4 de septiembre de 2020. Viernes.
ALEGRÍA DE LO POSTRERO
ALEGRÍA DE LO POSTRERO
Hablando con el misterio. Santa Teresa. |
-Ayer –día de
afirmaciones–, firmé el contrato con la editorial Ediciones Vitruvio, para la publicación
de mi nuevo libro Me detuve, y toqué el
silencio. Después de más de 30 libros, éste me llega con el gozo del hijo
tardío, que –de momento– está superando años y pandemia, y que aún sigue tejiendo
sueños y palabras, que son la almendra –cerrada y luego partida– de las ideas. La
firma de este contrato es la alegría de lo postrero, de lo rezagado, como las
hojas bruñidas del otoño. Cuando firmaba el contrato, del arañar de la pluma parecían
escapar pájaros, y nubes altas, y la fe que llenaba de luz su rasgadura. Era, y
notaba, la fe del trabajo, de la duda, de las preguntas que quedan en el aire, tantas,
y Dios, que, a veces, llega e insinúa una respuesta, que uno medita y la hace
contemplación, y, si logras entenderla, a vislumbrar su significado, se
convierte en éxtasis, en elevación, en lucidez celeste. Si no, insistes, rezas,
combates con la oscuridad, extiendes los brazos y arañas en ella, y, desde la
oscuridad, se oye tu voz que dice con el poeta: «Dinos, Señor, dónde resides. Dónde
/ pones tu pie de paz, dónde tu casa», y vuelve el silencio, pero insistes. Y así,
Diario, hasta que te viene un poema y lo escribes, y te duele el alma, y de
este modo tan tremendo nace un libro. Y lo titulas: Me detuve, y toqué el silencio, donde late el misterio, y en el que
la Palabra se hace carne, y poema que trata de abrir silencios, y que, en alguna ocasión, casi los toca, y así vives, llamando a las preguntas, tratando en el concierto de la vida de oír la gracia, y de entenderla (19:36:52).
No hay comentarios:
Publicar un comentario