domingo, 23 de enero de 2022

23 de enero de 2022. Domingo.
INSENSATEZ, O CORDURA

Lo que queda, después de una guerra. Varsovia. Polonia. F: FotVi

-Hay palabras que aletean en la boca al decirlas, como paz, amor, aceite, melodía, compasión…, y, para el creyente, Dios; y hay otras, que al decirlas la enturbian, como guerra, odio, persecución, abismo…, infierno. Con la pandemia dilatándose en los días, y aullando contagios y muertes, nos llega otra preocupación: Ucrania. Tensiones –dice la prensa– entre Rusia y Estados Unidos, por Ucrania. El mundo enmudece y observa, atónito. ¿Guerra? ¿A qué empresa de armamento bélico quieren ayudar estos colosos, guiados por dos fervientes defensores de la irracionalidad y el despotismo? En la guerra todos somos perdedores, salvo el que la piensa y enciende la mecha, y el que pone la mano y le llueven millones por la venta de armas y otras flechas de indio americano o machete de cosaco bárbaro. En casos como éste, San Agustín nos invita a rezar como si todo dependiera de Dios; pero a trabajar, dice, como si todo dependiera de nosotros. En este caso de intereses desaprensivos y excitados, beligerantes, el dialogar es, sin embargo, un bello trabajo. Pero un diálogo calmado y serio, constructivo, con deseos de avanzar, no quebradizo y humillante. Es decir, acabar con la guerra mediante la palabra; la palabra, ese don innumerable y limpio –«pero tan frágil: es sólo un soplo», dijo Homero–, e implantar la paz, la paz por la palabra. La paz preserva, la guerra destruye. Hay palabras, Diario, que aletean en la boca, como paz; y otras, tristes, dañinas, que infectan, como guerra. Yo voy a seguir el consejo de San Agustín: rezar a Dios, como si todo dependiera de él, aunque luego, decidan –a causa de ser hermosa y tenazmente libres la insensatez, ¡o la cordura!, de los humanos (12:20:38).

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