lunes, 28 de diciembre de 2020

28 de diciembre de 2020. Lunes.
PÁGINA DE CRUCIFIJO

Matando gorjeos de bebé, en Belén. Murcia. F: FotVi.

-Día de los Inocentes, o día de la inocencia arrancada de las manos de las madres para ser sacrificada, por crueldad, en nombre de un poder amedrentado. Unos Magos de Oriente le han hablado de un rey que había nacido en Belén y venían a traerle regalos y a adorarle. Y decide eliminar al rival. A ojos de la vulgaridad, el poder siempre gana, aunque pierda a los ojos de Dios y de la historia. Allí estaba Herodes, grande chuletón de carne flácida –pero carne coronada y vestida de impiedad– matando a niños y sus gorjeos, derramando santidad por las calles de Belén, crucificando a Dios en esos niños. Dice el himno de Laudes, con un cierto lamento irónico y agrandado, que: «Tanto al tirano le place / hacer de su orgullo ley, / que por deshacer a un rey / un millar de reyes hace». Es claro que, en Belén, no había mil niños nacidos en tiempo de Jesús; pero sí había niños –inocentes bebés–, que fueron sacrificados por Herodes, y el clamor por esas muertes todavía hoy se oye. En las fiestas de la Luz, se nos abre esta página de crucifijo y sangre, de tiniebla y vileza. Página negra de la historia. Sin embargo, en este día de Inocencia Santa, también es lícito recordar a otros niños del mundo que mueren asesinados por el egoísmo del poder, que casi siempre delinque. Recemos por los santos inocentes de ayer y de hoy: por los que, en patera o en campos de refugiados, mueren de hambre y de frío, de indiferencia egoísta; por los que no permiten que nazcan –aborto, millones–: lo exterminan leyes injustas, que llaman progresistas; por los niños de la calle, que nunca recibieron ni el calor de una mirada amiga ni un pedazo de pan en una mesa familiar: tantos niños inocentes. Leo: «Si por cada niño muerto injustamente depositáramos una flor, llenaríamos muchos estadios de flores». (P. Mariano de Blas). De flores, Diario: flores moradas, balbucientes, llorosas, sagradas, con destellos y gemidos de Dios en sus pétalos, gemidos que aún hoy se oyen, se atisban (12:12:23).

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