13 de septiembre de 2020. Domingo.
VUELO DE PALOMAS
VUELO DE PALOMAS
-Cada domingo se me aparece,
como un vuelo de palomas, la paz que me viene y la que yo doy. Así me parece y así
lo creo. En todo caso, me digo: «¡Yo, centro de la paz!», y, con este
pensamiento, me santiguo y rezo, y alabo, y, en libertad, canto a Dios y a las
cosas, y al hombre, como obra del orfebre Dios. No soy un fanático; simplemente
soy un creyente, que estudia el tiempo en que vive y lo ama. Y lo dice, con sus
iras, sus pandemias, y sus prados verdes, sus tiempos de bonanza y claridad. Como
a las polillas, me atrae más la luz que las sombras, y, por amarla, prefiero
arder en la luz, que perderme en una noche eterna. Me gusta Dios y su cultura:
la del amor. Porque como dice el Eclesiástico, libro sabio: «El furor y la ira
son odiosos». Y luego añade: «Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te
perdonarán tus pecados cuando lo pidas». Porque somos pecado; pero sobre todo,
somos amor que perdona y es perdonado: alienta el perdón. Perdonar, ¿cuántas
veces? «Hasta setenta veces siete»; es decir: perdonar hasta tocar el infinito.
El Evangelio, Diario, es osadía, riesgo. San Agustín así lo entendió y lo dijo:
«Ama y haz lo que quieras», pero con Amor (10:16:23).
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