2 de octubre de 2020. Viernes.
VERSOS QUE SANGRAN
VERSOS QUE SANGRAN
-Leo la prensa, miro al
cielo, y veo todo nuboso, respirando barro, enlutado de tristeza. No hay
alegría en el paisaje. Los pájaros –mi júbilo– han callado. Como diría Leila
Guerreiro, escritora argentina: «La ciudad está envuelta en una luz puritana,
de lentitud enferma». Todo se ha afeado con el coronavirus, hasta las
conciencias. Conciencias torvas y con mascarilla. Los intereses creados y la
mentira son el catecismo que mueve a nuestros dirigentes y que desorienta a los
«españolitos», de a pie. «Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir
empieza, / entre una España que muere / y otra España que bosteza». Antonio
Machado: el poeta de los versos rotundos y proféticos, versos que aún hoy
sangran. Los creyentes nos agarramos a Dios, los agnósticos a la lotería; es
decir, a la suerte. Pero no hay destino que no sea consecuencia de nuestros
actos. Decía Cavafis, poeta griego: «No encontrarás nuevas tierras, no
encontrarás otros mares. / La ciudad te seguirá. […] Así como has destruido tu
vida aquí, / en esta pequeña esquina, la has arruinado en el mundo entero».
Destruyes a Dios –intelectualmente y en la vida de cada día– y luego quieres
ver la Luz. El color greda lo llevamos con nosotros allá donde vamos, y luego
nos quejamos de no ver la claridad. Sin embargo, yo, Diario, sigo dando –con Dios
en la boca– en las puertas de la esperanza (17:53:37).
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