22 de enero de 2022. Sábado.
SAN VICENTE, MARTIR
SAN VICENTE, MARTIR
-Una vez más, san Vicente, diácono de la iglesia de Zaragoza y mártir.
Mi santo protector. Desde mi bautismo –aquel día del agua en mi cabeza como lluvia
celeste, riego de Dios–, san Vicente es mi santo. Me llaman: « ¡Vicente!», y
vuelvo la cabeza, porque en este nombre me reconozco y soy reconocido. La
Iglesia me vistió con un nombre (seguido por el que me relagan mis padres, García y
Hernández), para decirme: eres persona única, distinta, inconfundible, y, en el
nombre, andas investido de dignidad. ¡Bella conclusión! Vicente fue diácono
–servidor– en Zaragoza, y mártir –testigo– en Valencia; en tiempos de
Diocleciano. Diocleciano fue un déspota; Vicente, un santo. Atado a su cargo, el déspota
perseguía y hacía mártires; el santo servía y era libre. El
déspota era esclavo de su despotismo; Vicente era libre en su amor a Dios. Diocleciano
fue emperador, y sanguinario; Vicente fue ciudadano de Roma, y persona generosa.
De Vicente dijo san Agustín: «Hemos contemplado un gran espectáculo con los
ojos de la fe: al mártir san Vicente, vencedor en todo.» (Vicente significa
vencedor). Y sigue: «Venció en las palabras y venció en los tormentos, venció en
la confesión y venció en la tribulación, venció abrasado por el fuego y venció
al ser arrojado a las olas, venció, finalmente, al ser atormentado y venció al
morir por la fe.» Y añade que, mientras todo esto sucedía, Vicente decía
calladamente con san Pablo: «Nos derriban, pero no nos rematan.» Y es que el
redimido por la sangre de Cristo, Diario, no puede perecer; la fe no muere, y
menos la del testigo, que permanece, hasta dar con Dios, en el Amor (12:14:09).
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