den alcance a la belleza; como Beethoven, sordo, y, sin embargo,
escribiendo la 9ª sinfonía, para acabarla con un himno a la alegría. «¿Por qué
llorar si puedes reír?», diría el músico, llenando de luz sus notas, de
esplendor su fe; y felizmente, Diario, acabó su sinfonía, asombrando al mundo (16:58:50).
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