13 de enero de 2022. Jueves.
MIEDOS
-En Ezequiel, profeta –el que habla en nombre de Dios–, se leen cosas
admirables y sorprendentes como ésta: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os
haré salir de vuestros sepulcros». El pueblo, entonces, se sentía sepultado
–esclavizado–, como hoy en día, quizá. Hay veces que el pueblo se ve sepultado
en sus miedos, y queda cercado y a oscuras, sin esperanza, y sin libertad para
soñar, para perderse en vuelos. Vuelos de altura como el de la fe o la
esperanza, que acaben por posarse en el amor. Descansar en el amor es el fin de las otras virtudes. A finales del siglo VI antes de Cristo,
el profeta anima a su pueblo, que ha perdido su tierra y su identidad. El salmo
137 es un cántico –agradecido– que recuerda aquellos tiempos de destierro y expatriación.
«Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión»,
canta el salmista. En Babilonia, Ezequiel se hace palabra esperanzada para su
pueblo, abre un haz de expectativas, le trae alivios. En estos tiempos de
deterioro social, político, económico, humanitario, de zozobra y decadencia, de
inseguridades y falacias, yo echo de menos, Diario, una palabra libre y
luminosa que aligere miedos y libere esperanzas. Alguien que prometa abrir
nuestros sepulcros, y, reavivando nuestros sueños, nos deje revestirnos de
utopías, ¡y soñar! ¿Quizá el Papa Francisco y todos aquellos que luchan por la
justicia? Quizá. Tal vez… (12:06:23).
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