jueves, 21 de mayo de 2020

21 de mayo de 2020. Jueves.
APLAUSO DE JÚBILO

Aplauso cerrado, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Los vencejos siguen dibujando su veloz y temeraria geometría en el cielo. Los mirlos, verderones, palomas y tórtolas se dan cita en el jardín de la Casa, libre de viandantes molestos, a causa del confinamiento. Solo algún despistado sale a dar unos pasos con mascarilla. Pero, al poco, desaparece. Contemplado desde mi balcón, todo es paz y armonía allá abajo. Un sabio dijo: «Mientras haya aves en el cielo, habrá esperanza en la tierra». En el cielo hay vuelos; y pisadas en la tierra. Pero estas pisadas nacen de una inteligencia, como las palabras que dicen las cosas, o como los sentimientos que aman esas cosas; mientras que los vuelos de las aves son solo instinto, su ADN, un impulso natural e irracional, inconsciente. Es verdad que vuelan las aeronaves, pero estas son el resultado de la inteligencia humana, que siempre sueña con ir más allá. Son sueños que se concentran en tocar la utopía, o perderse en lo infinito. Las aeronaves, pues, son las pisadas del hombre en el cielo, a un paso de las estrellas. Esta mañana, una de las veces que me he asomado al balcón para respirar aire puro y un poco de paisaje, he oído un aplauso cerrado, vivo, que me ha estremecido. Era el personal sanitario –he deducido– que celebraba la salida del hospital de un paciente recuperado del coronavirus. Un aplauso de júbilo, extendido, emocionado, más de cinco minutos. Yo también he sentido esa emoción y he aplaudido, con lágrimas en los ojos. Se celebraba la vida, el triunfo de la vida sobre la muerte. Bello, Diario: belleza estremecida (18:51:59).

miércoles, 20 de mayo de 2020

20 de mayo de 2020. Miércoles.
SIN PERSONAL

Luz en las sombras. Torre de la Horadada. F: ForVi

-Los vencejos son como el carboncillo del pintor, que trazan arabescos sin cesar en el blog abierto del cielo azul. No tienen un plan, no meditan un itinerario de antemano, no han estudiado geometría, y, sin embargo, qué dibujos más bellos y perfectos hacen en sus vuelos. Con qué tiralíneas más exacto vuelan. Ah, y qué suerte que ayer no se sobrepasaran los 100 muertos por el coronavirus, sólo nos hemos quedado en 83. Eso decía ayer –y lo recogen con gran satisfacción los medios adictos– el doctor Fernando Simón. Es decir, un accidente de avión –otro más– con solo 83 muertos. Esta es la gran noticia que se nos dan desde el ambón de la Moncloa. Dentro de poco nos quedaremos sin muertos, por falta de personal. Sin embargo, aún hay gente buena por el mundo. Dice Teresa Iturriaga Osa en facebook que «hay personas que nos alumbran el camino». Y cuenta cómo Narayanan Krishnan, un chef de prestigio, «da de comer a los pobres». Un día, desde Suiza, donde trabajaba como cocinero en un hotel de 5 estrellas, viajó a su ciudad natal Madurai, en la India. Allí vio algo que lo cambió por completo. «Un anciano que no tenía comida ingería sus propios excrementos». «Desde ese momento –dice–, Narayanan supo que debía hacer algo. Alimentó al anciano y abandonó su trabajo para fundar la ONG Akshaya Trust». Ahora sirve miles de comidas «a personas mayores discapacitadas y abandonadas en la calle». Esta es una noticia que alimenta nuestro caudal de esperanza, Diario: no todo está perdido en nuestra sociedad. Como con la madre Santa Teresa de Calcuta, como con tantas personas en nuestras Caritas, como con tantos samaritanos en el mundo: Dios anda por todas partes, vistiéndose de pobre, dándose en los que dan, redimiéndose en lo que redime (12:14:52).

martes, 19 de mayo de 2020

19 de mayo de 2020. Martes.
SAN JUAN PABLO II

En Wadowice, pueblo donde nació el Papa Juan Pablo II. Polonia. F: FotVi

-Anteayer, San Juan Pablo II, habría cumplido 100 años. Fue un hombre de bien que se forjó en el dolor y la fe: los mismos signos de la cruz. Jesús crucificado sufre y mira al cielo. «Padre, ¿por qué me has abandonado?» Pero, al poco: «A tus manos encomiendo mi espíritu». Sus dolencias las hace oración, diálogo con Dios, contemplación. De igual modo, la juventud de San Juan Pablo II fue de sufrimiento –había perdido a su madre, a un hermano, a su padre–; de vivir ocultándose –la llegada de los nazis, el seminario clandestino, el dominio soviético posterior–-, pero también de esperanza. La fe de su padre lo forjó en la expectación, en la espera: le hizo ver y soñar con un cielo y una tierra nuevos. Su padre murió cuando el joven Karol empezaba a trabajar como obrero en la fábrica Solvay, en Zakrzówek. Se ofreció como transmisor de la palabra que le había hecho fuerte: el evangelio, el mismo que había forjado e iluminado su vida. Se convirtió en «Papa del mundo». Visitó 129 países de todos los continentes. Hablaba 10 idiomas, y siempre saludaba en la lengua de aquel que le escuchaba. De este modo atraía a católicos y no católicos. Fue el primer Papa que visitó una sinagoga, la de Roma, y una mezquita, la de Damasco. Pontífice significa «constructor de puentes». Él los construía entre naciones; pero también entre religiones. Juan Pablo II inventó la Jornada Mundial de la Juventud, en la que tantos jóvenes han visto iluminadas y quizá salvadas sus vidas. Fue el primer Papa en visitar Auschwitz y condenar el Holocausto. En aquella ocasión dijo: «En este lugar donde ha sido pisoteada de modo tan pavoroso la dignidad humana, se ha conseguido hoy la victoria mediante la fe y el amor». Ahí, en Auschwitz, el género humano se llenó de indignidad, pues pisoteó la dignidad de sus hermanos los judíos. Juan Pablo II, con su visita y sus palabras, restauró, en cierta medida, esta dignidad deteriorada, tendiendo un puente de misericordia y de amor, y, como diría San Juan de la Cruz, Diario, recorriendo el camino de Dios, siempre bajo el temblor y el aturdimiento de una noche terriblemente oscura, llena de silencios (18:00:54).

lunes, 18 de mayo de 2020

18 de mayo de 2020. Lunes.
HOMENAJE A LOS MÁS HUMILDES

Homenaje a los héroes de la noche. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Los distinguen con un nombre que, a simple vista, parece una manera despectiva de señalarles. Tanta es su humildad –no su bajeza–, que, no solo han aceptado que los llamen así, sino que ellos mismos, con una sacudida de hombro y una sonrisa –protagonistas tal vez de humor negro–, se lo llaman también. Son como las luciérnagas, que, si no encienden su propia luz, no se les ve. O como las estrellas, que viven de la luz que irradian. Andan de noche, como los grillos, haciendo un poco de ruido, y tosiendo, alguna vez, pero procurando no despertar a la ciudad del sueño. Antes iban a cuerpo limpio; es decir, con botas y casco; ahora, además, con mascarilla y guantes, para dar de lado al bicho maligno. Son como pequeños astronautas en un planeta donde abunda el desperdicio, la bazofia, el resto. Ellos recogen los despojos. Son los amigos del mal olor, los que limpian lo que los demás, cada día, hacemos escombro de comida, sobra. Y, con ser tan importantes en estos días de pandemia, no es que no se les nombre como héroes, es que casi nadie se acuerda de ellos. Se nombra a los que, con la medicina, recrean el milagro de la vida, a los transportistas, a los voluntarios, al que da un pedazo de pan, al sacerdote portador de Dios y de la misericordia, al escritor que revive historias para crear sueños nuevos en el lector, etc. Pues bien, a estos «basurillas» –así se llaman ellos y así los llamo yo, Diario, con respeto, y poniendo dignidad en cada una de las sílabas–, mi reconocimiento y mi aplauso particular, y mi oración, si así les parece, que una gota de rocío nunca viene mal al huerto de la vida, tan de secano últimamente (13:31:23).

domingo, 17 de mayo de 2020

17 de mayo de 2020. Domingo.
DIGO PADRE

"Padre ¿por qué me has abandonado?" Iglesia barrio obrero. Varsovia. F: FotVi

-Esta mañana he despertado oyendo, dejándome llevar por el oleaje casi místico de El segundo vals de Dmitri Shostakovich. Me imaginaba así al Espíritu Santo invadiendo, viniendo a mi vida, como música de Dios, hasta hacerla templo de su presencia, descanso en mi corazón. No lo veía venir a mí como paloma que aletea, sino como aliento que consuela, que aboga, que intercede, que ayuda. Y que eleva. Y que, a pesar del dolor, del derrumbe y la angustia espiritual causados por el corona virus, santifica y consagra, y, como hijo que soy, me hace exclamar: «¡Abba! ¡Padre!». Digo Padre y lo hago como si yo fuera la boca del mundo, abierta de par en par, para decir la palabra que te llena de eternidad. En el día del enfermo, intento decir, gritando, Padre, para que me escuche Dios. Movida mi lengua por el Espíritu, intento decir Padre, para que él, el Señor, se consuele en mi dolor. Y así yo, Diario, me pueda consolar en Él. Intercambio de dones (18:46:46).

sábado, 16 de mayo de 2020

16 de mayo de 2020. Sábado.
DANDO UN ABRAZO

Mano abriéndose, para darse. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Apenas hablo del hombre político, que de ordinario, al actuar, lo hace sin conciencia, o con conciencia interesada, deformada; hablo del hombre normal, el que razona, discierne, actúa. Hombre con criterio, libre, que abraza y no destruye. No hablo del hombre del puño ni del de la mano alzada; hablo del hombre que alza la mano para saludar y la cierra para coger la hoz, el martillo, la pluma, el bisturí, el microscopio. En estos casos, con la mano alzada se abre la sonrisa y se aproxima la cercanía; y con la mano cerrada se hace el trabajo y se afianza el progreso: el deber cumplido. Porque todo lo demás es hacer mal humor, y sin risas que lo dignifiquen. El humor o crea la sonrisa o es uva en agraz, sin color ni sabor. ¡Guaj! En su libro Movimiento Perpetuo, Augusto Monterroso, el que contaba aquello de que “cuando despertó, el dinosauro todavía estaba allí”, decía: «Todo lo que hace el hombre es risible o humorístico. En las guerras deja de serlo porque durante éstas el hombre deja de serlo». Yo lo traduciría así: el hombre normal es humor, gracia, ingenio; el político –el que hace las guerras– deja de ser hombre y se hace ideología, lobo doctrinal, odio. Se hace carro de combate o guerra bacteriológica. Nunca ocasión para la mirada limpia y el corazón abierto, como una granada madura; es decir, con Dios en la puerta de tu boca, diciendo bien y haciendo el bien, diciendo paz y haciendo la paz, diciendo amor, Diario, y dando un abrazo (18:57:59).

viernes, 15 de mayo de 2020

15 de mayo de 2020. Viernes.
LOS QUE SOBREVIVEN

Señalando arriba, frontispicio, Catedral. Murcia. F: FotVi

-Ahora, si rezo y lloro, lo hago por los muertos –27.321–, desde luego; pero más, por los que sobreviven y han perdido a un ser querido. Es el mío un acompañamiento lejano, pero entrañable, de solidaridad, de cercana humanidad. Lloro porque soy persona, y rezo, porque soy creyente; es decir, depositario de un don, de una gracia luminosa de amor. Soy creyente porque Dios me lo propuso y yo, consciente y libremente, acepté. De niño, sin contar conmigo, me bautizaron; y de mayor, fui yo el que propuso a Dios que quería ser su seguidor. Me confirmé, y fui ungido de fe. El ser persona te viene dado; el ser creyente lo buscas tú: escarbando en la duda, en la oscuridad, en el llanto y el dolor en ocasiones; y en esa búsqueda –a veces cruel, a veces, generosa–, hallas, extendiendo las manos como el ciego, la Verdad. La que da sentido a tu vida y a las cosas. Y te aferras a ella, como el águila a su presa, porque ves que, en los momentos difíciles y extraños, también en los felices, es decir, en el campo de batalla o en la gloria de cada día, te alimenta y te salva, y te eleva. Aunque tú te dejaras ir, no te permite entrar ni en euforias excesivas ni en el maldito territorio de la desesperación. En momentos de exultación o de tristeza, cuando es fácil la risa o el gemido, o el hundimiento o el éxtasis, siempre, Diario, es mesura y sensatez, discernimiento, libertad (18:51:03).

jueves, 14 de mayo de 2020

14 de mayo de 2020. Jueves.
EXISTE LA ESPERANZA

Tras la nube, la esperanza. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Se derrama el cielo: llueve lluvia de llanto. Llanto sereno; pero continuo, armonioso. Los pájaros se han escondido y las palomas no zurean, se ha oscurecido la primavera. El llanto de la tierra ha se ha llovido sobre el cielo, que hoy nos lo devuelve. Sólo el canto del mirlo se ha oído de madrugada. Es la dulce y enamorada melodía que se escucha cualquier día de primavera al amanecer. Entretanto, miro la prensa y nunca había viso la noticia de tanto muerto de golpe; solo en las guerras o en aquellos lugares en que se ceba la miseria, se ve algo parecido. África, Sudamérica, Asia. También en el cinturón desgajado y olvidado de las grandes ciudades. Pero siempre menos. Tanto muerto y en racimo, nunca. Y nuestros dirigentes instaurados en sus poltronas de privilegio, tirándose venablos y coces a la cara; son miserables de la parodia, hipócritas con careta y máscara de buenos, pero que hacen equilibrios en la cuerda floja de la desfachatez y el cinismo. Descansan en su verborrea bufa y malintencionada. Yo, sin embargo, rezo por ellos, porque enderecen sus pensamientos e intenciones; porque, aunque no creo en ellos, sí creo en Dios. Esta tarde ha salido el sol, como queriéndonos decir que, a pesar de todo, existe la esperanza. A la Esperanza me acojo, Diario, y en ella descanso, y aguardo (19:15:58).

miércoles, 13 de mayo de 2020

13 de mayo de 2020. Miércoles.
SALTAR DE ESTRELLA EN ESTRELLA


Tuve hambre y me disteis de comer. San Blas. La Ribera. F: FotVi

-Me despierto y miro al cielo. Un azul terso y agresivo, con alguna nube que embellece la decoración. Las nubes son el algodón con que el cielo, tal vez, se desinfecta cada día de este coronavirus invisible y matón. El cielo es un lugar de consolación, en estos tiempos de desgarros. Mirar al cielo puede ser el principio de todos los sueños que desees emprender. Yo, cuando no sé qué soñar, miro al cielo y enseguida me viene un sueño al que agarrarme para irme más allá de las nubes y saltar de estrella en estrella, hasta caer en el mar de la tranquilidad, y renacer en él y vivir. Pero el bicho sigue ahí, mordiendo y haciendo daño. El único consuelo que nos llena de luz y de esperanza es el de gran número de voluntarios que están haciendo posible que muchas personas sobrevivan, aunque sea arrastrando su infortunio, como pobres de una sociedad saciada y derramadora. En lugares como Jesús Abandonado, Cáritas, Cruz Roja, y otros Centros Asistenciales, se remedian los oscuros abusos de la injusticia. «Bienaventurados los pobres», dijo Jesús; y también: «bienaventurados los que luchan por la justicia», porque de ellos es el Reino de los Cielos. Ahí, en esos dos sencillos postulados de las bienaventuranzas está todo el contenido del evangelio. ¿Recordáis? «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino…, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». Es todo tan sencillo; porque «en verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». Todo lo que hacemos a un «abandonado», Diario, se lo hacemos a «Jesús abandonado»: tan claro, como morder un trozo de pan recién horneado y sentir placer por el bocado (19:17:00).

martes, 12 de mayo de 2020

12 de mayo de 2020. Martes.
UN PLATO DE COMIDA

El gobernante y el pueblo, en un mitin. El País

-Hoy rezo y miro al cielo, cubierto. Los vencejos vuelan con la temeridad de un cuchillo desenvainado, y que, lanzado a toda velocidad, nunca da en la diana; quiero decir, que siempre, en piruetas de alto ingenio, se salen por la tangente. No tropiezan entre sí y se ríen mucho. O eso perece. Cosa que no podemos decir los humanos. La pobreza sigue insistiendo en la mayoría de los países del mundo. En la prensa veía hoy fotografías de esas colas de gente de varios cientos de metros que esperan turno para hacerse con un plato de comida. Y es gente, en su mayoría, que nunca había pedido. Están con la mascarilla en la boca y los ojos bajos, como sintiendo molestar, como pidiendo perdón. Perdón por solicitar lo que te corresponde como ciudadanos, libres y dignos, del mundo. Esta mañana leo en la prensa: «El egoísmo mata más que el virus». El egoísmo de los pueblos, sus gobernantes, los que aplauden al rey desnudo del cuento, los que se llaman sabios o intelectuales, y lo dicen sin pudor en los medios de masas, y ríen, y se burlan de una sociedad en precario. Una sociedad –el mundo– necesitada de líderes honrados y desprendidos, capaces. «La política se ha convertido en lo contrario de lo que debería ser –dice el periodista Pablo M. Díez–. En lugar de gobernarnos los más sabios, justos y nobles, estamos en manos de gente a la que jamás le dejaría la llave de mi casa». Y es este un aserto que hay que reconocer y meditar, se tenga este o aquel modo de pensar, aquella o esta idea política o social. Para gobernar con bien una casa o una nación se requieren no ideologías, sino ideas. Y fe en esas ideas, Diario, como el creyente en Dios (18:28:43).

lunes, 11 de mayo de 2020

11 de mayo de 2020. Lunes.
CON UN MOSQUITO

La libertad que ríe, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FoTvi

-Tras una lucha sin cuartel con un mosquito, despierto enfangado de insomnio. Me daba media vuelta evitando al guerrero y, a poco, oía otra vez su violín perturbador y continuo, como la voz de la serpiente a Eva en el paraíso. El mosquito insistía y yo me perdía bajo las sábanas. Hasta que he despertado. Vencedor, pero cansado. Entonces he recordado que hoy, después de 56 días de confinamiento, iba a pisar la calle por vez primera. Y el pasillo de mi piso, y aventurarme en el ascensor. Y me he hecho una gavilla de nervios. Es algo así como la primera comunión de un niño angustiado. De pronto he caído en que no sabía ponerme la mascarilla, ni los guantes de látex. Pero he preguntado al enfermero y, solucionado el problema y respirando miedos tras la mascarilla, me he puesto en marcha hacia la barbería. Por fin he podido respirar el aire de la calle. Y de este modo, me he reconciliado con el zureo de las palomas y he sabido y gozado de los pasos que daba: «¡Son mis pasos, libres!», me he dicho, con alborozo; pasos que oía al pisar las hojas como agujas de los árboles casuarina que festonan la calle, enormes, enhiestos, ahí clavados. Como espadas de ilusión, tocando el cielo. Después de una mala noche, Diario, un buen día de libertad, cerca de la gente, en la calle otra vez. Es decir: Dios, y la gente, más cerca de mí, o en mí, tocando conmigo la esperanza, respirando, por fin, con mascarilla y guantes, aires de libertad (18:30:49).

domingo, 10 de mayo de 2020

10 de mayo de 2020. Domingo.
LA SOLEDAD DE LOS DESCARTADOS

Concierto en la antena. Torre de la Horadada. F: FotVi

-¿Ha sido el coronavirus el que se ha cebado en las residencias de ancianos, matando a miles, o ha sido nuestra dejadez y oídos sordos los que no han dejado escuchar el clamor que surgía de estos centros, pidiendo un poco de atención y auxilio, sin conseguirlo? La soledad de los descartados, los no útiles para la producción y el confort de sus hijos y deudos. Los dejaron en una residencia, creyendo (¿de buena fe?) que allí iban a vivir, pero se ha visto que muchos, no: se han ido con su vejez, su sabiduría, su soledad, dejando un vacío de tristeza en la estupidez de mundo, en su obscena insolidaridad. Despreciar la sabia manera de enfocar las cuestiones de la vida en la vejez, es una solemne necedad, es una simpleza de analfabetos. Sin embargo, yo creo en la Resurrección de los muertos, en el triunfo de la Vida sobre la muerte, como Gustav Mahler, el músico y autor de sinfonías que elevan el espíritu, o que se hacen espíritu (la música es donde mejor se expresa la grandeza de lo intangible). Ahí los encontraremos, Diario, en la otra vida, señalándonos el camino a seguir; mirándonos a los ojos, perdonando nuestra estupidez (18:51:52).

sábado, 9 de mayo de 2020

9 de mayo de 2020. Sábado.
CANDADOS EN LA BOCA

Orquídeas entre rejas. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Cualquier cosa, antes que el lamento desesperado, decía yo ayer. Era un modo de poner en blanco lo que aparece tan negro y emborronado. Poner una paloma de paz donde solo aparecen aves carroñeras y rapaces. Como buitres y grajos, y mamíferos irreverentes, los murciélagos. Hoy leo en la prensa que en las paredes de una parroquia de Cienpozuelos, en Madrid, un «inspirado pirómano» ha escrito: «La única iglesia k ilumina es la k arde». Y el párroco se pregunta en un vídeo: «¿Quizás debe arder el templo de Santa María Magdalena, porque en estos 50 días de confinamiento ha atendido a los enfermos de coronavirus en el hospital de Valdemoro?; ¿quizás porque la parroquia a través de Cáritas y un montón de voluntarios ha atendido las necesidades de decenas de familias que han pedido ayuda?; ¿quizás porque a través de distintas hermandades se han hecho proyectos de batas y mascarillas que se han ofrecido generosamente a quien las necesitase, también a residencias muy golpeadas por el coronavirus?». Como señala el párroco: «Parte de la sociedad española ya estaba enferma antes del coronavirus. Enferma de ignorancia, enferma odio, enferma de ideología». Y todo por haber dado su opinión –¡ay, libertad de expresión!, ¿dónde estás?– sobre la gestión del gobierno en esta pandemia. Candados en la boca, Diario: te puedes morir, pero en silencio, sin una lágrima, sin un «¡Dios mío!» en el que recostarte. Como decía Cicerón, en su libro Oratoria: «Niño, espanta las moscas». (Cita de Augusto Monterroso, en su obra Movimiento perpetuo) (12:08:03).

viernes, 8 de mayo de 2020

8 de mayo de 2020. Viernes.
BUSCAR LUCIÉRNAGAS

Peinando el viento. Playa Las Canteras. Las Palmas. Gran Canaria. F: FotVi

-Decía Juan Rubio, cura y periodista: «En un mundo en el que las tinieblas afloran, lo que hay que hacer es encender una cerilla. No lamentarse». Yo diría: «O hacer por encontrarse con una luciérnaga». Porque la cerilla hay que encenderla, supone un esfuerzo, y la luciérnaga te la encuentras encendida. Pero sobre todo: no lamentarse. Yo me lamento por aquello que hubiera podido dominar, pero no por lo que me domina a mí. Lamentarse por el coronavirus, es entrar, gratuitamente, en el laberinto del estupor. Lugar este donde solo hay murciélagos de cara mala y de risas siniestras y no pájaros que con su vuelo iluminen la mirada. Lamentarse es hacerse tejido de tiniebla en las tinieblas, romper la esperanza en pedacitos y tirarla al aire, como el humo, y que se pierda en el espacio. Como decía la mística y sencilla amante de las cosas de Dios, Santa Teresa: «Hay que agotar todos los esfuerzos antes de quejarse». El esfuerzo de contar hasta diez, o hasta cien, o hasta mil, antes del gemido o del llanto. Antes de la desolación. En vez de lamentarse, encender cerillas, buscar luciérnagas, hacer pompas de jabón que hagan soñar a los niños, o peinar el aire: Diario, cualquier cosa (18:53:27).

jueves, 7 de mayo de 2020

7 de mayo de 2020. Jueves.
CANTANDO


No se oye; pero cantando entre rejas. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Como ya os dije, los sueños, en estos días de confinamiento, son extraños y a veces invitan al sobresalto. Andaba yo soñando no sé qué, cuando, de pronto, miro, y me faltaban las manos. Me horrorizo. Es lo mínimo que le puede ocurrir a uno que ha perdido sus manos. «Tanto lavarlas y lavarlas», me dije. Por la pandemia. Lloré un poco, con desconsuelo, como un niño; pero, al momento, como sucede en los sueños, me vi alimentando a unos canarios que criaba en una jaula. Los pájaros saltaban y yo, incrédulo, miraba mis manos, que me habían vuelto. Salté con los pájaros: me dejé llevar por la euforia de esas sencillas y luminosas criaturas. Luego, con mis manos ya en orden, seguí soñando que me había hecho canto en el canto de los pájaros, cantaba con ellos y a pesar de ellos, Diario, pero desde una jaula; mas entonces -lleno de euforia- me dije: «¡Entre rejas, pero cantando!» (13:05:17).

miércoles, 6 de mayo de 2020

6 de mayo de 2020. Miércoles.
POLVO DE ESTRELLAS

Emprendiendo el vuelo, ya. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Hay cosas que, a veces, me cortan el sueño. Como si un cuchillo partiera en dos la manzana del sueño. Y cortado el sueño, te quedas en blanco. Y en ese espacio en blanco puedes escribir o pensar muchas cosas: recuerdos, cosas que puedes hacer mañana, cosas que no, que te ilumine un verso o una idea, que sigas en blanco. Una de esas noches en blanco, recuerdo que al día siguiente tenía que hacer un brindis, me habían dado un premio, me hacían un homenaje o algo así, y me rondaban por la cabeza un sin fin de cosas que decir. Pero luego de mucho dudar y darle vueltas a diferentes fórmulas, opté por esta: «Amigos, hagamos un brindis por mis defectos, son tantos; porque mis virtudes, si es que las tengo, no le importan a nadie». Después de terminar, hubo un silencio, y luego un largo aplauso. No sabía si me aplaudían por mis defectos o por mis virtudes, pero fue mejor así: nunca supe si era yo u otra persona: si era el señor virtudes o el señor defectos. Hasta hoy, que sigo igual de perdido, o de hallado. El niño perdido y hallado en sus defectos. Qué hermoso. Anoche me quedé en blanco y pensé –qué cosas– en mis monaguillos y monaguillas: ¿cómo lo estarán pasando? En cada uno: los de Javalí, los de San Pedro del Pinatar, los de San Blas. Cada uno con su sonrisa o su gesto molesto de sueño; cada uno con su maravillosa inocencia irradiándole en los ojos, detrás de los cuales, Diario, quedaban los sueños, las ilusiones, como polvo de estrellas allí derramado, inaugurando nuevas vidas (12:34:24).

martes, 5 de mayo de 2020

5 de mayo de 2020. Martes.
¡PERO LUZ!

Luz en el cielo, apareciendo. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Estamos entrando en terrenos resbaladizos, pavorosamente desconocidos. Sabemos algo de lo que ocurre hoy; pero nada –o casi–, de lo que será mañana. Mañana está en el aire, como el vencejo o la mariposa, o el silencio de sus vuelos. El hoy lo tenemos aquí, aunque tocándolo con guantes y respirándolo con mascarilla. Pero el mañana es una incógnita, y, de momento, sin solución matemática que despeje este enigma. Los políticos se tiran sus incógnitas a la cara, que a lo más que alcanzan es a llenarlos de asombro, corrosivo. Lo malo de los políticos es que piensan más a favor de su partido o de sí mismos, que en los demás. O piensan en los demás, pero colocando delante sus intereses. Que casi siempre –como diría Benavente– son «intereses creados»: porcentajes y escaños, y sueldos tan engordados, que semejan esculturas de Fernando Botero. Contemplen si no la Maternidad de Oviedo o la Mano de Madrid. Son figuras que parecen bien comidas, satisfechas, orondas, pero desnudas de toda proporción o perspectiva. Son figuras que están, pero sin ser. Imposibles. Todo se enturbia, Diario; solo nos queda una puerta abierta, la de la esperanza; y además, al final del túnel, para el creyente, Dios, que confiamos sea Luz, aunque se trate de una luz pequeña, de candil, ¡pero Luz! (18:20:39).

lunes, 4 de mayo de 2020

4 de mayo de 2020. Lunes.
CURAS DE BATA BLANCA

Fuego de llamas blancas. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Hay curas que, por la vestimenta, parecen papas y, sin embargo, son solo capellanes de hospital. Curas de la bata blanca y la bendición en su sonrisa y en su mano derecha. La bendición siempre dice bien de aquello a lo que exorciza. Pero estos curas van con la humildad por delante: si me llaman, dicen. Nunca invaden, nunca imponen, se dan solo. Si los llaman van y bendicen al enfermo que resiste en el dolor o al que va a morir. Sin preguntarle ni credo político ni religioso, ellos solo bendicen; es decir, dan paz, serenan la estancia en el sufrimiento del enfermo o en su partida. Con la bendición, dan un golpe de Dios en la mesa de la enfermedad. Es como decir: «No estáis solos», y el cura de blanco, después de bendecir, se va con su sonrisa y su pesar a otro enfermo, a otro necesitado de compañía, de bendición. A otro que le llama, que le mira pidiéndole ayuda sin palabras, solo con el sangrar de su mirada. Y el cura que no es papa, solo capellán de bata blanca, entra en la habitación y, con Dios, Diario, le da su mano amiga, su alivio de hermano, su amistad de padre (18:33:33).

domingo, 3 de mayo de 2020

3 de mayo de 2020. Domingo.
DÍA DE LA MADRE

Madre protectora, con el hijo. ABC

-Tú vas y dices Madre y se te llana la boca de misterio. De saliva nueva, de amor, de origen. De germen. En las madres está el principio de todo: el de la vida. Sin vida humana todo sería oscuridad, noche, y, sin alguien que la cuente, prehistoria muerta, truncada. La historia, sin no queda en la memoria del ser humano o escrita en los papeles, no es tradición, testimonio, crónica; solo es olvido, nada. Ni siquiera sabría la tierra que por ella habían pasado los dinosaurios, las anémonas, las selvas amazónicas. Es esta la razón por la que en esta ocasión –con el coronavirus rondando nuestras vidas– deberíamos celebrar el día de la madre de un modo especial, más solemne, con más rosas en la boca y más abrazos en las palabras. Virtuales. Y lágrimas en los ojos por las madres que se han ido, que tanto dieron y ahora se han marchado sin nada entre las manos, solo con el sigilo como fiel acompañante de su soledad. Y el recuerdo –con lágrimas y oraciones– de los suyos. «El resto –como dice Shakespeare– es silencio»; mas parafraseando a Quevedo, Diario, silencio, sí; pero silencio enamorado (19:27:48).

sábado, 2 de mayo de 2020

2 de mayo de 2020. Sábado.
RESERVO MI LIBERTAD

Pensando iniciar el vuelo, en Murcia. Vistabella. 

-Hoy, al abrir el día, se ilumina mi esperanza: toco el sol y toco la libertad. Del mismo modo que Amos Oz, Premio Nobel de Literatura, tocaba el agua y tocaba el viento, yo toco el sol, en mi habitación, y la libertad, en mis ojos y en mis sueños. Un poco más allá de estas hermosas fronteras, me ata el miedo; porque ahí afuera anda el virus que encadena y, con frecuencia, mata. Cómplice de un gobierno –dicen– que improvisa y da palos de ciego. No creo que sea con la intención de construir una torre Babel, sino con el deseo –siguen diciendo– de perpetuase en el poder. Yo sigo tocando el sol y tocando la libertad: mis ojos y mis sueños no me engañan. Ya decía Víctor Hugo que «el sufrir merece respeto, pero el someterse es despreciable». No me someto. También san Pablo, en su carta a los Gálatas, decía: «Cristo nos rescató para que vivamos en libertad». No como pájaros en jaula, sino volando. Siempre. Aun con el peligro en el vuelo del ave rapaz y de la red del cazador. Sin guías; déjenme elegir y organizar mi libertad. Luego, si llega el caso –que llegará–, elegiré yo con quién andar o perderme, pero sin ataduras. A Machado, cuando iba al destierro, le encontraron en el viejo gabán que vestía este verso: «Estos días azules, y este sol de la infancia», con melancolía en los ojos del recuerdo. Dejaba España y entraba en el frío terrible de lo desconocido y lo oscuro, pero empezaba a tocar la libertad; libre como las palabras en el aire o los silencios en la intimidad. Hoy, Diario, no saldré a la calle: reservo mi libertad, para mejor ocasión (17:27:05).

viernes, 1 de mayo de 2020

1 de mayo de 2020. Viernes.
HÉROES DE LA SUPERVIVENCIA

Día del trabajo, sin trabajo. Charlei Chaplin.

-Hoy día del trabajo, me pongo a hilvanar palabras, como mi madre zurcía mi pantalón o mis calcetines agujereados por el uso, y la escasez. Hacer una frase, poner palabras en hilera sin que tropiecen entre sí, llenas de sintaxis y corrección, y, como el grano de trigo, perfectas y comestibles, es un trabajo ímprobo, digno de tenerse en cuenta. Y yo, cada día, como el orfebre, como la mariposa, hurgo, libo en las palabras, y luego las artículo y las pongo en fila, en orden de lectura. Para que se puedan ojear e interpretar, y decir. Y, si acierto, miro al cielo y al diccionario, y doy gracias. Congratulándome con Dios y la sintaxis, y la inspiración, que, si te pilla en la tarea, siempre llega, decía Cela. Así celebro yo, desde mi entrada en el júbilo de la quietud, el trabajo, ese don, esa tarea alegre que me acerca al Creador y me colma de dignidad, con la libertad que da el remendar y poner palabras en hilera y crear con ellas una historia, una odisea, quizá. Hoy, día del trabajo, y, no obstante, sin trabajo; salvo el de aquellos héroes (sin quererlo, tal vez), que tratan de contener el virus en los hospitales y los que se mueven de acá para allá para no dejarnos sin algo que echarnos a la boca. O los héroes de la supervivencia. Hoy, las señoras obreras de la Casa trabajan, con mascarilla y guantes, y una sonrisa; sonrisa que, por lo de la mascarilla, solo se les ve en los ojos, celebrando así generosamente el día del trabajo. Como San José, que fue obrero en el silencio y la aceptación, y cuidador del Hijo de Dios. Por lo que mereció, modelando la madera y la humildad, Diario, el premio de la beatitud (12:35:52).

jueves, 30 de abril de 2020

30 de abril de 2020. Jueves.
LAS IMPUREZAS

Luna llena con impurezas.  (7 abril último). Casa Sacerdotal. Murcia

-Mal síntoma. Vuelven a estar cubiertos los cielos. Las nubes dan la sensación de ser huesos molidos y puestos a secar al sol. Como un signo de derrota. Menos mal que al poco sale el sol y despeja los malos augurios del sinuoso comienzo del día. Respira la luz y se esponja la libertad, que sale al balcón a aplaudir, pero también a rezar. Por las tardes. Yo aplaudo y rezo, porque, sin ser digno tal vez, sé que hay quien agradece mi aplauso y quien no rechaza mi oración. Así expreso mi cariño, mi amor. Entre nosotros y Dios, y con el resto de la naturaleza. ¡Querernos! El gran déficit de nuestro mundo globalizado y, sin embargo, despiadado con lo débil, lo herido, lo agotado y derrotado que va cayendo a la orilla del camino. Hemos perdido la alegría y la sabiduría de darse, de convertirse en pan para que muerdan los que tienen hambre, en fuente para que beban los que tienen sed. El que ama, aleja de sí el egoísmo, la gran epidemia de este siglo de egolatrías y pandemias espirituales. Qué hermoso lo leído en un artículo de Carmen Posadas. Habla la periodista de Primo Levi, superviviente de un campo de exterminio nazi. El cual sostenía, dice, que «en la vida son necesarias las impurezas, e incluso las impurezas de las impurezas, para hacer un campo fértil». Quizá, con el coronavirus, Diario, estemos preparando la tierra para hacerla más fecunda en solidaridad, en el hecho de mirarse a los ojos mientras partimos el pan y lo compartimos, en el abrazo definitivo (13:25:52).

miércoles, 29 de abril de 2020

29 de abril de 2020. Miércoles.
ÁNGEL BLANQUÍSIMO

Tres batas blancas, en el cielo. Casa Sacerdotal. Murcia.

-Hoy, día 46 del confinamiento, un sol victorioso inunda el cielo. Es la alegría de la luz. La que va de allá para acá en el pájaro que salta de árbol en árbol, cantando, dialogando con las ramas y la hojas. Y con el cielo. El pájaro pía, y el árbol y el cielo le contestan con silencios, silencios que el pájaro entiende. Abajo, las enfermeras –antes del coronavirus salían en gavilla, ahora una o dos–, con mascarilla y guantes, liberan su ansiedad a la puerta del Hospital Reina Sofía. Alguna fuma un cigarrillo, supongo que para que sus miedos y sus dudas se deshilachen con el humo y huyan de su cabeza. Son como los ángeles, que están pero apenas se ven; solo aparecen cuando llevan la comida o la medicina al enfermo, o dicen su nombre, y hola, y entonces el enfermo despierta de su sueño calcinado por la soledad y habla, y a lo mejor sonríe. Es el mal cruel e insensible de este virus: la soledad en que deja al enfermo y su muerte. Sin una palabra de consuelo a la que aferrarse, sin una mirada; solo, quizá, Diario, la palabra y la mirada de la enfermera que permanece a su lado, como un ángel blanquísimo (18:39:41).

martes, 28 de abril de 2020

28 de abril de 2020. Martes.
NUESTRAS RAÍCES

Mirar al cielo, como liberación. Casa Sacerdotal. Murcia

-Estos días de clausura –encerrados y a dos metros de distancia y mascarilla para hablar con alguien–, el sol y las nubes se van turnando, cediéndose el paso ceremoniosamente, como en un baile de las Cortes antiguas. Es como si quisieran evitarse. Es como si el sol le dijera a las nubes: «Yo por un lado y vosotras por otro», y aquí paz y allí gloria. El sol y las nubes siguen el ejemplo de los humanos, ni rozarse ni tocarse. Estos días, desde mi balcón, miro más al cielo, lo contemplo, y quedo sin habla, absorto. Veo su belleza, y descanso en su contemplación. Dice Marica Branchesi, astróloga, que «el cielo es lo más poético que hay»; el cielo es poesía, relajación, descanso, religión. La  poesía no sólo está en los libros, también está ahí afuera, de donde el poeta bebe. El poeta contempla y luego escribe. Pero, como el místico, hay que contemplar y levitar, es decir, salir de ti y dejar que lo contemplado te invada, te arrebate, te libere, hasta poder volar. Hay quien toma pastillas para poder dormir: Yo le recomendaría mirar al cielo: enseguida encontraría el sueño, la paz. «Somos polvo de estrellas», dice Marica Branchesi. Mirando al cielo, Diario, hallamos nuestras raíces, en él se encuentra lo Invisible, lo Trascendente, y donde se puede –si miras con ojos de fe– casi tocar a Dios (18:14:51).

lunes, 27 de abril de 2020

27 de abril de 2020. Lunes.
REAL O FICTICIO

Teatro vacío. ¿El virus? Cartagena. 

-Me lo han contado o lo he soñado. No sé. En esta encerrona en la que nos ha metido el virus no sabes si es real o es ficticio lo que te sucede. Son tantos días deambulando por mi mente, dándole vueltas a mi imaginación. Hay veces que me toco y no sé si soy yo o es mi sombra, o si soy el sueño que ha tomado en mí forma y actúa en mi nombre. Mi perfil, pues, es el de mi sueños. Actúo y no sé si estoy en la realidad o en una de las fantasías de las que me regala mi sueño. He aquí un hecho, que no sé si es fantasía o realidad. Un anciano camina por la calle: le sigue una cuerda que arrastra tras él. Encorvado, al andar, no ve más que la punta de sus zapatos; ve cómo el derecho adelanta al izquierdo, y el izquierdo al derecho. En eso va enredado su pensamiento: uno, adelante, otro, atrás. De pronto, se ve interceptado por un guardia. «Perdone, Señor», le dice educadamente el agente municipal. «¿Diga?», contesta el viejo, poniendo cara de sorprendido. «¿No sabe usted que estamos en cuarentena y que no puede salir a la calle?» «¿Ni siquiera a pasear un poco mi vejez?» El guardia miró la soga que llevaba atada a su mano el viejo, sonrió, y se marchó, diciéndose: «Si hay quien saca a pasear al perro, ¿por qué el viejo no puede salir a pasear su vejez?» «¿Qué te parece, Diario?» Lógica y sabia reflexión, nos dice el sentido común (18:26:09).

domingo, 26 de abril de 2020

26 de abril de 2020. Domingo.
DÍA DE LIBERTAD PARA LOS NIÑOS

Volando con Pegaso, con los niños. F: Googel

-El sol ha salido alegre y vivo, pero al poco se ha emborronado, como en un dibujo de niño descuidado y sabio. Parece como si nos quisiera acompañar en el dolor por la pandemia. Quizá quiera decirnos que él también llora con nosotros. Pero al poco, se ha desperezado y ha roto con las nubes, y se ha puesto a caminar, haciendo su raya de luz en el azul. Tal vez quiera acompañar a los niños en su primer día de libertad, y prestarles la alegría de su luz y su danza diaria. Pensando en Candela y sus amiguitos, que hoy salen reír y a gozar a la calle, me deleito con Machado:
«Mientras danzáis en corro,
niñas, cantad: Ya están
los prados verdes,
ya vino abril galán.»
Los prados verdes, abril galán, sí; pero jugar a la comba, no. Este abril es distinto. Muy triste para familias que han perdido a un ser querido, o para los mayores que están solos, sin nadie que les acaricie la mano o les diga una palabra amable. Hoy, Candela, niños todos, podéis salir a la calle; pero a jugar sólo con vuestros sueños, con vuestra niñez milagrosa, o al balón con la luna, aquella con la que hablabas tú, Candela, cuando eras más niña –solo cinco años–, y te extrañaba de que tus padres no lo pudieran hacer. Jugar con vuestro interior precioso, donde siempre hay una princesa que mira con fascinación todo lo que hay en su entorno. Bueno, el día va pasando y cambia de humor cada dos por tres. Primero, sol; luego, nubes; otra vez sol; luego, llovizna y truenos, y sol, y tristeza. Pero vosotros, niños, salid y tocad la alegría de vivir, de saltar, de correr, aunque sea de la mano de una persona mayor. No hay nada como llevar de la mano a un niño, te trasmite, Diario, su niñez y su inocencia, y su asombro  –como una catedral gótica–, por todo lo que existe y se mueve a su alrededor (18:20:58).

sábado, 25 de abril de 2020

25 de abril de 2020. Sábado.
COMBATE

Con la lluvia será rosa, sacada de la nada. Luz,. Murcia

-Ayer, dentro de mí, hubo un combate entre el caos y la fe, que ganó la esperanza. Es decir, venció el amor.  Donde hay fe, surge la esperanza, y la fe y la esperanza siempre incendian el amor. Yo contemplaba el mundo y solo veía tristeza, dolor, injusticias, intereses ilegítimos, lágrimas. Cada una de esas lágrimas ardía en mis ojos. Me quemaba en el corazón. Y me preguntaba ¿¡por qué!? Aunque percibía un halo de luz en el cielo. Allá arriba, donde comienza lo infinito. Donde se abre el misterio. Y de pronto, mientras miraba al cielo, como una luz que parpadeara a los lejos, se me apareció una monjita –madre Verónica, la llaman– hablando de Dios y del dolor. De la esperanza y de la vida. Y me puse a oírla, y dejé que me invadiera su mensaje. Como un crisma salvador. Que llenara mis vacíos y fortaleciera mi fe. Me invitó «a entrar en el sueño de Dios». Ya se lo había oído decir al Papa Francisco. Pero esta alma limpia, dulce, me lo decía con una voz tan serena y fuerte, tan natural, que su juventud y la pujanza de su fe, me conquistaron. Me vi envuelto en un mensaje distinto del que te hace cada vez el mundo. Dijo: «¿Cómo sería un mundo que dejara reinar a Jesucristo resucitado? Es decir, ¿cómo sería un mundo en el que reinase el amor, la justicia, la bondad, la comunión, la verdad, la belleza?» Y luego añadió: «El cristianismo es la revolución del amor». Y me quedé pensando, y, al poco, descubrí que la fe había vencido al caos, y que el Espíritu de Dios me envolvía otra vez, y en ese momento, me vi liberado de mis dudas, y recé desde el amor. Rezar desde el amor, Diario, es entender a Dios y repartirlo por el mundo, como una poderosa comunión (11:37:37).

viernes, 24 de abril de 2020

24 de abril de 2020. Viernes.
LLORO EN SOLEDAD

Esperando al Arco Iris de la paz. Casa Sacerdotal. Murcia

-Otro día gris, enfermizo, como un odre de vino vacío. «Un cuerpo sin huesos», pienso. Algo así como el silencio o la mente en blanco, que te dejan sin palabras que puedan llenar esos vacíos de cosas y las sientas vivas, cercanas. Cosas que anden, que vuelen, que se muevan como la corriente del río. Con la lentitud de una reflexión y la amabilidad de quien da la mano y hace una pausa para mirarte a los ojos y sonreír, y decirte hola. Cosas que se muevan, que hablen, que hagan el payaso, que tropiecen y no caigan, que hagan reír. Deseo volver a ver el ritmo de la vida, la prisa de unos, el lento y meditativo caminar de otros, la algarabía de los niños en el recreo de la escuela, los ruidosos abrazos de la gente al volverse a ver, o las noticias de la tele sin tener que soportar el trago amargo y trágico del parte de guerra de los cuatrocientos muertos diarios. Más muertos que en cualquier contienda, más que en una calle de Chicago en aquellas películas antiguas de gánster. O las colas de los desplazados y sin trabajo a las puertas de las iglesias y comedores sociales pidiendo el plato de comida que la caridad les ofrece. Y lloro en soledad, con un solo consuelo, el de invocar a Dios y mirar al cielo. Al cielo que hay más allá de las estrellas, Diario, y al que no llega la arrogante estulticia humana, tan altiva, tan despiadada, tan descreída (18:16:30).