16 de enero de 2022. Domingo.
LA JOYA Y LA ESCARCHA
LA JOYA Y LA ESCARCHA
-Menos un grado (-1º) en Murcia. Esta mañana. No hay pájaros; se han
escondido las palomas. El silencio ensordece la ciudad, siempre alegre y
bulliciosa. Aunque despierta un sol festivo y lúdico, vestido con sus ropas de
domingo. Hoy, en la liturgia de la misa, se habla de una boda, en la que se
anuncian alegrías y contrariedades: o el vino y su escasez, la joya y la
escarcha. De pronto, hay alguien, una mujer invitada, María, que se da cuenta de
que falta el vino, y de que se va a desvanecer la alegría. Es el instinto de mujer
–detector de contrariedades–, el que pone los sentidos en alerta. R. L.
Stevenson, poeta, dijo: «El vino es poesía en una botella». Con María están Jesús
y sus discípulos. María alerta: «No les queda vino», y Jesús, carne de su carne –encarnado Dios-con-nosotros–, que puede remediar la falta, contesta: «No ha llegado mi hora». (Cuando llegue
su hora, con un poco de pan y algo de vino, instituirá la eucaristía, el
convite de los que comparten el gozo –místico– de poder masticar y alimentarse
de Dios). María es la intuición; Jesús, la aparente dureza. Pero María, que
conoce a su hijo, les dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Y Jesús
convierte seis tinajas de agua en vino, o en antologías del gozo y la alegría. Bullicio
en las tinajas. Sigue viva la fiesta. Y señala San Juan que, con este signo,
Jesús: «Manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él». A Dios,
Diario, le va la alegría, le divierte la diversión de los suyos, no es un Dios
triste; de igual modo, echa una mano al desvalido y se hace lamento con el que
se lamenta. Es cruz en la cruz y resurrección, siempre; es decir, Fiesta (12:42:24).
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