IDILIO
Como la rosa, crece el texto que escribes. Torre de la Horadada. |
Como la rosa, crece el texto que escribes. Torre de la Horadada. |
Dos políticos enfrentados, con púas en la lengua. Torre de la Horadada. |
Rojo amamanecer hoy en Murcia. Casa Sacerdotal. |
7 de agosto de 2022. Domingo.
ESPERANZA
ILIMITADA
Será fruto, deleitoso. Torre de la Horadada. Alicante. |
-Domingo con calor, y pájaros, y alguna rosa en el rosal. Un día más que nos recuerda la resurrección del Señor. Recordar es volver a vivir: es encontrarte con el pasado, haciéndolo vida –con vibraciones– en el presente. La fe se apoya en los acontecimientos, en las promesas del pasado, pero mirando al futuro, a lo que viene, a lo que está por llegar, el gran Amor. «La fe cristiana –leo– es una esperanza ilimitada.» Con la fe, «el creyente, más que creer, espera.» La fe es la piedra, la base, en la que se apoya la columna, la esperanza, para ir creciendo, elevándose, conquistando espacios celestes. La fe es un adviento ininterrumpido, perseverante, que pone en pie a la iglesia y la hace dar pasos, hasta que llegue el día. Dice la carta a los hebreos: «La fe es seguridad de lo que se espera.» Mientras la esperanza vuela, la fe se hace brote de agua en la seguridad de la roca, y corre manantial. El agua del manantial moja la tierra, da en las raíces y las hace flor y fruto –asombro y sonrisa– en el árbol. La espera del invierno da sus flores en la primavera; como la fe da amor, o el trigal, espigas. San Agustín escribía bellos axiomas con el fin de explicar lo que es la fe, que conduce al amor. «Cuando el amor crece dentro de ti –decía–, la belleza también crece, porque el amor es la belleza del alma». Fe y esperanza, hasta dar con el Amor, al que aguardamos, Diario, como la fruta en el árbol, para morderla y gustarla, con deleite (17:59:49).
5 de agosto de 2022. Viernes.
EN EL « ¡AY!», Y
EN LA PAZ
Cristo en la Casa de la Virgen María, en el monte Bülbül. Turquía. |
-Leo una encuesta y me deja absorto, con pasmo de liebre sorprendida; en un mundo como el nuestro, donde parece que Dios se ha tomado unas vacaciones entre las gentes del intelecto y la fanfarria, y las del poderío, la encuesta, sin embargo, da a Dios como el nombre más oído de todo lo existente y por existir, de todo lo habido y por haber. Ni Sánchez ni el Diablo, ni su arma letal, el dinero, ni la política: Dios. Una encuesta extraña: Dios, muerto desde Nietzsche, es el nombre, sin embargo, que más se oye. Y en la encuesta se dice que todo lo demás, según decía Coelet (o Salomón), rey de Israel, es vanidad. Una encuesta extraña, pues ha sido hecha, según parece, entre ángeles rebeldes y ateos. Nada de creyentes. Lo singular de la encuesta es que no se ha preguntado para hacerla, sino que se ha escuchado. Se ha ido por ahí escuchando, en el infierno, en la tierra, en sus alrededores. Y lo más escuchado no ha sido ni el sonido del dinero, ni el clamor de la ciencia, ni la desnudez del silencio, ni el estruendo del caos; lo más oído ha sido la palabra Dios, unas veces para alabarlo y las más para ofenderlo; pero ahí está, existiendo y siendo desde la negación o la blasfemia, desde la plegaria, referencia de todas las cosas, como vaho o aliento del mundo, como su centro, y siendo aún grito en el pobre. Dios suena en el «¡ay!» de la desgracia y en la rabia del desesperado, en el «no» y en el quizás, en el misterio y en la duda. Dios, Diario, lo más oído del mundo, lo que más suena, ¿oyes? (17:44:44).
Acordes afinados, con la Trinidad de Dios. F: Googel |
3 de agosto de 2022. Miércoles.
APARICIÓN
Belleza de lo sencillo, en el jardín. Torre de la Horadada. |
-Se me ha aparecido la sencillez, no derrotada ni andrajosa, sino limpia, con olor a hierba cortada, a flor de acacia, y me ha dicho: «¡Sé sencillo!»; y he preguntado: «¿Cómo?”; pero antes de responder, ha desaparecido. La sencillez es discreta y no hace ruido. Y es que hay respuestas que debe hallar uno por sí mismo, como la de qué es la verdad. «¡Sed sencillos como palomas!», oigo que me dice Jesús: y lo primero que hago es intentar despojarme del énfasis, que tan mal suena, y de la ampulosidad, su vestimenta tonta. Dios se mueve en la sencillez, y, desde la sencillez, sostiene y salva al mundo. La Providencia es humilde, no es altanera. La Providencia de Dios no se anda exhibiendo sólo en el universo inmenso, sino también en la pequeña gota de agua, que, caída del cielo, calma la sed de la golondrina y alivia la aridez de la tierra. La Providencia es el modo discreto y sabio de meterse Dios –respetando su libertad– en los asuntos del mundo. Ya lo dijo Dios: «Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán.» (Génesis 8:22). Dios se da en la humildad del silencio y en el don de la fe, y en todo gesto de amor; en la sencillez, Diario, más exquisita (13:01:38).