jueves, 4 de junio de 2020

4 de junio de 2020. Jueves.
¡HOLA, AMIGO!

En la sed, se agradece el agua. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Dice un proverbio árabe: «Se podrá olvidar a una amigo con quien reíste, pero nunca con el que lloraste». Reír es un sentimiento que se expresa hacia afuera; ríes, y las manos, los ojos, ese espejo del alma que es el rostro, todo salta como si hubieras dado una palmada y volaran las palomas que hay en tu interior. Pero sucede que todo vuelo, antes o después, pasa, se lo lleva el viento. Llorar es lo contrario: es dar la palmada fuera de ti y que todo, como plomo, entre en tus adentros, y te hunda en la desolación, en la tristeza. Entonces, desde dentro de ti, brota, convertido en lágrimas, el llanto de la terrible soledad del que sufre. Es la razón por la que, si en ese momento viene alguien y te pone la mano en el hombro y te dice: «¡Hola, amigo!», lo vives y recuerdas durante toda la vida, y lo haces para siempre celebración de agradecimiento, como una devolución del trozo de corazón que te prestaron en tiempos en el que el tuyo estaba roto. Estamos en tiempo de llantos, aunque en algún momento se nos escape alguna sonrisa; o el célebre dicho: reír por no llorar. Reír y llorar se hace entre amigos, pero el reír es más efímero que el llanto; la risa pasa porque nace de un instante de felicidad, de un momento lúdico, festivo; el llanto dura, porque surge de una herida, que tarda más en cicatrizar, en cerrarse, y, una vez cerrada, permanece la señal, y, aunque quieras olvidarla, persiste. Un amigo que llora contigo, Diario, nunca se olvida (17:55:28).

miércoles, 3 de junio de 2020

3 de junio de 2020. Miércoles.
PIRÁMIDE DE VUELOS

Vertiginosos vencejos, en el cielo. Murcia. F: FotVi

-Cuanto más movimiento en las calles, menos vencejos hay en el cielo. En la pista del cielo azul se están borrando los dibujos de los vertiginosos vencejos, sin ellos no hay firmas de alegría en el cielo, los ruidos espantan al dibujante. A menos coronavirus, menos vencejos. No debiera ser, pero es. A ellos no les gustan las celebraciones ni el bullicio, les gusta el cielo abierto y desocupado, donde es imposible el tropiezo y la mentira. Donde todo es horizonte y lejanía, libertad. Huir de todo, volando, vuelo sobre vuelo, como una pirámide de vuelos, hacia el más allá. Estas aves tan voladoras podrían cantar con San Juan de la Cruz, mientras vuelan, esta copla a lo divino, que él hizo para alcanzar la gracia de la contemplación y el éxtasis, de la fusión con Dios. Y donde se dan cita el vuelo en sí, o el esfuerzo; y la esperanza, o el hallazgo de Dios. Dice: «Tras de un amoroso lance, / y no de esperanza falto, / volé tan alto, tan alto, / que le di a la caza alcance». En un país, corrompido de mentira, un servidor quisiera volar e irse lejos de esta auténtica pandemia liberticida. Porque el virus se irá, pero nos quedará la mentira, este lodazal en el que se ha metido nuestra vida pública, y en el que, sin pretenderlo, Diario, todos nos embarramos. Pero, como el vencejo, no dejemos de volar, puede que así demos a la libertad alcance (18:29:16).

martes, 2 de junio de 2020

2 de junio de 2020. Martes.
ANOCHE SOÑÉ

La noche de los sueños. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Anoche soñé que yo era uno de los que, joven y sin recursos, me ponía en cola a la puerta de Cáritas. Podía haber ido a cualquier otro Centro de asistencia social. Por supuesto, no a la Moncloa, o a la puerta de un partido político, o de un sindicato. Allí no dan nada. Me fui a Cáritas.  Me veía con mascarilla, la mirada perdida en el suelo, por pudor: era la primera vez que pedía ayuda; y –cosas del sueño–, estando en primavera, sentía frío. Un frío que me salía desde los huesos hacia afuera, a la piel. Y me hacía temblar. Éramos una cola interminable –madres y padres con niño, ancianos, jóvenes, lisiados,…–, todos con frío y el pudor escondido tras la mascarilla y los ojos bajos. Pasó un amigo y me miró, yo hice un gesto con el hombro, él afirmó con la cabeza y se marchó. Entendí que había entendido, o no. Y yo, confundido, y con un movimiento violento, desperté del sueño. Y, entonces, sin sueño ya, me puse a pensar. Y, al repasar lo que está pasando tanta gente, se me han saltado unas lágrimas. Y he recordado unas palabras del Papa Francisco: «La pobreza cristiana es que yo doy de lo mío y no de lo superfluo, porque sé que él me enriquece. ¿Y por qué me enriquece el pobre? Porque Jesús ha dicho que Él mismo es el pobre». Dar de lo que te sobra es benevolencia, y es bueno, pero no es pobreza cristiana. En el pobre, Jesús te alarga la mano, y, entre andrajos, te mira, y, con una sonrisa desdentada quizá, te da las gracias. Y tú, de este modo, Diario, consagras la pobreza, la haces sacramento de salvación, e iluminas el mundo (12:56:57).

lunes, 1 de junio de 2020

1 de junio de 2020. Lunes.
VUELO DE LIBERTAD

Siempre hay una salida. Murcia. F: FotVi

-Se abre junio como un paraguas de incertidumbres. Incertidumbre social, económica, de libertades. Todo se balancea en el trapecio de la duda, de la sospecha, del miedo. ¿Qué ocurrirá tras la pandemia? Nadie lo sabe, salvo los que mueven los hilos del teatro de marionetas; es decir, los manipuladores, los que están detrás del tinglado moviendo la cruz de la que penden los hilos del guiñol. No hay muñeco que se mueva sin el tironcito, desde arriba, del manipulador. O para dar con una cachiporra al ingenuo de turno o para hacer una reverencia del esclavo –humilde y cascarrabias– a su señor, rechoncho y palurdo. Pillo y vivaracho, el esclavo; tonto y torpón, el señor. Es la caricatura de la riqueza y la pobreza. Todo es para desternillarse, de tristeza. Pero no me dejo vencer: aunque me quiten la pluma y tenga que hacerlo con sangre o con saliva, o con una piedra en el suelo, seguiré escribiendo esperanza. Es más positivo e iluminador estar en el barrio de la ilusión, con expectativas de éxito, que en el del abatimiento y la postración, que solo llevan al suicidio espiritual o físico. Bajando los brazos y dejándote llevar por la corriente, hasta ahogarte. El rezar siempre te eleva hasta la esperanza, como un vuelo de libertad. Contra todo y contra todos, Diario, seguiré rezando. Pues como decía Gustave Flaubert: «Cuando se está desesperado, es necesario esperar siempre» (18:31:00).

domingo, 31 de mayo de 2020

31 de mayo de 2020. Domingo.
FIESTA DE LOS RESCATADOS

Iluminando el miedo, en Pentecostés. F. Googel

-«¡El mundo brilla de alegría!», exulta hoy –fiesta de Pentecostés –el himno de Laudes. ¿Y por qué?: «¡Se renueva la faz de la tierra!» Esta fuerza renovadora y brillante no es otra que la del Espíritu Santo. El que –como una llamarada de fuego– se posó en las cabezas de los apóstoles cuando estaban encerrados: «por miedo a los judíos». Miedo y encierro, razones de toda debilidad, de toda frustración. Pero llega el Espíritu Santo, don y fuerza, y saca a la calle a los apóstoles y les hace que hablen, y los que escuchan les entienden en cualquier lengua. Allí había gentes de todo el mundo conocido, y cada cual escuchaba y entendía lo que los discípulos –salidos del miedo, de la debilidad– decían. La confusión se convirtió en claridad, en abertura, en luz. Lo torcido se trasformó en tersura, los montes se abajaron y los abismos se alzaron: la palabra se puso a ras del entendimiento y de la lengua de cada cual. La confusión de Babel se transformó en plaza de Dios donde todos hablaban, y, al entenderse, reían, y, sin miedos, celebraban la amistad y la confianza, inventándose el abrazo y el dar la mano, y el beso de la paz. Pentecostés, Diario, es la fiesta de los liberados, de los salvados del oprobio, de los rescatados de cualquier esclavitud, también de la de los miedos (13:45:57).

sábado, 30 de mayo de 2020

30 de mayo de 2020. Sábado.
LA SOLEDAD FECUNDA

Florecida en soledad. Murcia. F: FotVi

-La soledad puede ser fecunda y luminosa. También perversa: puede matar. Pero sobre todo, la soledad es creativa y lúcida. La soledad es como un campo sembrado: extendido e íntimo, recogido, pero vivo, en el que siempre aparecen brotes y tallos nuevos hasta alcanzar a ser espiga. La soledad –y el silencio que la acompaña–, son fuentes de inspiración –de iluminación–, donde se alcanza y toca la libertad. En la soledad, contemplas el mundo, lo meditas, lo escribes, y luego, con la paloma que nace de las palabras por ti escritas, lo echas a volar. Lo liberas y te liberas. Le ocurrió a la poeta americana Emily Dickinson, que los 20 últimos años de su vida los vivió en soledad, alejada del mundo, pero amándolo, diciéndolo en sus poemas: «A mí me bastan mis alas», decía. Ayer leía yo a Emily Dickinson y supe que  iluminaba mi vida y mi amor por las cosas pequeñas y trascendentales, las que viven y alientan más allá de nosotros mismos. Quizás en la dimensión de Dios. En un hermoso poema, dice: «Si yo puedo evitar que un corazón se pare, / no habré vivido en vano. / Si yo puedo aliviarle a una vida el dolor, / o calmar una pena, / si ayudo a un desmayado perirrojo / y lo llevo de nuevo hacia su nido, / no habré vivido en vano». Vivir y ser, Diario, florecer, dar fruto, esa es la cuestión, que diría Shakespeare: la que en el encierro sostienen las alas de la libertad (12:09:30).

viernes, 29 de mayo de 2020

ANHELO DE AUXILIAR

29 de mayo de 2020. Viernes.
ANHELO DE AUXILIAR

Todavía hay esperanza. Murcia. F. FotVi

-El voluntariado es una vocación que salta del corazón a las manos y, de éstas, al anhelo de auxiliar, de ayudar. Es una vocación solidaria, de fraternidad. Se da en toda clase de personas: sencillas y de más títulos o haberes. Pero a todas las mueve, en momentos difíciles, el deseo aliviar el dolor y la desgracia. Yo las he conocido en mi ministerio sacerdotal: sacrificadas, inusitadamente creativas, y siempre, y a cualquier hora, disponibles. En Javalí Viejo, en San Pedro del Pinatar, en los Alcázares, en San Blas. Podría dar nombres; pero no lo haré: serían muchos los resaltados, pero dejándome alguno injustamente. Ellos, los voluntarios, son los que forman la santidad doméstica, la de cada día, la que, sin alardes, hace santa e higieniza a la Iglesia. Es la santidad que celebramos el día de todos los santos: la santidad de al lado, como la llama el Papa Francisco. Es, para la Iglesia, como la pizca de sal en el arroz, el terrón de azúcar en el café, las gotas de limón en el marisco. Los voluntarios son la gracia de Dios en este mundo tan desabrido y con tanto sufrimiento e infamia, con tanto olvido y lejanía. ¡Cómo os recuerdo, amigos míos voluntarios, santos de Dios en cualquier lugar donde me he cruzado con vosotros! Ahora, Diario, rezo por ellos –como moneda de Dios, abundante y fecunda– por tanto como me dieron cuando lo daban a los otros: el prójimo (11:26:01).

jueves, 28 de mayo de 2020

POCAS PALOMAS DE PAZ


28 de mayo de 2020. Jueves.
POCAS PALOMAS DE PAZ

Columna sosteniendo la libertad. Priene. Turquía. F: FotVi

-Como dos líneas negras, dos vencejos cruzan frente a mi ventana a toda velocidad. Dos exhalaciones. Dos chispas eléctricas. Como el pensamiento: que va y viene, según le place. Sin control, a veces. Ahora pienso esto y, al poco, otro pensamiento desaloja a este. Es algo así como la política: ahora una aberración, y, al momento, otra, que tacha o agranda la primera. Hay muy pocas palomas de paz, muy pocos gestos que conduzcan a la armonía, todos son malas artes y escupitajos verbales al contrario. Tú eres hija de marqueses, o algo así; y tú, hijo de un terrorista. Así se propaga la pandemia antidemocrática y frentista por nuestra sociedad cada vez más absorta y hostil. Más irritada, al verse en el espejo de los que tenían que comportarse no como niños, sino como ilustrados en la sabiduría de la vida, cobijados bajo el árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero por lo que se ve, saben mucho del mal y poco del bien. O lo disimulan. Qué bien les va el ser maestros de la discordia y el vocerío, sacando a cada instante, Diario, el Caín que llevan dentro, el infierno que los habita. Mal ejemplo para una España en paz e imaginativa, alta en vuelos, libre y próspera (18:28:40).

miércoles, 27 de mayo de 2020

SACARLOS DE LA ESTADÍSTICA

27 de mayo de 2020. Miércoles.


Vigor en la ancianidad. Torre de la Horadada. F: FotVi

-A menos ancianos, más ganancia en la caja de la Seguridad Social. Saldo positivo. Es la triste noticia de estos días de desgracia, de infamia. Se han ido sin ruido, sin una mirada familiar y amiga que los consolara, sin el cariño de una lágrima entrañable. Han sido solo el número esquelético y frío de una estadística. Cómo suda y centellea la estadística, cómo ruge. Sin nombre, sin apellidos, sin reseñas de sus vidas, sólo un número, como en los campos de exterminio. Un número tembloso y neutro, sin alma, sin grito. O solo con el grito aullante de la soledad. Y el responso, la caricia litúrgica de la oración final, la bendición de las gotas del agua del hisopo, también en soledad; así se han ido nuestros ancianos, así se los ha tragado la soledad, como el mar se traga a los ahogados. Ellos que tanto hicieron por nosotros y por los números abundantes y gratificantes de la seguridad social. Ellos, los ancianos, los que nos indicaron el camino de la vida, los que nos enseñaron lo alegre y lo triste, lo valioso –el ahorro, la risa, el trabajo, la celebración, el amor– y lo de tirar. Yo, Diario, quiero sacarlos de esa estadística fatal y meterlos en el lugar del corazón donde más calienta, donde andan los recuerdos y las despedidas, y los aplausos, por sus vidas, por la suerte de haberlos tenido a nuestro lado, riendo, tal vez llorando o amando, pero siempre alentando nuestros sueños (12:48:2).

martes, 26 de mayo de 2020

26 de mayo de 2020. Martes.
ÁFRICA, MI AMOR

África de todas las pandemias. F: Manos Unidas

-Hoy se celebra el día de África, donde clama la pobreza. África es el continente en el que una pandemia sigue a otra, y a otra, y a la siguiente. O todas a la vez, como un derrumbe de la injusticia sobre su cabeza. La injusticia, la que nunca se «besa con la paz». Con la paz se besa –dice la Escritura– la justicia, la equidad, la verdad; pero no la injusticia. Y África es el territorio donde se dan cita todas las injusticias, todas las pandemias: la pandemia del hambre: sin pan ni mesa en la que partirlo; la de la sed: sin manantial que alegre la pradera; la de la guerra: armas poderosas y gentes sin corazón; la del analfabetismo: sin letras y sin números, sin pizarras; la de los niños explotados: sin sonrisas y con miradas profundas que denuncian; la de la trata: el clamor de la inocencia; la de las mafias: aventura en patera sin saber el destino; la del hacinamiento: echados y amontonados en jergones de ignominia; la del dictador que mata y negocia con la sangre de los suyos; la del terrorismo: la ideología –locura– que sacrifica gentes, sin piedad, con fanatismo. Como dice Virginia Alfaro, misionera en Angola: «Estas personas que han pasado todas las epidemias…, hoy se enfrentan, nuevamente, al desafío de resistir». Se levantarán, dice, «con más fuerza». África, la tierra de las miradas limpias y de los sueños rotos, con ansias infinitas de amor y libertad, y el deseo de salir de la pandemia de la injusticia y del oprobio, y así, Diario, poder soñar (12:33:05).

lunes, 25 de mayo de 2020

25 de mayo de 2020. Lunes.
UNA GOTA DE AGUA

Gotas de agua pensativas, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Son las 7:30. Suena el despertador. Suave, sin estridencias, amable, como el susurro de una madre. Pongo los pies en el suelo, bostezo, y me santiguo. Desde ese momento, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo cargan conmigo. «Menuda carga», digo. Y sonrío. «Ante tanta tristeza, ¿por qué no sonreír un poco?». Como anoche, que soñé, que en un momento de apuro, aparecía un pájaro y me sacaba del aprieto. Tenía sed. No podía alcanzar el agua. Es lo que pasa en los sueños, que nunca logras lo que tienes al alcance de la mano. Como el que corre y no adelanta. Y nace la angustia. Pero el pájaro vino y dejó caer una gota de agua de su pico en mi boca: pio y se fue. Con esa luz, con ese alivio húmedo entre mis labios, me volví a dormir. Esta mañana, sin embargo, al despertar, he pensado: «Un pájaro y una gota de agua, auxiliando a un necesitado». Y al santiguarme, he pedido, Diario, aprender del sueño, para no dejar pasar el momento de la piedad y el amor al prójimo, que, en este momento, clama justicia (12:53:15).

domingo, 24 de mayo de 2020

24 de mayo de 2020. Domingo.
ASCENSIÓN, DESCENSIÓN

Dios desciende entre aclamaciones. En avión. F: FotVi

-Hoy, día de la Ascensión, Jesús –Dios y hombre–, en vez de ascender, desciende a la tierra y se hace tierra, tierra donde el dolor y la esperanza se dan la mano y aguardan, y sueñan. Una vez más Dios se hace humanidad, llanto; humanidad que él habita e ilumina, e intenta salvar. Dios –hoy– no asciende; Dios –hoy– desciende, para consolar al que llora en este valle de lágrimas y dar la mano al que gime, al que llama a su puerta. La tierra que, a causa de la injusticia, siempre ha sido un valle de lágrimas, hoy lo es más por la enfermedad que la asola. La injusticia se ceba en la pobreza, solo en ella; la pandemia, por el contrario, asola todo lo que toca, es como una mano negra que emborronara con furor todas las cosas. La pandemia, pienso, es el resultado trágico y último de todo lo malo que sucede en el mundo, por culpa del hombre. Pero Dios viene, desciende, se hace descensión, y llora con el injusto y con el que padece la injusticia. Llora al tiempo que da una lección: no hagas a tu hermano lo que no te gusta que te hagan a ti. Y, como una madre, sigue consolando, limpiando lágrimas aquí y allá, levantando al que ha caído, señalando el camino al que se ha perdido, ayudando y proporcionando posada al caído a la orilla del camino. Hoy Cristo desciende del cielo entre aclamaciones: el hijo del Hombre, al son de trompetas. Ascensión, descensión, Diario, qué maravilla (19:13:15).

sábado, 23 de mayo de 2020

23 de mayo de 2020. Sábado.
JUEGO DE TRILEROS

La antena abierta en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Abro la tele para ver alguna película o escuchar un concierto; también para ver cómo anda lo del coronavirus, que nos tiene a todos con el miedo subido hasta el cuello. Como diría el poeta: «Nos ahogamos en miedos». Pero esto último dura –lo de ver la tele– lo que tarda en salir alguien del gobierno cantándonos la palinodia. Estos funambulistas de la mentira, a cada momento nos están cantando la palinodia. Es decir, retractándose en este instante de lo que han dicho unas horas antes. Cuando empieza este juego de trileros, de farsantes, río por no llorar (o lloro por no reír), y, si hay misa, me paso a la misa a pedir por ellos y por el mundo, y si no, me voy a leer. A leer a Rilke, llamado el «poeta de nuestro tiempo», o a Urs von Balthasar, que, en su teología, hace poesía con las cosas que atañen a Dios, o a San Juan de la Cruz, poeta «de la noche oscura», y en la que, con manos extendidas y en vuelo, intenta «dar a la Caza alcance». Y hay veces que parece haber dado alcance a esta Caza tan valiosa, mas tan intangible. Pero,mientras esto sucede, Diario, leo y pienso que se puede alcanzar la sabiduría que nos salva, tanto en Rilke, como en Von Balthasar, como en San Juan de la Cruz, todos poetas de la meditación y el éxtasis, de la contemplación (12:47:16).

viernes, 22 de mayo de 2020

22 de mayo de 2020. Viernes.
NADAR CON LOS SUEÑOS

Tejiendo la vida, en Barajas. Madrid. F: FotVi

-Yo cada vez me acuesto con la señal de la cruz y me levanto con la señal de la cruz. Y lo hago así: antes de echarme en la cama, pienso –recorrido por el día: lo que he hecho, lo que debía haber hecho, lo que no–, es decir: medito, rezo y, hecha la señal de la cruz, me dejo caer en la cama como si me echara al vacío. Y de este modo, nado con los sueños y me deleito nadándolos. No es superstición, es, como dijo alguien: «Así santiguo mis heridas cada noche»: las que me han hecho y las que yo hago. Y, cuando despierto, y antes de dar mis primeros pasos, me vuelvo a santiguar. Para encaminar con bien mis pasos. Porque como dijo John Gray, psicólogo y poeta, la religión no trata de explicar el universo, esa es misión de la ciencia; la religión –sus ritos, sus signos, su vocabulario de alabanza o petición a Dios–, no busca otra cosa, Diario, que dar sentido a la vida. Y en esa tarea estoy (19:22:34).

jueves, 21 de mayo de 2020

21 de mayo de 2020. Jueves.
APLAUSO DE JÚBILO

Aplauso cerrado, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Los vencejos siguen dibujando su veloz y temeraria geometría en el cielo. Los mirlos, verderones, palomas y tórtolas se dan cita en el jardín de la Casa, libre de viandantes molestos, a causa del confinamiento. Solo algún despistado sale a dar unos pasos con mascarilla. Pero, al poco, desaparece. Contemplado desde mi balcón, todo es paz y armonía allá abajo. Un sabio dijo: «Mientras haya aves en el cielo, habrá esperanza en la tierra». En el cielo hay vuelos; y pisadas en la tierra. Pero estas pisadas nacen de una inteligencia, como las palabras que dicen las cosas, o como los sentimientos que aman esas cosas; mientras que los vuelos de las aves son solo instinto, su ADN, un impulso natural e irracional, inconsciente. Es verdad que vuelan las aeronaves, pero estas son el resultado de la inteligencia humana, que siempre sueña con ir más allá. Son sueños que se concentran en tocar la utopía, o perderse en lo infinito. Las aeronaves, pues, son las pisadas del hombre en el cielo, a un paso de las estrellas. Esta mañana, una de las veces que me he asomado al balcón para respirar aire puro y un poco de paisaje, he oído un aplauso cerrado, vivo, que me ha estremecido. Era el personal sanitario –he deducido– que celebraba la salida del hospital de un paciente recuperado del coronavirus. Un aplauso de júbilo, extendido, emocionado, más de cinco minutos. Yo también he sentido esa emoción y he aplaudido, con lágrimas en los ojos. Se celebraba la vida, el triunfo de la vida sobre la muerte. Bello, Diario: belleza estremecida (18:51:59).

miércoles, 20 de mayo de 2020

20 de mayo de 2020. Miércoles.
SIN PERSONAL

Luz en las sombras. Torre de la Horadada. F: ForVi

-Los vencejos son como el carboncillo del pintor, que trazan arabescos sin cesar en el blog abierto del cielo azul. No tienen un plan, no meditan un itinerario de antemano, no han estudiado geometría, y, sin embargo, qué dibujos más bellos y perfectos hacen en sus vuelos. Con qué tiralíneas más exacto vuelan. Ah, y qué suerte que ayer no se sobrepasaran los 100 muertos por el coronavirus, sólo nos hemos quedado en 83. Eso decía ayer –y lo recogen con gran satisfacción los medios adictos– el doctor Fernando Simón. Es decir, un accidente de avión –otro más– con solo 83 muertos. Esta es la gran noticia que se nos dan desde el ambón de la Moncloa. Dentro de poco nos quedaremos sin muertos, por falta de personal. Sin embargo, aún hay gente buena por el mundo. Dice Teresa Iturriaga Osa en facebook que «hay personas que nos alumbran el camino». Y cuenta cómo Narayanan Krishnan, un chef de prestigio, «da de comer a los pobres». Un día, desde Suiza, donde trabajaba como cocinero en un hotel de 5 estrellas, viajó a su ciudad natal Madurai, en la India. Allí vio algo que lo cambió por completo. «Un anciano que no tenía comida ingería sus propios excrementos». «Desde ese momento –dice–, Narayanan supo que debía hacer algo. Alimentó al anciano y abandonó su trabajo para fundar la ONG Akshaya Trust». Ahora sirve miles de comidas «a personas mayores discapacitadas y abandonadas en la calle». Esta es una noticia que alimenta nuestro caudal de esperanza, Diario: no todo está perdido en nuestra sociedad. Como con la madre Santa Teresa de Calcuta, como con tantas personas en nuestras Caritas, como con tantos samaritanos en el mundo: Dios anda por todas partes, vistiéndose de pobre, dándose en los que dan, redimiéndose en lo que redime (12:14:52).

martes, 19 de mayo de 2020

19 de mayo de 2020. Martes.
SAN JUAN PABLO II

En Wadowice, pueblo donde nació el Papa Juan Pablo II. Polonia. F: FotVi

-Anteayer, San Juan Pablo II, habría cumplido 100 años. Fue un hombre de bien que se forjó en el dolor y la fe: los mismos signos de la cruz. Jesús crucificado sufre y mira al cielo. «Padre, ¿por qué me has abandonado?» Pero, al poco: «A tus manos encomiendo mi espíritu». Sus dolencias las hace oración, diálogo con Dios, contemplación. De igual modo, la juventud de San Juan Pablo II fue de sufrimiento –había perdido a su madre, a un hermano, a su padre–; de vivir ocultándose –la llegada de los nazis, el seminario clandestino, el dominio soviético posterior–-, pero también de esperanza. La fe de su padre lo forjó en la expectación, en la espera: le hizo ver y soñar con un cielo y una tierra nuevos. Su padre murió cuando el joven Karol empezaba a trabajar como obrero en la fábrica Solvay, en Zakrzówek. Se ofreció como transmisor de la palabra que le había hecho fuerte: el evangelio, el mismo que había forjado e iluminado su vida. Se convirtió en «Papa del mundo». Visitó 129 países de todos los continentes. Hablaba 10 idiomas, y siempre saludaba en la lengua de aquel que le escuchaba. De este modo atraía a católicos y no católicos. Fue el primer Papa que visitó una sinagoga, la de Roma, y una mezquita, la de Damasco. Pontífice significa «constructor de puentes». Él los construía entre naciones; pero también entre religiones. Juan Pablo II inventó la Jornada Mundial de la Juventud, en la que tantos jóvenes han visto iluminadas y quizá salvadas sus vidas. Fue el primer Papa en visitar Auschwitz y condenar el Holocausto. En aquella ocasión dijo: «En este lugar donde ha sido pisoteada de modo tan pavoroso la dignidad humana, se ha conseguido hoy la victoria mediante la fe y el amor». Ahí, en Auschwitz, el género humano se llenó de indignidad, pues pisoteó la dignidad de sus hermanos los judíos. Juan Pablo II, con su visita y sus palabras, restauró, en cierta medida, esta dignidad deteriorada, tendiendo un puente de misericordia y de amor, y, como diría San Juan de la Cruz, Diario, recorriendo el camino de Dios, siempre bajo el temblor y el aturdimiento de una noche terriblemente oscura, llena de silencios (18:00:54).

lunes, 18 de mayo de 2020

18 de mayo de 2020. Lunes.
HOMENAJE A LOS MÁS HUMILDES

Homenaje a los héroes de la noche. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Los distinguen con un nombre que, a simple vista, parece una manera despectiva de señalarles. Tanta es su humildad –no su bajeza–, que, no solo han aceptado que los llamen así, sino que ellos mismos, con una sacudida de hombro y una sonrisa –protagonistas tal vez de humor negro–, se lo llaman también. Son como las luciérnagas, que, si no encienden su propia luz, no se les ve. O como las estrellas, que viven de la luz que irradian. Andan de noche, como los grillos, haciendo un poco de ruido, y tosiendo, alguna vez, pero procurando no despertar a la ciudad del sueño. Antes iban a cuerpo limpio; es decir, con botas y casco; ahora, además, con mascarilla y guantes, para dar de lado al bicho maligno. Son como pequeños astronautas en un planeta donde abunda el desperdicio, la bazofia, el resto. Ellos recogen los despojos. Son los amigos del mal olor, los que limpian lo que los demás, cada día, hacemos escombro de comida, sobra. Y, con ser tan importantes en estos días de pandemia, no es que no se les nombre como héroes, es que casi nadie se acuerda de ellos. Se nombra a los que, con la medicina, recrean el milagro de la vida, a los transportistas, a los voluntarios, al que da un pedazo de pan, al sacerdote portador de Dios y de la misericordia, al escritor que revive historias para crear sueños nuevos en el lector, etc. Pues bien, a estos «basurillas» –así se llaman ellos y así los llamo yo, Diario, con respeto, y poniendo dignidad en cada una de las sílabas–, mi reconocimiento y mi aplauso particular, y mi oración, si así les parece, que una gota de rocío nunca viene mal al huerto de la vida, tan de secano últimamente (13:31:23).

domingo, 17 de mayo de 2020

17 de mayo de 2020. Domingo.
DIGO PADRE

"Padre ¿por qué me has abandonado?" Iglesia barrio obrero. Varsovia. F: FotVi

-Esta mañana he despertado oyendo, dejándome llevar por el oleaje casi místico de El segundo vals de Dmitri Shostakovich. Me imaginaba así al Espíritu Santo invadiendo, viniendo a mi vida, como música de Dios, hasta hacerla templo de su presencia, descanso en mi corazón. No lo veía venir a mí como paloma que aletea, sino como aliento que consuela, que aboga, que intercede, que ayuda. Y que eleva. Y que, a pesar del dolor, del derrumbe y la angustia espiritual causados por el corona virus, santifica y consagra, y, como hijo que soy, me hace exclamar: «¡Abba! ¡Padre!». Digo Padre y lo hago como si yo fuera la boca del mundo, abierta de par en par, para decir la palabra que te llena de eternidad. En el día del enfermo, intento decir, gritando, Padre, para que me escuche Dios. Movida mi lengua por el Espíritu, intento decir Padre, para que él, el Señor, se consuele en mi dolor. Y así yo, Diario, me pueda consolar en Él. Intercambio de dones (18:46:46).

sábado, 16 de mayo de 2020

16 de mayo de 2020. Sábado.
DANDO UN ABRAZO

Mano abriéndose, para darse. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Apenas hablo del hombre político, que de ordinario, al actuar, lo hace sin conciencia, o con conciencia interesada, deformada; hablo del hombre normal, el que razona, discierne, actúa. Hombre con criterio, libre, que abraza y no destruye. No hablo del hombre del puño ni del de la mano alzada; hablo del hombre que alza la mano para saludar y la cierra para coger la hoz, el martillo, la pluma, el bisturí, el microscopio. En estos casos, con la mano alzada se abre la sonrisa y se aproxima la cercanía; y con la mano cerrada se hace el trabajo y se afianza el progreso: el deber cumplido. Porque todo lo demás es hacer mal humor, y sin risas que lo dignifiquen. El humor o crea la sonrisa o es uva en agraz, sin color ni sabor. ¡Guaj! En su libro Movimiento Perpetuo, Augusto Monterroso, el que contaba aquello de que “cuando despertó, el dinosauro todavía estaba allí”, decía: «Todo lo que hace el hombre es risible o humorístico. En las guerras deja de serlo porque durante éstas el hombre deja de serlo». Yo lo traduciría así: el hombre normal es humor, gracia, ingenio; el político –el que hace las guerras– deja de ser hombre y se hace ideología, lobo doctrinal, odio. Se hace carro de combate o guerra bacteriológica. Nunca ocasión para la mirada limpia y el corazón abierto, como una granada madura; es decir, con Dios en la puerta de tu boca, diciendo bien y haciendo el bien, diciendo paz y haciendo la paz, diciendo amor, Diario, y dando un abrazo (18:57:59).

viernes, 15 de mayo de 2020

15 de mayo de 2020. Viernes.
LOS QUE SOBREVIVEN

Señalando arriba, frontispicio, Catedral. Murcia. F: FotVi

-Ahora, si rezo y lloro, lo hago por los muertos –27.321–, desde luego; pero más, por los que sobreviven y han perdido a un ser querido. Es el mío un acompañamiento lejano, pero entrañable, de solidaridad, de cercana humanidad. Lloro porque soy persona, y rezo, porque soy creyente; es decir, depositario de un don, de una gracia luminosa de amor. Soy creyente porque Dios me lo propuso y yo, consciente y libremente, acepté. De niño, sin contar conmigo, me bautizaron; y de mayor, fui yo el que propuso a Dios que quería ser su seguidor. Me confirmé, y fui ungido de fe. El ser persona te viene dado; el ser creyente lo buscas tú: escarbando en la duda, en la oscuridad, en el llanto y el dolor en ocasiones; y en esa búsqueda –a veces cruel, a veces, generosa–, hallas, extendiendo las manos como el ciego, la Verdad. La que da sentido a tu vida y a las cosas. Y te aferras a ella, como el águila a su presa, porque ves que, en los momentos difíciles y extraños, también en los felices, es decir, en el campo de batalla o en la gloria de cada día, te alimenta y te salva, y te eleva. Aunque tú te dejaras ir, no te permite entrar ni en euforias excesivas ni en el maldito territorio de la desesperación. En momentos de exultación o de tristeza, cuando es fácil la risa o el gemido, o el hundimiento o el éxtasis, siempre, Diario, es mesura y sensatez, discernimiento, libertad (18:51:03).

jueves, 14 de mayo de 2020

14 de mayo de 2020. Jueves.
EXISTE LA ESPERANZA

Tras la nube, la esperanza. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Se derrama el cielo: llueve lluvia de llanto. Llanto sereno; pero continuo, armonioso. Los pájaros se han escondido y las palomas no zurean, se ha oscurecido la primavera. El llanto de la tierra ha se ha llovido sobre el cielo, que hoy nos lo devuelve. Sólo el canto del mirlo se ha oído de madrugada. Es la dulce y enamorada melodía que se escucha cualquier día de primavera al amanecer. Entretanto, miro la prensa y nunca había viso la noticia de tanto muerto de golpe; solo en las guerras o en aquellos lugares en que se ceba la miseria, se ve algo parecido. África, Sudamérica, Asia. También en el cinturón desgajado y olvidado de las grandes ciudades. Pero siempre menos. Tanto muerto y en racimo, nunca. Y nuestros dirigentes instaurados en sus poltronas de privilegio, tirándose venablos y coces a la cara; son miserables de la parodia, hipócritas con careta y máscara de buenos, pero que hacen equilibrios en la cuerda floja de la desfachatez y el cinismo. Descansan en su verborrea bufa y malintencionada. Yo, sin embargo, rezo por ellos, porque enderecen sus pensamientos e intenciones; porque, aunque no creo en ellos, sí creo en Dios. Esta tarde ha salido el sol, como queriéndonos decir que, a pesar de todo, existe la esperanza. A la Esperanza me acojo, Diario, y en ella descanso, y aguardo (19:15:58).

miércoles, 13 de mayo de 2020

13 de mayo de 2020. Miércoles.
SALTAR DE ESTRELLA EN ESTRELLA


Tuve hambre y me disteis de comer. San Blas. La Ribera. F: FotVi

-Me despierto y miro al cielo. Un azul terso y agresivo, con alguna nube que embellece la decoración. Las nubes son el algodón con que el cielo, tal vez, se desinfecta cada día de este coronavirus invisible y matón. El cielo es un lugar de consolación, en estos tiempos de desgarros. Mirar al cielo puede ser el principio de todos los sueños que desees emprender. Yo, cuando no sé qué soñar, miro al cielo y enseguida me viene un sueño al que agarrarme para irme más allá de las nubes y saltar de estrella en estrella, hasta caer en el mar de la tranquilidad, y renacer en él y vivir. Pero el bicho sigue ahí, mordiendo y haciendo daño. El único consuelo que nos llena de luz y de esperanza es el de gran número de voluntarios que están haciendo posible que muchas personas sobrevivan, aunque sea arrastrando su infortunio, como pobres de una sociedad saciada y derramadora. En lugares como Jesús Abandonado, Cáritas, Cruz Roja, y otros Centros Asistenciales, se remedian los oscuros abusos de la injusticia. «Bienaventurados los pobres», dijo Jesús; y también: «bienaventurados los que luchan por la justicia», porque de ellos es el Reino de los Cielos. Ahí, en esos dos sencillos postulados de las bienaventuranzas está todo el contenido del evangelio. ¿Recordáis? «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino…, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». Es todo tan sencillo; porque «en verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». Todo lo que hacemos a un «abandonado», Diario, se lo hacemos a «Jesús abandonado»: tan claro, como morder un trozo de pan recién horneado y sentir placer por el bocado (19:17:00).

martes, 12 de mayo de 2020

12 de mayo de 2020. Martes.
UN PLATO DE COMIDA

El gobernante y el pueblo, en un mitin. El País

-Hoy rezo y miro al cielo, cubierto. Los vencejos vuelan con la temeridad de un cuchillo desenvainado, y que, lanzado a toda velocidad, nunca da en la diana; quiero decir, que siempre, en piruetas de alto ingenio, se salen por la tangente. No tropiezan entre sí y se ríen mucho. O eso perece. Cosa que no podemos decir los humanos. La pobreza sigue insistiendo en la mayoría de los países del mundo. En la prensa veía hoy fotografías de esas colas de gente de varios cientos de metros que esperan turno para hacerse con un plato de comida. Y es gente, en su mayoría, que nunca había pedido. Están con la mascarilla en la boca y los ojos bajos, como sintiendo molestar, como pidiendo perdón. Perdón por solicitar lo que te corresponde como ciudadanos, libres y dignos, del mundo. Esta mañana leo en la prensa: «El egoísmo mata más que el virus». El egoísmo de los pueblos, sus gobernantes, los que aplauden al rey desnudo del cuento, los que se llaman sabios o intelectuales, y lo dicen sin pudor en los medios de masas, y ríen, y se burlan de una sociedad en precario. Una sociedad –el mundo– necesitada de líderes honrados y desprendidos, capaces. «La política se ha convertido en lo contrario de lo que debería ser –dice el periodista Pablo M. Díez–. En lugar de gobernarnos los más sabios, justos y nobles, estamos en manos de gente a la que jamás le dejaría la llave de mi casa». Y es este un aserto que hay que reconocer y meditar, se tenga este o aquel modo de pensar, aquella o esta idea política o social. Para gobernar con bien una casa o una nación se requieren no ideologías, sino ideas. Y fe en esas ideas, Diario, como el creyente en Dios (18:28:43).

lunes, 11 de mayo de 2020

11 de mayo de 2020. Lunes.
CON UN MOSQUITO

La libertad que ríe, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FoTvi

-Tras una lucha sin cuartel con un mosquito, despierto enfangado de insomnio. Me daba media vuelta evitando al guerrero y, a poco, oía otra vez su violín perturbador y continuo, como la voz de la serpiente a Eva en el paraíso. El mosquito insistía y yo me perdía bajo las sábanas. Hasta que he despertado. Vencedor, pero cansado. Entonces he recordado que hoy, después de 56 días de confinamiento, iba a pisar la calle por vez primera. Y el pasillo de mi piso, y aventurarme en el ascensor. Y me he hecho una gavilla de nervios. Es algo así como la primera comunión de un niño angustiado. De pronto he caído en que no sabía ponerme la mascarilla, ni los guantes de látex. Pero he preguntado al enfermero y, solucionado el problema y respirando miedos tras la mascarilla, me he puesto en marcha hacia la barbería. Por fin he podido respirar el aire de la calle. Y de este modo, me he reconciliado con el zureo de las palomas y he sabido y gozado de los pasos que daba: «¡Son mis pasos, libres!», me he dicho, con alborozo; pasos que oía al pisar las hojas como agujas de los árboles casuarina que festonan la calle, enormes, enhiestos, ahí clavados. Como espadas de ilusión, tocando el cielo. Después de una mala noche, Diario, un buen día de libertad, cerca de la gente, en la calle otra vez. Es decir: Dios, y la gente, más cerca de mí, o en mí, tocando conmigo la esperanza, respirando, por fin, con mascarilla y guantes, aires de libertad (18:30:49).

domingo, 10 de mayo de 2020

10 de mayo de 2020. Domingo.
LA SOLEDAD DE LOS DESCARTADOS

Concierto en la antena. Torre de la Horadada. F: FotVi

-¿Ha sido el coronavirus el que se ha cebado en las residencias de ancianos, matando a miles, o ha sido nuestra dejadez y oídos sordos los que no han dejado escuchar el clamor que surgía de estos centros, pidiendo un poco de atención y auxilio, sin conseguirlo? La soledad de los descartados, los no útiles para la producción y el confort de sus hijos y deudos. Los dejaron en una residencia, creyendo (¿de buena fe?) que allí iban a vivir, pero se ha visto que muchos, no: se han ido con su vejez, su sabiduría, su soledad, dejando un vacío de tristeza en la estupidez de mundo, en su obscena insolidaridad. Despreciar la sabia manera de enfocar las cuestiones de la vida en la vejez, es una solemne necedad, es una simpleza de analfabetos. Sin embargo, yo creo en la Resurrección de los muertos, en el triunfo de la Vida sobre la muerte, como Gustav Mahler, el músico y autor de sinfonías que elevan el espíritu, o que se hacen espíritu (la música es donde mejor se expresa la grandeza de lo intangible). Ahí los encontraremos, Diario, en la otra vida, señalándonos el camino a seguir; mirándonos a los ojos, perdonando nuestra estupidez (18:51:52).

sábado, 9 de mayo de 2020

9 de mayo de 2020. Sábado.
CANDADOS EN LA BOCA

Orquídeas entre rejas. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Cualquier cosa, antes que el lamento desesperado, decía yo ayer. Era un modo de poner en blanco lo que aparece tan negro y emborronado. Poner una paloma de paz donde solo aparecen aves carroñeras y rapaces. Como buitres y grajos, y mamíferos irreverentes, los murciélagos. Hoy leo en la prensa que en las paredes de una parroquia de Cienpozuelos, en Madrid, un «inspirado pirómano» ha escrito: «La única iglesia k ilumina es la k arde». Y el párroco se pregunta en un vídeo: «¿Quizás debe arder el templo de Santa María Magdalena, porque en estos 50 días de confinamiento ha atendido a los enfermos de coronavirus en el hospital de Valdemoro?; ¿quizás porque la parroquia a través de Cáritas y un montón de voluntarios ha atendido las necesidades de decenas de familias que han pedido ayuda?; ¿quizás porque a través de distintas hermandades se han hecho proyectos de batas y mascarillas que se han ofrecido generosamente a quien las necesitase, también a residencias muy golpeadas por el coronavirus?». Como señala el párroco: «Parte de la sociedad española ya estaba enferma antes del coronavirus. Enferma de ignorancia, enferma odio, enferma de ideología». Y todo por haber dado su opinión –¡ay, libertad de expresión!, ¿dónde estás?– sobre la gestión del gobierno en esta pandemia. Candados en la boca, Diario: te puedes morir, pero en silencio, sin una lágrima, sin un «¡Dios mío!» en el que recostarte. Como decía Cicerón, en su libro Oratoria: «Niño, espanta las moscas». (Cita de Augusto Monterroso, en su obra Movimiento perpetuo) (12:08:03).

viernes, 8 de mayo de 2020

8 de mayo de 2020. Viernes.
BUSCAR LUCIÉRNAGAS

Peinando el viento. Playa Las Canteras. Las Palmas. Gran Canaria. F: FotVi

-Decía Juan Rubio, cura y periodista: «En un mundo en el que las tinieblas afloran, lo que hay que hacer es encender una cerilla. No lamentarse». Yo diría: «O hacer por encontrarse con una luciérnaga». Porque la cerilla hay que encenderla, supone un esfuerzo, y la luciérnaga te la encuentras encendida. Pero sobre todo: no lamentarse. Yo me lamento por aquello que hubiera podido dominar, pero no por lo que me domina a mí. Lamentarse por el coronavirus, es entrar, gratuitamente, en el laberinto del estupor. Lugar este donde solo hay murciélagos de cara mala y de risas siniestras y no pájaros que con su vuelo iluminen la mirada. Lamentarse es hacerse tejido de tiniebla en las tinieblas, romper la esperanza en pedacitos y tirarla al aire, como el humo, y que se pierda en el espacio. Como decía la mística y sencilla amante de las cosas de Dios, Santa Teresa: «Hay que agotar todos los esfuerzos antes de quejarse». El esfuerzo de contar hasta diez, o hasta cien, o hasta mil, antes del gemido o del llanto. Antes de la desolación. En vez de lamentarse, encender cerillas, buscar luciérnagas, hacer pompas de jabón que hagan soñar a los niños, o peinar el aire: Diario, cualquier cosa (18:53:27).