7 de enero de 2022. Viernes.
SILENCIOS DOMÉSTICOS Y CREATIVOS
SILENCIOS DOMÉSTICOS Y CREATIVOS
-Esta mañana el cielo ha ido cambiando de tonalidades según se le acercaba
el sol. Primero, unas nubecillas deshilachadas se han vestido de gris carbón, crudo,
le ha seguido un violeta azulado, más tarde un rojo cereza, de
caramelo, hasta que se han abierto para dejar paso al sol, con clamor de un
himno de claridad. Lo he visto. Es el privilegio de dedicarle unos instantes a
la contemplación de lo que nos rodea y deleita. Y luego, desde la altura –5º piso–, he sentido
el silencio que emana de las cosas. Después del estruendo divino de la Navidad –los
villancicos, el alboroto de los ángeles, los «nos ha nacido el Salvador», con
pandereta y zambomba–, queda el silencio de Dios y el de las cosas que nos sirven, las que usamos, para que agradezcamos y celebremos su disponibilidad, la grandeza
de servirnos; es decir, quedan los otros silencios, los domésticos, los que cada día nos hacen reír y llorar, y vivir, como el silencio del pan que masticamos, el
del agua que bebemos, el de la pluma de escribir o la tecla del ordenador que
usamos para dar salida a lo que nos inspira y libera, y llena los libros; también el de
las palabras que te vienen a la boca y callas o por prudencia o en oración, el
silencio armonioso y lúcido de lo que lees, y que tanto te dice; o el mismo callar
del silencio cuando contemplas la belleza. ¡Hay tanto amor y tanto grito amoroso en esos silencios! Estas son, Diario, las que yo llamo «mis verdades del lápiz»,
que redacto y medito solo cuando ellas, en silencio, me las dictan para ser
dichas. Con razón dijo Borges: «No hables a menos que puedas mejorar el
silencio». Gran parte de nuestra vida, Diario, la vivimos entre silencios, silencios maravillados, extasiados, creativos (12:22:13).
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