miércoles, 2 de septiembre de 2020

 2 de septiembre de 2020. Miércoles.
EL DECLIVE

Trompeta del Juicio Final. Molina de Segura. F: FotVi

-Desde arriba se les ve pequeñitos, cada uno en su banco y con mascarilla. Guardan las distancias, y hablan. La naturaleza, verde y próxima, los cerca y los invita a que rían y no piensen en sus achaques. En el declive. Cuando me asomo –5º piso– y los veo, me sonrío y, con cariño de amigo –liturgo–, les llamo «el triduo pascual». Son tres: José Luis, Antonio y Raimundo, tres curas jubilados y con achaques, pero aún activos de mente, y de sueños. (Me gustaría entrar en sus sueños y volar con ellos, y salir de los muros de esta pandemia, y dejar de oler a alcohol y a tránsito, a dormición). En sus charlas, hablan de los problemas del mundo y de la Iglesia –tal vez los solucionen–, de sus experiencias antiguas, de sus vidas, con más líneas rectas que borrones, y, entonces, las mascarillas se les deben llenar de mariposas: «Dios –me digo– debe andar en sus palabras, como oyente mudo, como «la Brisa que pasa», que diría Isaías con la lírica de sus versos». Ayer, me asomé y los vi y me vieron, y me hicieron una señal para que bajara, y bajé. Armado de mascarilla y con las manos oliéndome a alcohol y a ablución, a limpieza, bajé. Hablamos, reímos, yo anduve por el patio, y, luego de un tiempo, dije de irme. José Luis, como siempre, me dijo: «Vicente, eres un glúteo (bueno, culo, dijo) de mal asiento». Suele advertirme, Diario, que no dejo a la vida que viva en mí; que –como diría Pablo Neruda, en su poema A callarse– siempre ando «en una inquietud instantánea», viva. Y yo le contesto: «Puede ser»; y me voy, con el deleite de la amistad gozosa, y fortalecida (10:40:06).

No hay comentarios:

Publicar un comentario