21 de febrero de 2022. Lunes.
TENER FLORES O POEMAS, EN LA PUNTA DE LA LENGUA
TENER FLORES O POEMAS, EN LA PUNTA DE LA LENGUA
Llamando a la inspiración, en Torre de la Hotadada. FotVi. |
-Hay días que no escribo, y no porque no tenga ideas; los días que no
escribo tengo ideas, pero no me vienen. Se encasquillan en la inspiración y no
salen ni con pinzas. Es como tener flores o poemas en la punta de la lengua: te
huele el aliento a flor o a poema, pero se resisten a salir. Es cuando dices:
«¡Lo tengo en la punta de la lengua!», como un hueso de ciruela; es decir, como algo
real que saboreo, pero que ahí queda: en el lugar de la nada embarazada. Si
se pudieran diseccionar lenguas, de cuántas cosas nos enteraríamos. Las cosas
que se han tenido en la punta de la lengua y no se han dicho… Unas veces porque
no salen; otras por prudencia, o por miedo, o –las menos– por aversión a decir
bobadas. Como en las tertulias o en los pasillos del Congreso. Pero
mejor no escribir el día que no llegan las ideas. Porque la inspiración, que no
existe, está ahí, sin embargo. Cuando hay un brote de
creatividad, se dice que hay inspiración. Es algo así como tomar prestado un
poco de su aliento a Dios. Homero y Hesíodo así lo afirmaban de sus dioses, y
la Escritura, del Dios del Sinaí, el Dios que nos salva en Jesucristo. Dios
alentó la vida a través de la palabra, que era como la exhalación que envolvía
sus ideas. La luz primero fue idea, en Dios, y luego, revestida la idea de
ruidos guturales y simbólicos (o exhalación, la palabra) se hizo creación: ¡Luz! La
creatividad siempre se encierra en la palabra, claustro, intimidad del aliento. Y ocurrió que, en la exhalación o palabra luz, estaba la luz. Se dijo la palabra y
fue la luz; y ahora cada vez que el poeta repite la palabra luz hay más luz, o
más amor, si es amor lo que repite.
Dice el poeta: «Nombro el amor y se arrodilla el mundo», porque en ella (en la
palabra amor) está Dios y su aliento, la Palabra, y por esta razón el mundo se
hace adorador de esa verdad que arde en la palabra. Si algún día no escribo, no
me pidas cuentas, Diario, es que las ideas se han encasquillado en la
inspiración y no salen, ni con pinzas; y, entonces, mejor dejarlo (12:20:50).