25 de septiembre de 2020. Viernes.
EL GRAN DRAMA
EL GRAN DRAMA
-Si digo Amor, estoy
diciendo Dios. Se trata solo de un intercambio de palabras. Dios y Amor
coinciden en número de letras, y en el significado de sus contenidos. Si digo
Dios, estoy diciendo Amor, y si Amor, se me aparece entre los labios la
invisible realidad de Dios. Dios y Amor, pues, aleteando en mi boca, como el
verso de un poema o el pan que mastico. Dios es el pan espiritual recién
horneado que cada día yo muerdo para mantener en forma mi espíritu. Andaba yo
en estas consideraciones –tan de Escritura, tan de teología– feliz, cuando se me
ha hecho presente el gran drama de la pandemia en España y en el mundo. Teología del sufrimiento. Me lo
ha recordado la lectura del Boletín de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Leo: «Por
primera vez, muchos hemos compartido
en nuestras carnes el dolor, el miedo, el sufrimiento y la incertidumbre con
tantos hermanos nuestros que arrastran desde años otras pandemias como el
ébola, la guerra, la injusticia, la pobreza o la persecución. Y ahora, el
coronavirus». Tras leer esto, que me ha conmovido, han tomado más fuerza las
palabras Dios y Amor; o el Amor del buen samaritano Dios. Un sacerdote
venezolano –la mano samaritana de Dios– advertía: «O nos mata el virus o nos
mata el hambre». Luego añade que, en su oración, «pelea con Dios». Qué bonita
expresión: «Pelear con Dios», o pedirle su intervención con lágrimas en los
ojos y los puños cerrados; y añade: «pero la fortaleza viene de Él». Y es que, Diario,
si digo Amor, Piedad, Samaritano, estoy diciendo Dios (13:09:18).