17 de septiembre de 2020. Jueves.
¿DÓNDE ESTÁ TU YO?
¿DÓNDE ESTÁ TU YO?
-Hoy en día se nos
podría preguntar: «¿Dónde está tu yo?»
El yo del hombre de después de la
pandemia, es como el humo de un cigarrillo en los labios de un fumador, se
deshilacha, se desvanece. Te envuelve el rostro, goloso de ti, y al momento
queda en nada. Aquello de Ortega y Gasset: «Yo soy yo y mi circunstancia», ha
quedado en: «Yo soy y yo, sin circunstancia». El «yo soy yo» se está muriendo,
sin asideros, sin otra calle por la que tirar. Esta pandemia nos ha descubierto
la fragilidad insolente y lacerante del ser humano. Ni la belleza de un vaso
griego es tan quebradiza, tan insuficiente, como lo es el barro arcilloso y
ególatra del que está hecho el hombre. Con pegamento y la delicadeza de unas
manos hábiles, la vasija griega se puede recomponer. Pero el ser humano, si no es desde la humildad; es decir, desde su posición de criatura que piensa, se equivoca, rectifica, abre utopías, se da de bruces con la realidad, empieza de nuevo, y así hasta subir y tocar las estrellas, y besarlas, pero no como un Zeus Olímpico, sino desde el estudio y el esfuerzo, desde el humanismo y la libertad, desde la justicia y la verdad, desde la ciencia liberada y caído
de su pedestal idolátrico, de su peligrosa autosuficiencia, no se podrá reconstruir. Y, alguna que otra vez, también rezando, sin complejos ni miedos oscuros, con la
oración en los labios y el fuste de la fe subiendo como columna por la
esperanza, como un géiser eléctrico. Hasta dar con el Más Allá. ¿Que dónde está nuestro
yo, Diario? Tratando de encontrar la
humildad, que reconstruya la vasija y le devuelva su original y radiante belleza
(11:29:33).