30 de septiembre de 2020. Miércoles.
HILO DE TELA DE ARAÑA
HILO DE TELA DE ARAÑA
-Fin de mes; fin de
trimestre; y sigue la pandemia. Siete meses a las órdenes del covid 19: espada
de Damocles sobre nuestras cabezas. (Cicerón). Espada sostenida por el hilo
tenso y frágil de una crin de caballo –la gota de saliva que nos salpica, el
saludo afectivo sin la debida distancia, una celebración familiar–, cualquier
cosa puede ser esa crin –hilo de tela de araña– que se quiebra y nos mata con su
espada. Terriblemente, sin piedad, sin mirarnos a los ojos, único lugar donde se
puede traslucir lo que siente nuestro corazón: el dolor, los miedos, nuestras esperanzas. Entretanto, el sol ha salido, una mariposa ha zigzagueado en mi
ventana –me roza la esperanza–, y puedo leer a Unamuno en su libro de poemas El Cristo de Velázquez. Donde dice: «Nos
bañamos en Ti, Jordán de carne, / y en Ti de agua y espíritu nacimos». Todo
nace y renace del agua: la vida, el destello del pez. Y de la fe, en la que se
vislumbra a Dios. El agua es vida, y la fe, Vida divina. Cristo en la cruz,
Diario, es el Jordán de carne triturada en el que nos bañamos, mientras nos envuelve –liberada– la vida sin espada de
Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas; es decir, la Vida de Dios (11:52:22).