6 de octubre de 2020. Martes.
VERDADES
VERDADES
-Se abre el sol como
un libro pleno de sabiduría, y habla verdades. Habla de la verdad del bosque, del
río, del mar, de la pradera, del desierto; de la verdad de la vida que en ellos
florece, respira, exulta. Que los sacude. Los viste y amuebla. El calor del sol:
como el beso de la madre en el pecho del hijo que ríe, mientras ella mira al
hijo con ojos de complacencia. «¡Es mi hijo!», dice la madre, al que protege y
perdona; la madre: o la filosofía de la misericordia. Escribía yo en 1992, un
12 de marzo (perdón por auto citarme), en Mi Diario: «Toda la Luz del mundo es
Cristo: la del sol, la de la humilde cerilla que hace un pequeño roto en la
noche, la del fanal del pescador en la inmensa oscuridad del mar, la de los
ojos de un niño si ríe y, más, si llora. Y es que Él estaba en la primera Luz, aquélla
del origen, cuando la Palabra estalló y fue la Luz». Aquel «Hágase la Luz»,
deslumbrante, expansivo. O como llama la Escritura a Cristo: «Sol de justicia».
Justicia que iguala, que enrasa, pero dejando que crezca la altura, que
ascienda lo que vuela, y respetando y amando lo que queda abajo. Porque para
Dios, lo de arriba y lo de abajo, todo lo creado, es dignidad, evangelio de caridad,
gracia que se parte y se comparte. Luz incesante. Amor incesante. Dios
incesante. Miro la luz y pienso en el Sol de justicia que abre días y cierra
noches. Pienso, Diario, en Dios, y veo su sabiduría reflejada en el sol de cada
día: el sol que nos alumbra y que, con su luz, nos deja ver las maravillas del
mundo, hasta fascinarnos, hasta encandilarnos (14:03:20).
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