sábado, 2 de mayo de 2020

2 de mayo de 2020. Sábado.
RESERVO MI LIBERTAD

Pensando iniciar el vuelo, en Murcia. Vistabella. 

-Hoy, al abrir el día, se ilumina mi esperanza: toco el sol y toco la libertad. Del mismo modo que Amos Oz, Premio Nobel de Literatura, tocaba el agua y tocaba el viento, yo toco el sol, en mi habitación, y la libertad, en mis ojos y en mis sueños. Un poco más allá de estas hermosas fronteras, me ata el miedo; porque ahí afuera anda el virus que encadena y, con frecuencia, mata. Cómplice de un gobierno –dicen– que improvisa y da palos de ciego. No creo que sea con la intención de construir una torre Babel, sino con el deseo –siguen diciendo– de perpetuase en el poder. Yo sigo tocando el sol y tocando la libertad: mis ojos y mis sueños no me engañan. Ya decía Víctor Hugo que «el sufrir merece respeto, pero el someterse es despreciable». No me someto. También san Pablo, en su carta a los Gálatas, decía: «Cristo nos rescató para que vivamos en libertad». No como pájaros en jaula, sino volando. Siempre. Aun con el peligro en el vuelo del ave rapaz y de la red del cazador. Sin guías; déjenme elegir y organizar mi libertad. Luego, si llega el caso –que llegará–, elegiré yo con quién andar o perderme, pero sin ataduras. A Machado, cuando iba al destierro, le encontraron en el viejo gabán que vestía este verso: «Estos días azules, y este sol de la infancia», con melancolía en los ojos del recuerdo. Dejaba España y entraba en el frío terrible de lo desconocido y lo oscuro, pero empezaba a tocar la libertad; libre como las palabras en el aire o los silencios en la intimidad. Hoy, Diario, no saldré a la calle: reservo mi libertad, para mejor ocasión (17:27:05).

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