31 de enero de 2022. Lunes.
NADAL, LA EXCELENCIA
NADAL, LA EXCELENCIA
-Hoy celebro la excelencia. La que nace del trabajo, de la calidad de espíritu, de la constancia incansable, de la grandeza nacida de la humildad, de
la sencillez más creativa y brillante. Hablo de Nadal, el deportista laborioso y luchador,
que, aun perdiendo, nunca se da por vencido. Es el artista del tenis que con el
pincel de su raqueta siempre anda dispuesto a reverdecer nuevas gestas. Como el
Ave Fénix, siempre renace de sus cenizas, haciéndolas hermosas y diferentes: ricas
joyas deportivas a estrenar. Lograr 21 Grand Slam en el mundo del tenis es una
hazaña difícil de calibrar, tan inusual, que, hasta ahora, sólo uno lo ha
conseguido: Nadal, el muchacho de mente lúcida y corazón valiente, que lo mismo
en la victoria –vestida su cabeza de laureles– que en la derrota,
siempre se pone el mismo traje de la naturalidad y la discreción, sin engreírse
en demasía con el éxito, ni derrumbarse peligrosamente con el fracaso. El tenis
se juega con el esfuerzo del cuerpo, brazos y piernas, pero sobre todo con la
mente y la voluntad. Nadal pone en cada golpe de raqueta, todo el coraje de su
voluntad y la decisión de su mente, que rasgan sueños y abren fronteras. Hay una
máxima que dice: «Cuando la voluntad está lista, los pies son sutiles, ligeros»;
como plumas, diría yo. Incluso con dolor, Nadal vence al miedo, liberándose así
de sus demonios, mandándolos ir por donde vinieron. Me gustaría que como Nadal,
esta España muestra, fatigada y desorientada, asustada, saliera de sí misma, y se
lanzara a conquistar su autoestima, su patrimonio irrepetible, todo el caudal de grandeza y belleza que posee, hoy contaminada y triste, en la UVI de
la duda, casi devastada. Como Nadal, levantemos, Diario –con Dios al fondo– el
partido luminoso y excitante de nuestra historia, ahora que amenaza ruina (13:11:14).
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