25 de abril de 2021. Domingo.
¡GRAN ACORDE PASCUAL!
¡GRAN ACORDE PASCUAL!
-El sol aparece como un ojo de hielo, cristal opaco, empañado. La niebla
lo viste de sudario. Fotografío el hechizo blanco, y rezo: «Alabad al Señor por
sus obras magníficas». Así digo, y me parece oír tambores y arpas, cítaras y
trombas, flautas y címbalos vibrantes, que acompañan mi alabanza. En la Biblia
se oye la música como la alondra en el bosque, haciendo paisaje. La letra hace
el requiebro, y la música lo acentúa y embellece. Si digo Dios, suena toda la
creación, como un gran acorde de la orquesta, donde cabe todo: misterio,
Trinidad, aliento, misericordia, justicia, cruz, sangre, desfallecimiento,
muerte, sepulcro, resurrección. La Biblia se abre y Dios respira: se da en
ella, y, si la piensas y vives, te hace rebelde al mal y lengua que gusta y
celebra el bien. Gustar y hacer el bien es de ejercer de persona que ama, que a
veces pierde para ganar, que vive de la humildad y, desde ella, asciende. La
música de Dios está en la cuerda –vibración– del arpa, que, al rozarla, da el
sonido; sonido que se hace plegaria en la plegaria, música que acompaña y da
tono al mensaje; es decir, música que se hace oración en la oración, lírica y
poema en el lenguaje del que habla con Dios; la música, como un acontecimiento de
bosque y pájaros, de hojas y brisa –rumor–, que habita en la intimidad de
Dios. Dios, Diario, es mi música, en la que escucho su belleza. He aquí el
concierto: Dios es Padre, e Hijo en el que se da, y Espíritu Santo en el que alienta.
¡Gran acorde Pascual! (13:10:43).